POV NOEL
—Te ayudaré a bajar…
—No te preocupes, yo puedo…
—En serio, en serio, en serio…
—“En serio” ¿qué?
—En serio, eres un terco de categoría —señalo; y él ríe ligeramente—. Te ayudaré —sentencio; y voy a abrir la puerta de su lado para después entrar a la casa.
—Necesito un botiquín…
—No sé dónde hay uno…
—Tengo uno en el cuarto de Valentina…
—No… —toma de mi mano—, no molestarás a tu hija por mí…
—Entraré a su habitación sigilosamente…
—Tengo uno en mi habitación…, podemos ir ahí…
—¿Estás seguro?
—¿Por qué preguntas eso?
—Bueno… porque está entre los lugares que no debo…
—Olvida eso por hoy —interrumpe al mirarme fijamente—, pero si no quieres ir…
—No, claro que no. Necesitamos curarte la herida de tu labio…
—No es mucho…
—Necesitamos curarte —repito muy firme; y él sonríe.
—Bueno…, vamos…, señorita Varksov —precisa; y toma mi mano para luego empezar a guiarme hasta su habitación.
Subimos las escaleras y tomamos el pasillo de la izquierda. Ahí, había bastantes puertas y nos detuvimos en la última…
—Wao… esta casa es muy grande…
—¿Su padre no tiene unas mucho más grandes que esta?
—Sí, creo que sí, pero mi madre nunca me permitió vivir en una de ellas.
—No entiendo, ¿cómo es eso? —pregunta al haber abierto la puerta de lo que era su habitación y entramos.
—Bueno, mi madre y yo vivíamos en una casa… “normal” por así decirlo. Teníamos lo básico; no había necesidad de más.
—Hasta donde tengo entendido, Varksov siempre ha ocupado una gran mansión…
—Ah eso… no… —sonrío— Mi madre se separó de mi padre cuando yo nací; eso es lo que yo llegué a saber. Sin embargo, mi padre la amaba, así que le pidió una oportunidad, mi madre aceptó, pero bajo sus condiciones
—¿Y Varksov aceptó?
—Sí —sonrío; y él se muestra sorprendido—. Difícil de creer, ¿cierto?
—Su padre no parece de ese tipo de hombres.
—Amaba a mi madre; fui testigo de eso. Entonces, mi padre estaba en la mansión todo el día, trabajando y, durante las noches, iba a nuestra casa para cenar y dormir.
—¿Por qué no en la mansión? Sigo sin entender.
—A mi mamá no le gustaba que siempre estuviese llena de personas extrañas que iban a hacer negocios con mi padre.
—Ahora ya comprendo
—En fin, la historia es muy largo y, tal vez, a usted, señor Hills, le parezca aburrida; Y LO MÁS IMPORTANTE —lo miro fijamente—. Debo curar esas heridas. Siéntese en su cama. ¿Dónde está el botiquín?
—En el baño
—Vale, ya regreso —sonrío; y voy a buscar aquel.
Vuelvo hacia donde estaba él; y me doy cuenta de que se ha quitado su saco… SÍ, Demetrius Hills había ido en saco a una discoteca
(Sonrío al mirarlo).
—¿Le duele mucho? —pregunto al sentarme a su lado.
—No tanto…
—Debo limpiar la herida y colocarle hielo… —señalo al comenzar a preparar el algodón para la limpieza—. Ese tipo no solo lo golpeó en su labio, también tiene un pequeño corte por su ceja…
—No me duele…
—Pero le dolerá si no le ponemos hielo cuanto antes. Deberé bajar a la cocina…
—No es necesario. Ahí hay hielo
—¿Acaso tiene una licorería en su habitación?
—¿Acaso no la ve, señorita Varksov?
—No sea sarcástico. Claro que lo veo; solo me sorprende —señalo al ir a esta y tomar un poco de hielo y colocarlo en un pañuelo—. Me sorprende…
—¿Qué cosa?
—que alguien tenga una licorería en su habitación…
—Ah… —se queja; y yo río cuando termino de colocar hielo en su ceja…
—¿No que no dolía?
—No dolía; usted me hizo doler —contesta; y yo río.
—Qué cobarde…
—¿Le parece? —cuestiona al mirarme fijamente a los ojos.
—Me parece que tiene unos ojos muy bonitos, señor Hills… —respondo; y él se queda en absoluto silencio para después… sonreír—. Es la primera vez que veo un par de ojos grises, ¿de papá?
—De mi abuelo…
—Pues tuvo usted mucha suerte
—¿Por qué lo di ah… ah
—Ya deje de quejarse…
—Duele
—Wao, de verdad, es usted un llorón…
—¿Le parece?
—Sí… y un poco desordenado también. Para tener muchas mucamas, pues le hace falta un poquito de aseo a su habitación, así como algunos cambios
—¿De qué está hablando?
