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Una madre soltera para el CEO millonario romance Capítulo 17

POV NOEL

Despierto y sonrío como una tonta, después de recordar la mejor noche de toda mi vida, en los brazos de un hombre. Me giro para verlo; sin embargo, el no encontrarlo, me sorprende.

—¿Demetrius? —llamo, pero nadie contesta.

Me levanto de la cama, me coloco su camisa y voy hacia el balcón de la habitación (el cual estaba abierto), pero tampoco lo encuentro ahí.

—Qué extraño, ¿a dónde se habrá ido? Apenas son las 5… —susurro al sonreír, mientras vuelvo a la cama para colocarme el vestido y así ir a ver a Valentina cuanto antes.

Termino, salgo de la habitación y cuando voy a empezar a bajar por las escaleras, lo veo entrar por la puerta principal.

—¿Demetrius?

—Noel…

—Pero… ¿qué hacías afuera tan temprano? —pregunto divertida al mirarlo y bajar a su encuentro—. Un momento, ¿te fuiste a correr?

—Sí, lo siento, yo… —lo callo con un beso; y él me lo recibe.

Coloca sus manos en mi cintura delicadamente, mientras explora mi boca con su lengua y labios. Yo me entrego por completo a su beso y llevo mis manos por debajo de su polo para acariciar su abdomen; no obstante, él me detiene de inmediato.

—¿Qué pasa?

—Debo subir; ya debo ir a cambiarme para ir a trabajar.

—Aún es muy temprano, Demetrius —musito extrañada por su rara actitud.

—Sí… tengo que llegar temprano hoy —explica algo serio.

—No entiendo

—Son negocios con unos socios importantes. Debo subir; ahora no puedo explicar

—Pero, Demetrius…

Me quedo con la palabra en la boca mientras lo veo subir rápidamente por las escaleras y desaparecer por el pasillo izquierdo.

Su actitud me deja desconcertada y con ganas de escuchar explicaciones; sin embargo, no lo sigo, ya que tenía que ir a ver a Valentina y; además, no podía reclamarle nada, puesto que él y yo no teníamos relación formal alguna aún.

—De todas maneras, tendré que hablar contigo, Demetrius Hills —sentencio para después ir a la habitación y encontrarme con mi hija recién despertándose y la enfermera sentada a un lado de su cama, durmiendo.

Sonrío al ver a la mujer así, puesto que yo también pasaba por lo mismo cada noche.

—Mi amor, buenos días —susurro; y mi hija bosteza muy suave—. Ya estoy aquí, bebé…

—Señora, discúlpeme, no la sentí entrar —escucho la voz de la enfermera; y me giro a verla.

—Descuide. Ya puede retirarse —sonrío—. Muchas gracias por siempre cuidar a mi hija muy bien.

—Es un placer, señora.

—Vaya a descansar.

—¿No se le ofrece nada?

—Mmmm…creo que sí

—Dígame

—¿La puede cuidar mientras yo me ducho rápidamente?

—Claro que sí —contesta y, después, tomo un vestido limpio e ingreso al baño para ducharme.

Salgo rápido, ya vestida y limpia; y la enfermera se marcha. Me quedo a solas con mi hija y, luego de un rato, salimos a desayunar al comedor, pues una mucama había venido a avisarnos que Demetrius nos esperaba.

Llegamos a la mesa y él estaba ahí sentado. Como siempre, Valentina se alegra de verlo y quiere tirarse en los brazos del hombre. Él sonríe al ver a mi hija desesperada para después venir a mi encuentro y tomarla en brazos.

—Buenos días…

—Buenos días, Noel...

Tomamos nuestros asientos y las mucamas nos empiezan a servir el desayuno.

Demetrius juega con mi hija y luego me la entrega. Valentina ya había desayunado antes, así que estaba llena.

—¿Qué tienes por hacer hoy? —me pregunta de pronto; y yo me quedo callada por unos segundos.

—Jugaré con Valentina, le leeré unos libros y después…

—¿Después?

—Después comenzaré a estudiar…

—¿Estudiar?

—Sí, son… cursos gratis por internet. Estudio junto a Valentina…

—¿Y qué estás estudiando?

—Es un curso de negocios…

—¿Te gusta?

—Me parece entretenido e interesante

—¿Desde hace cuánto llevas cursos?

