UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 130

Andrea asintió pero no preguntó más porque realmente no quería saber, y ambos cayeron en un silencio cargado de alivio. Se abrazaron con más fuerza, sabiendo que lo único que quedaba por hacer era alejarse, y Zack intentó que Andrea durmiera un poco en el camino.

Faltaban todavía un par de horas para llegar a Zurich cuando Zack abrió los ojos, acalorado, y puso su mano sobre la frente de Andrea.

—¿Qué pasa? —preguntó Milo al ver el ceño preocupado de su hermano—. ¿Qué tiene?

—Fiebre. Tiene fiebre —respondió Zack alarmado—. Está muy caliente y sudando. Llama al personal de vuelo y tráeles una pastilla para la fiebre.

Milo asintió y fue al fondo del avión donde estaban los tripulantes para pedirle ayuda. Al cabo de unos minutos volvió con una pastilla, Zack se la dio a Andrea junto con un vaso de agua y ella tomó el medicamento sin decir nada.

Un minuto después una azafata les trajo unos paños húmedos y Zack trató de que ella descansara lo más posible para llegar a Zurich sin problemas.

—A lo mejor pescó algún virus ahí dentro —murmuró Loan.

—Ojalá sea solo eso —replicó Zack mientras de todo corazón rezaba para que no hubiera mayores consecuencias que un resfrío.

Todavía era de día cuando aterrizaron en Zurich y enseguida se dirigieron al departamento de Chiara y Noémi.

—¡Gracias a Dios que llegaron bien! —exclamaron las gemelas al verlos llegar, dándose cuenta del alivio que sentían al ver que Andrea venía con ellos.

Andrea corrió a abrazar a su pequeña hija y la levantó contra su pecho, llorando y besándola sin poder creer que habían estado a punto de perderse una a la otra.

—¿Cómo estás mi chiquita linda? ¿Cómo está la niña de mamá? —preguntó besándola, pero era más que evidente que la bebé estaba muy bien.

—Bueno, necesitamos cenar —anunció Chiara mientras las gemelas empezaban a preparar la cena. Todos se sentaron juntos para conversar sobre lo que había sucedido.

Sobra decir que Milo y Loan estaban impresionados por el cambio de sus hermanas, que incluía desde es desgreñe crónico hasta sonrisas más sinceras.

—¿Muerto? —preguntó Zack sorprendido—. ¿Cómo...?

—Según los informes a los que tuve acceso, resulta que Rizzuto ahogó a Mason en cemento y lo mató —respondió Gazca con voz entrecortada, como si le costara trabajo decir estas palabras—. Literalmente lo convirtió en una estatua, pero eso no es lo peor; cuando la CIA buscó en su jardín, había decenas de estatuas de cemento con... cadáveres dentro.

Zack estaba impactado al saber la muerte horrible que había tenido Mason, y entendió que esa era una carga que estaría sobre sus hombros para siempre.

—Mason había estado envuelto en actos criminales desde hacía mucho tiempo, así que no me sorprende que haya terminado pagando, pero honestamente no esperaba el final tan violento que tuvo —murmuró.

—Los informes de la policía dicen que Rizzuto les ordenó a sus subordinados ahogarlo con cemento para matarlo de forma lenta, cruel y dolorosa —dijo Gazca—. Así que si ese hombre debía algo en esta vida, lo pagó con una muerte terrible.

Zack habló un poco más con él. Al parecer todo lo demás estaba muy tranquilo. Nadie había preguntado por ellos ni siquiera por curiosidad. Eso en parte lo tranquilizaba, pero todavía tenía que encontrar la forma correcta de darle todas aquellas noticias a Andrea.

No sabía cómo le diría que él era responsable de la muerte de Mason. ¿Qué le diría a Adriana si alguna vez se enteraba de que él había pagado para que mataran a su padre?