—De quitar esa licorería. ¿Quién tiene una licorería en su habitación?
—Yo…
—Pues es de locos. Ahora, sostenga aquí el hielo. Debo limpiar sus labios
—No vaya a presionar muy fuerte…
—Es un cobarde, definitivamente.
—A que usted me cure, sí. No sabe curar
—¡Oiga! —reclamo; y él ríe.
De pronto, hace un gesto de dolor al tiempo en que lleva una de sus manos a su costilla.
—¿Qué pasa ahí? ¿También le duele?
—¿Va a curarme?
—De eso se trata
—Pues entonces no, no me duele…
—¡Señor Hills!
—¡Dios, Noel!
—Perdón, perdón, no quise golpearlo tan fuerte
—Tiene usted, mucha fuerza, señorita Varksov
—Lo siento, de verdad lo siento, me excedí, pero usted también tiene la culpa. Yo trato de ayudarlo y usted no hace más que burlarse de mí —señalo muy seria; y él empieza a reírse mucho más—. Genial, ahora ya se volvió loco —digo, pero él no hace más que seguir mofándose de mí.
Ante ello, solo atino a hacer una cosa para callarlo
—¡AU!
—Lo siento, creo que presioné demasiado… —menciono seria; y él deja de reírse para quedarse viéndome con atención.
—Se ve hermosa cuando se molesta…
—No empiece con ese truco barato…
—Me gusta cómo se ve cuando se molesta
—Sí, claro…
—No se moleste, Noel…
—No estoy molesta —preciso; y él vuelve a sonreír.
—¿Qué hace? Debo seguir curándolo.
—Ya estoy bien…, gracias
—¿Tan mal lo hago? —pregunto algo incómoda; y él no hace más que mirarme—. No quería lastimarlo…
—Me siento mucho mejor ahora…
—No mienta…
—¿Me curaría una herida más?
—¿Está seguro de eso?
—Sentí un ligero corte cuando caí sobre el tipo. Creo que quebramos una botella…
—¿Qué me está diciendo? ¿Dónde? ¿Dónde está la he… dios… Cómo es que no la vi —pronuncio preocupada.
—No me duele mucho, solo…
—Quítese la camisa…
—¿Me quiere ver desnudo señorita Varksov?
—Por favor, Demetrius. No estoy para juegos. Quítate la camisa
—¿Me ayudas?
—SI tratas de seducirme, créeme que no lo lograrás
—No planeabas tener citas conmigo y mira… ya hemos tenido muchas…
—Qué presumido, pero bueno, vamos… ayúdame con tu camisa… —le pido; y ambos comenzamos a desabotonarla.
Después, solo me dedico a observar su abdomen, en el cual se podía ver un pequeño corte.
—Parece muy superficial
—Le dije que no dolía mucho…
—Eso es bueno. Aparte… ya no sangra; eso es mucho más bueno. Solo debo limpiarla, ponerle gasa y estará listo.
—Gracias…
—Noel… —musita mi nombre y se acerca mucho a mí para después posar sus fuertes manos en la zona baja de mi espalda para terminar de atraerme por completo a su cuerpo.
—Demetrius…
—Me gustas, Noel…
—Y tú a mí, Demetrius —respondo cuando mi cuerpo ha empezado a arder…
—Huele… demasiado bien, señorita Varksov…
—Demetrius —susurro nerviosa al sentir su aliento batir en mi cuello.
—Su perfume me vuelve loco, Noel…
—Demetrius —cierro mis ojos y ladeo mi cuello para darle un mejor acceso a él…
—Quiero hacerla mía, Noel…
—Demetrius…
—Quiero besarla…, quiero tocarla…, quiero sentir su piel, quiero escucharla gemir mi nombre mientras la hago mía…
—Señor Hills
—Sea mía, Noel…
—Demetrius… —parezco gemir cuando me apego más a su cuerpo.
—Sea mía, Noel… —repite una ve más cuando, de pronto, siento sus tibios labios posarse en mi clavícula derecha.
—Dios…, Demetrius —digo excitada.
De pronto, muy sorpresivamente, él toma una de mis piernas y mi cintura y logra sentarme en su encima.
—Deme… trius…, tus heridas…
—¿Qué heridas, señorita Noel? —articula igual de excitado que yo mientras hunde su rostro en el escote de mi vestido para empezar a dejar húmedos besos.
—Dios… Demetrius —tomo su cabello con fuerza, al tiempo en que, inconscientemente, empiezo a mover mis caderas sutilmente (lo cual logra hacerlo gruñir) —. Demetrius…
—Sea mía, Noel…
—Tus heri… ah…. —gimo al tirar mi cabeza hacia atrás cuando siento su boca atrapar uno de mis pezones por encima de la fina tela de mi vestido—. Demetrius —gimo su nombre, más afectada, al disfrutar de sus atenciones a uno de mis pezones—. De me… ah… —me muevo más sobre su entrepierna, de la cual, un enorme bulto ya empezaba a hacerse presente.