—Muy poco tiempo —contesto formal.

—Bien…, entiendo… —exhala cansado.

Mientras tanto, yo solo me limito a seguir desayunando.

—Perdóname por lo de esta mañana.

—No quiero hablar de ello frente a Valentina. Es una bebé, pero percibe las emociones…

—Entiendo…, pero… debemos hablar

—Sí, supongo que sí…

—No debí comportarme así…

—Por favor —lo miro a sus ojos grises—, ahora no, Demetrius…

—Está bien… —contesta.

Luego, un silencio incómodo inunda el comedor.

—Si te gustan los negocios, podrías ir a la empresa y practicar. Incluso, si deseas, puedes ira al área legal, que es la que más manejas

—¿Estás hablando en serio? —pregunto emocionada e interesada, puesto que, desde hace varios días, la idea de volver a trabajar había estado rondando mi cabeza.

—Claro —responde al mirarme fijamente y, en ese instante, recuerdo lo ocurrido hace unas horas.

—Lo pensaré

—Sigues molesta y tienes toda la razón

—Dije que no ahora

—La enfermera puede hacerse cargo de Valentina. Aún sigue en la casa

—¿Aún sigue en la casa? —cuestiono extrañada; y él se muestra incómodo—. ¿Por qué sigue en la casa? Le dije que ya podía retirarse.

—Tenía miedo de salir muy temprano…

—La pudo llevar el chofer; siempre lo hace…

—Ella aún está aquí. ¿podrías dejarla con ella un momento para que podamos conversar por favor?

—No…

—Noel…

—Demetrius, no. No es el momento. Yo aún estoy molesta, no quiero discutir.

—La conversación es para eso…

—No, no quiero y es mi última palabra —respondo seria.

Luego, me pongo de pie y em marcho de la mesa junto a mi hija,

Minutos después, Demetrius se va a trabajar y yo me quedo a solas con Valentina, en la enorme mansión (la cual no conocíamos por completo). Durante toda la mañana, estuve pensando en las posibles explicaciones que él me daría ante la extraña actitud que tuvo conmigo cuando nos encontramos en la puerta principal, pero no había una buena excusa para lo que había hecho. Pareciese como si… el sexo no le hubiese gustado y ahora quisiera evitarme para tener que hablar del tema, sino… ¿por qué otro motivo preferiría salir de la cama para ir a correr y luego regresar y no hacer nada más que alejarme de sí?

—¿O es que ya estoy pensando demasiado, Valentina? ¿Tú qué crees? ¿Piensas que puede haber una buena excusa? ¿Crees que hice mal en no escucharlo? —exhalo pesadamente mientras mi hija me mira y sonríe.

Yo sonrío también y la abrazo muy fuerte.

—Te amo, mi pequeño girasol. Ya van a ser las 5 de la tarde. Él sale a esta hora… ¿lo vamos a ver? ¿crees que se moleste? —pregunto; y mi hija sonríe—. ¿Vamos a ver a Demetrius? —propongo; y con tan solo escuchar su nombre, Valentina se alegra—. Eso es un sí… —suspiro—. Tal vez, sí necesite escucharlo y darle una oportunidad —concreto y, sin más, llevo a mi hija a nuestra habitación y nos cambiamos para ir al trabajo de Demetrius.

—HÁGALO, si no quiere problemas —reto; y la mujer me mira dudosa; no obstante, toma su teléfono y marca.

—Buena tarde, aquí, en recepción, hay una mujer…

—NOEL VARKSOV —le recuerdo; y ella me mira con cara de pocos amigos.

—Se llama Noel Varksov. Dice que es la esposa del señor Hills y que quiere entrar a verlo —concluye; y luego se queda escuchando atentamente.

Luego, sonríe.

—Me lo imaginaba. No se preocupe, yo me encargo.

—¿Qué pasó?

—Paso, señora Varksov, que el señor Hills no tiene esposa y que, en este momento, seguridad se encargará de acompañarla a la salida.

—Es un error

—El error es que usted siga aquí, sáquenla.

