Al escuchar que la situación era tan grave, Araceli no se atrevió a tomárselo a la ligera.
—Creo que sería mejor buscar a la directora Espinosa.
—¡Pues ve rápido!
Durante la convivencia pasada, Araceli ya se había acercado bastante a Vanesa; entre las dos había cierta confianza.
Así que cuando Araceli encontró a Vanesa, ella aceptó sin dudarlo.
—Justo iba a buscar a Oli, déjame ese documento, yo me encargo.
—¡De verdad te lo agradezco, directora Espinosa! —Araceli casi se le salían las lágrimas de la emoción.
—Somos colegas, ¿para qué tantos rodeos? Capaz que un día yo también necesito que me eches la mano.
Araceli se apresuró a contestar:
—Cuando quieras, cuenta conmigo.
La sonrisa de Vanesa se hizo más amplia.
Eso de ganarse a la gente siempre había sido lo suyo.
Apenas acababa de llegar a Grupo Prestige, y para desacreditar los logros de Daisy, se encargó de anular todos los proyectos que Daisy había gestionado antes.
Ahora que ya no le quedaban buenos proyectos en las manos, tenía que pensar en otras estrategias.
Araceli ni siquiera sospechó que al buscar el apoyo de Vanesa, en realidad estaba cayendo directo en su trampa.
...
Cuando Vanesa llegó a la oficina de Oliver, él acababa de terminar una reunión en línea y tenía la cara tan seria que intimidaba.
Vanesa ni tocó la puerta, simplemente la empujó y entró. Iba a decir algo, pero escuchó la voz de Oliver primero.
—Daisy, prepárame un café.
Se quedó quieta un instante, sin responder, y luego salió de la oficina para ir a hacerle el café a Oliver.
Cuando regresó, él seguía concentrado en su trabajo.
Vanesa dejó el café cerca de él, con mucho cuidado.
Oliver lo tomó, dio un sorbo y de inmediato frunció el ceño.
—¿Desde cuándo se te olvidó cómo hacer café?
Fue hasta que volteó a ver a quien tenía enfrente, que se dio cuenta de que no era Daisy, sino Vanesa.
—¿No te gustó? —preguntó Vanesa, con un toque de molestia.
Oliver guardó silencio un momento.
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