Podía sentirlo, podía sentir su erección, podía sentir su enorme deseo hacia mí.
De repente, me va acostando sobre la cama, haciendo a un lado unas botellas de licor que había en ella y termina de quitarse su camisa…
—Demetrius, tus heridas…
—No me importan ahora —responde con la mirada cargada de lujuria al recorrer mi cuerpo sin pudor alguno.
Luego, se acomoda entre mis piernas y va hacia mi rostro para mirarme a los ojos con mucha atención.
—Demetrius —acaricio su rostro; y él cierra sus ojos, permitiéndose así, disfrutar mis caricias.
—Noel… —siento sus manos recorrer mi cuerpo hasta posarse en mis piernas y comenzar a levantar mi vestido para quitármelo con mi ayuda.
Así, solo quedo con mi trusa inferior, puesto que no llevaba brasier. Demetrius mira mis senos con mucho deseo y, sin más tregua, comienza a jugar con cada uno de ellos. Atrapa uno con su boca y el otro con su mano. Siento cómo succiona el que tenía en sus deliciosos labios al tiempo en que mueve mucho sus caderas contra mí, haciéndome sentir, mucho más, el enorme bulto que ya ansiaba salir de sus pantalones y, para ser muy honesta, yo también.
—Demetrius —articulo con deseo al comenzar a acariciar su ancha espalda.
—Noel… —vuelve a mi boca y la atrapa para regalarme así, el más apasionado de los besos que había experimentado en toda mi da.
En ese momento, aprovecho para cambiar de lugar. Lo coloco sobre el colchón y me siento a horcajadas sobre su erección y comienzo a moverme muy provocativamente.
Él empieza a gruñir y… aquello, no era más que música para mis oídos.
Toma mis glúteos y los presiona contra sí, logrando que yo me excitara demasiado…, pero… demasiado.
Ya no soporto más y me deshago de sus pantalones; lo dejo solo en bóxer.
—AH… —gimo cuando él ha vuelto a tomar la b****a.
Me arrincona contra el colchón, toma mis muñecas y lleva mis manos hasta sus hombros para después continuar explorando mi cuerpo (el cual ardía al igual que el de él). Sentía aquella zona ansiar porque ya estuviera en mi interior, moviéndose a como quisiera y regalándome orgasmos…, ya lo quería, pero tenía que admitir que todas sus caricias eran deliciosas.
Siento su húmeda lengua pasearse por mi abdomen y yo no hago más que alzar mis caderas hacia su pelvis.
—Ya, por favor… —suplico; y lo que hace me termina por volver loca de deseo.
Demetrius rompe mi tuza y la tira por donde sea para luego sujetar mis muslos y terminar de hundir su rostro entre mis piernas para regalarme el mejor sexo oral que haya recibido en toda mi vida. Su lengua se pasea por todos mis pliegues, sabe cómo estimularme y sabe…
—Diooooosss… ah… sí —gimo con la respiración entrecortada cuando siento cómo succiona ese punto de placer—. Demetrius… —repito su nombre infinidad de veces.
De pronto, él se separa y, con mucha prisa, baja su bóxer y se acomoda para entrar en mí.
—Demetrius, tu herida… —digo con la respiración agitada y también preocupada por ver que la gasa se manchaba de rojo…
—No es nada —contesta desinteresado al quitarse aquella; y veo que su herida había empezado a sangraba un poquito.
—Demetrius…
—Ahora no, Noel… —susurra con la respiración agitada sobre mis labios— Solo quiero estar dentro de ti…
—Dios, Demetrius…
—Serás mía, Noel Varksov…,
—Demetrius
—Serás mía…, completamente mía —determina y, sin más, siento cómo coloca la punta de su miembro en mi entrada; no obstante, no termina de entrar.
El guapo hombre de los ojos grises, se permite jugar con mis ganas por él, dándose el tiempo de recorrer con la punta de su miembro toda la ardiente y húmeda zona de mi cuerpo.
—Demetrius, por favor…
—Sí… sí —gruñe; y, en un solo movimiento, siento todo el largo de su grande miembro en mi interior (el cual me hizo olvidarme de todo por un momento..., hasta d emi nombre)
Luego…, luego solo se mueve deliciosamente y comienza regalarme exquisitas estocadas y movimientos que solo lograrían llevarme al tan ansiado éxtasis.
Dios... con ello, Demetrius Hills no solo me demostraba ser un buen hombre, sino... también... el mejor de mis amantes y, lo más seguro, el mejor de lso amantes en el mundo; y lo tenía para mí, solo para mí.

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