—NO, no me toquen. Yo salgo sola —respondo muy seria; y empiezo a caminar a la salida con mi hija en brazos, quien estaba a punto de ponerse a llorar—. Tranquila, mi amor, no pasa nada…, no pasa nada —le sonrío; y eso parece tranquilizarla—. Regresaremos a casa, ¿si? Solo debemos buscar Feim, aunque debe estar estacionando el auto. Mmmm… ¿qué te parece si tomamos un paseo por la ciudad? ¿Te gustaría? —pregunto; y ella sonríe—. Así me gusta verte, Valentina, muy sonriente, mi amor. Vamos de paseo —concreto; y empiezo a caminar con ella en brazos.

POV DEMETRIUS

—¿Quién era?

—Nadie, señor. Problemas en recepción, pero ya lo resolvieron.

—¿Problemas? ¿Qué problemas?

—Cosas sin importancia —señala mi secretaria al cerrar la puerta y echar seguro para después empezar a desvestirse frente a mí—. Nuestro horario de trabajo ya terminó, señor Hills —pronuncia seductora al venir hacia mí; y yo no hago más que pensar en lo mismo que había estado pensando todo el bendito día: Noel…

No pude dormir, después de haber terminado de estar con ella en la cama, después de haberla hecho mía de una manera que no imaginé. La deseé…, la deseé mucho, más de lo que me habría imaginado y ahora no podía dejar de sentirme culpable con Sophia, puesto que lo único que quería hacer, por la mañana, era despertarla a besos para poder estar en su interior otra vez. Sin embargo, pude contenerme y no hice más que sañir de la mañdi ta cama para correr

«No, no puedo desearla», pienso muy serio.

—¿Por qué tan serio, señor Hills? —escucho a mi secretaria y la miro.

La mujer estaba completamente desnuda frente a mí, pero… a diferencia de otra veces, no me apetecía si quiera verla; no me daban ganas de estar con ella y muestra de eso es que nada en mí reaccionaba al verla sin nada encima.

—Juguemos un rato, ¿sí? —susurra al sentarse sobre mí y empezar a besar mi cuello.

Yo la dejo, ya que tenía la esperanza de que pueda hacerme sentir deseo, pero no logro sentir nada; solo me maldigo por estar pensando en la mujer que tenía en mi casa y a quien había rechazado esta mañana cuando la encontré en la sala.

—Mmmm… señor, Demetrius… ah —gime al frotarse sobre mí, pero yo no respondo.

—Retírese, ahora no

—Pero…

—QUE SE RETIRE, HE DICHO —alzo la voz; y la mujer se asusta.

—Solo quiero complacerlo, señor

—VÍSTASE Y VÁYASE, NO INSISTA

—Pero, señor…

—¿ACASO NO HA ESCUCHADO? VÁYASE —dijo; y la mujer empieza a recoger su ropa.

Luego, alguien toca a mi puerta. La mujer, ya vestida, la abre e ingresa uno de mis choferes.

—¿QUÉ HACE USTED AQUÍ? —pregunto muy molesto, ay que era el chofer que le había asignado a Noel—. ¿DÓNDE ESTÁ NOEL?

—Eso le vengo a preguntar, señor. Recibí un mensaje de la señora diciéndome que había tenido problemas en la entrada, fui hasta allá, pero nadie me dio razón. Llamé a la señora, pero su celular suena apagado.

—¡¿QUÉ ES LO QUE HA DICHO?!

—Señor, yo creí que la señora estaba aquí. No entiendo qué es lo que ha pasado.

—¡MIERDA! ¡¿POR QUÉ NO ENTRÓ USTED CON ELLA?!

—La señora me dijo que le tenía miedo a lso sótanos y me pidió que yo estacionara el auto mientras ella aprovechaba en entrar.

—¡MIERDA! ¡JODER!

—Señor

—¡¿ERES TONTO O QUÉ?! ¡SE ESCAPÓ! ¡LA MUJER SE ESCAPÓ! ¡MIERDA! —grito eufórico—. Sí… solo buscaba ganarse mi confianza para que cuando tuviese la más mínima oportunidad, largarse otra vez… ¡AAAAAH! —reniego—. ¡LÁRGUENSE! ¡LÁRGUENSE DE AQUÍ LOS DOS! ¡PAR DE INÚTILES! —insulto; y luego, con toda la ira en mí, bajo al estacionamiento para entrar a mi auto y conducir a la casa con la esperanza de que ella estuviese ahí—. No… ella no pudo haberse marchado, ¡NO PUDO HABERSE MARCHADO!

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