POV DEMETRIUS
Me levanto a correr, como siempre, muy temprano. Esta mañana corría para controlar la ira y molestia que me causaba tener a esa mujer y su hija en la casa que compartí con mi familia alguna vez.
«Fabiano…, Luca…», pienso en ellos y la rabia por obtener venganza cuanto antes me invade, así que solo me limito a correr más rápido bajo la intensa lluvia de la mañana.
—Temprano como siempre ¿eh? —escucho de pronto; y me detengo en seco—. Pero esta vez más temprano que cualquier otro día
—¿Qué haces aquí? —pregunto con molestia.
—¿Podríamos regresar a tu casa y hablar?
—¿Qué quieres?
—Por favor, Demetrius, nos estamos empapando. ¿Podemos hablar en tu casa?
—NO
—Por fa…
—NO —interrumpo tajante; y Maximun resopla.
—¿Cómo estuvo la boda? —pregunta de repente
—¿Me interrumpes para preguntar eso?
—Te interrumpo para pedirte que saques a esa mujer de tu casa.
—Eso es algo que no haré jamás y lo sabes
—Por favor, Demetrius. Es una joven de 25 años y su hija recién nacida. Sea hija de Yadiel Varksov o no, no merece lo que sea que le piensas hacer.
—¿Por qué no? —confronto furioso—. Yadiel Varksov me quitó a MI esposa y a MIS HIJOS —recuerdo con dolor—. ¿Por qué no puedo hacer yo lo mismo?
—Porque a Yadiel Varksov no le importa su hija. Averigüé eso a través de contactos; tu venganza será en vano. El daño a esa mujer y su hija serán en vano porque Yadiel Varksov no quiere a su hija.
—TE EQUIVOCAS
—¿Qué dices? —cuestiona confundido.
—La persona más importante para Yadiel Varksov es su hija.
—No, Demeterius. Yadi…
—Varksov amó mucho a su esposa —interrumpo—. Su hija es el vivo retrato de su mujer. Es el único recuerdo que le queda de ella. No me importa si quiere o no a su hija. Lo que quiero es acabar con el único recuerdo que le queda de su mujer.
—Demetrius…
—Silencio, Maximun. Ya no quiero seguir escuchándote. Mejor regresa a tu casa. Nos vemos en la oficina —articulo; y me doy media vuelta para seguir corriendo.
—¡Demterius!
—¡¿QUÉ QUIERES?! —pregunto con poca paciencia al volver a verlo.
Maximun me queda viendo fijamente por largos segundos; y eso me exaspera.
—¿NO HABLARÁS?
—Es una mujer y una bebé inocente a quienes tienes en tu casa —me recuerda; y reconozco preocupación en él por las dos desconocidas.
Ante ello, solo tengo una única respuesta.
—Mi esposa y mis hijos también lo eran, Maximun —contesto; y su expresión cambia a tristeza al mirarme—. Ellos también lo eran —concluye con un fuerte nudo en la garganta, mientras siento como mi sangre bulle de ira—. También eran inocentes —finalizo; y continúo con mi camino.
POV NOEL
—Sí, mi amor, estaremos juntas siempre —susurro mientras camino con ella en brazos—. Haremos muchas cosas juntas. Te llevaré a tu colegio, te prepararé tus loncheras, te peinaré y… —suspiro— siempre estaré contigo; te lo prometo —musito al darle un beso y detener mi andar—. Vaya… casi nos pasamos al lado prohibido —bromeo; y me río.
De pronto, lo veo a él…, al hombre que era mi esposo, bajar por las enormes escaleras de la sala, que se encontraban en la mitad y dividían el ala izquierda del ala derecha de la casa.
—Bue… buenos días —saludo, pero él no me responde.
Solo intercambia un par de palabras con su ama de llaves y se dirige a la puerta con su saco en mano derecha y su maletín en la otra.
—Buen día —contesta sorpresivamente, antes de abrir la puerta, cuando creí que ya no lo haría.
Yo lo miro atenta; y él hace lo mismo. Al hombre se le veía algo… molesto, aunque, a decir verdad, esa era la única expresión que le había visto en su cara desde que llegué a esta casa.
—Buen día —respondo con cierto nerviosismo cuando, de repente, empieza a caminar hacia mí.
—¿Cómo durmió? —pregunta al pararse muy cerca de mí.
—Ah… yo… muy bien gracias —sonrío.
—¿Cómo está su hija?
—Ella está muy bien. Gracias por preguntar —contesto tranquila al ver lo cordial que estaba siendo.
—Es… una hermosa niña
—Se lo agradezco
—¿Usted la quiere?
—¿Qué?
—Que si usted la quiere
—Pero por supuesto que sí… la amo —susurro con todo el amor al ver a mi bebé—. Es mi hija…; es mi ángel… Sin ella, yo no sabría qué sería de mí. No me imagino una vida sin mi Valentina y tampoco me la quiero imaginar.
—Dicen que los hijos son lo más importante. ¿Qué piensa de ello?
—Pienso que no se equivocan —contesto tajante al mirar al hombre.
—Ya veo…
—Cuando usted tenga sus hijos, estoy segura de que lo entenderá —se me ocurre decir; y, en ese instante, su mirada se torna sombría y gélida por algún motivo—. Perdón, ¿dije algo que…
—No, no, claro que no —contesta serio
—¿Se siente usted bien?
—Sí, sí —se aleja—. Solo debo ir a trabajar; se me hace tarde.
—Entiendo. Discúlpeme por quitarle su tiempo.
—No se preocupe. Bueno, cualquier cosa que necesite, hágaselo saber a la mucama.
—Muchas gracias.
—Nos vemos
—Nos vemos —contesto; y él sale.
Yo regreso mi atención a su hija cuando de repente, para mi sorpresa, él regresa.
—Hola —saludo nuevamente; y me mira.
—Esta noche… —pronuncia; y luego, se queda en silencio.
—¿Hay algo que yo deba hacer esta noche? ¿Una reunión?
—Sí
—Bueno, en ese caso, le prometo estar preparada.
—Es una cena. Use un vestido de noche.
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