Entrar Via

Siete Años para Olvidar romance Capítulo 97

—Entonces, presidente Aguilar, ¿cuál es su opinión sobre mis siete años de trabajo? La verdad, sí me gustaría saberlo.

Daisy lo dijo con firmeza, su voz retumbando en el aire.

Vanesa también tenía curiosidad por la respuesta.

Al final, esa evaluación definiría el lugar de Daisy en el corazón de Oliver.

En los ojos de Oliver cruzó una sombra, como una ola que sube y baja en un instante, y después todo volvió a la calma.

Su tono, como siempre, resultó impasible, sin dejar asomar ninguna emoción.

—Mi opinión es que, para ser secretaria, te defendiste. Para los proyectos... —dejó escapar una risa desdeñosa.

Ese pequeño sonido, indiferente y sarcástico, lo decía todo.

Desprecio. Burla. Menosprecio.

Incluso un dejo de humillación.

Siete años de su juventud entregados, y lo único que obtenía era esa evaluación tan ligera y desdeñosa.

Quizá, amar demasiado fue el mayor error de su vida.

El color se esfumó del rostro de Daisy. Creyó que su corazón ya no sentiría nada, pero aun así, las palabras de Oliver le dolieron, despertando una punzada amarga y sorda en su pecho.

Por suerte, después de siete años de aguantar, había aprendido a contenerse lo suficiente como para no derrumbarse.

—Parece que sí he sido un fracaso. De todos modos, gracias por su evaluación, presidente Aguilar.

Dicho esto, apartó la mirada sin vacilar, giró y miró a Lucas con disculpa.

—Parece que el presidente Narváez hizo bien en rechazar mi solicitud. Perdón por las molestias. Que le vaya bien.

Se marchó con la cabeza en alto.

Oliver se quedó en el mismo sitio, observando cómo Daisy caminaba hacia el elevador, cómo su figura se alejaba poco a poco, hasta desaparecer de su vista.

Solo cuando las puertas del elevador se cerraron, Vanesa pudo soltar el aire. Al final, había estado imaginando cosas: Oliver no sentía nada por Daisy, ni siquiera ahora que ella se encontraba en una situación tan difícil. No le mostró el menor atisbo de compasión.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Vanesa; estaba satisfecha.

—Oli, vámonos —dijo con ligereza.

Oliver asintió.

—Sí, vamos.

...

Daisy y Camila compartieron una cena agradable esa noche.

Solo por un instante.

Pero la voz de la locutora en la terminal interrumpió ese momento, desviando la atención de Camila.

—¡Anda, apúrate, que pierdes el vuelo!

Finalmente, entre insistencias, Camila abordó el avión. Antes de entrar, volteó varias veces a mirar a Daisy.

Daisy se quedó en el mismo lugar, despidiéndose con la mano y una sonrisa.

No bajó la mano hasta que Camila desapareció por completo entre la multitud.

Solo entonces, dejó caer el brazo con fuerza.

Después de despedir a Camila, Daisy tomó un carro de regreso a su departamento.

A un kilómetro de llegar, el tráfico se detuvo por un accidente más adelante. Cansada de esperar, Daisy decidió bajarse y caminar el resto del trayecto.

Durante los últimos días, se había pasado la vida buscando trabajo, agotada física y mentalmente.

Caminando sola bajo el viento frío, se sentía perdida y vacía.

Pensó que, al dejar a Oliver, todo mejoraría.

Ahora comprendía que había subestimado lo cruel que podía ser la vida... y había sobreestimado la calidad humana de Oliver.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Siete Años para Olvidar