POV NOEL
—Ya, mi amor, tranquila por favor. No llores…, estoy aquí, te prometo que estarás bien…, por favor, ya no llores, te lo pido —expreso suplicante cuando el amor de mi vida llevaba ya mucho tiempo llorando sin parar.
Mientras tanto, yo solo sigo caminando sin rumbo alguno.
—Dios… estoy agotada —expreso muy preocupada mientras me siento en la banca de un paradero y empiezo a mirar por todos lados— no pasa nadie; no hay ni un bus…
«Diablos, espero no haberme equivocado yéndome de esa casa», pienso cuando de pronto, el fuerte llanto de mi hija se roba toda mi atención.
—Por favor, mi amor, tranquila. Te prometo que ya encontraré un lugar —digo, pero ella continúa sollozando (lo cual logra romper mi corazón en mil y hacerme sentir culpable de haberla sacado de un buen lugar a las calles frías de las afueras de la ciudad) —. Dios… soy una mala madre, soy una mala madre, tal vez, no debí salir de ahí… —exhalo con pesadez—. Debo seguir caminando. Te prometo que encontraré un buen lugar, mi amor —preciso al volver a ponerme de pie y continuar con mi camino sin rumbo mientras me dedico a abrigar bien a Valentina.
Llevo como una hora caminando y solo veo más pavimento rodeado de pinos. No hay nada más; ni personas, ni buses, ni taxis, nada; solo una enorme carretera vacía y… pinos.
—Si camino cuarenta minutos más por aquí, llegaremos a la ciudad. Tranquila, mi amor. Nos quedaremos en un buen hotel, estarás calientita y mamá te acurrucará toda la noche —preciso llorosa y preocupada mientras la apego más a mi pecho.
Sigo caminando cuando de pronto, escucho un extraño ruido. Me detengo, miro hacia atrás, pero no hay nadie; sin embargo, estaba segura de haber escuchado algo.
«Será mejor que camine más rápido», concreto en silencio al acelerar mi paso.
Cuando lo hago, escucho como si me estuvieran siguiendo y eso me pone en alerta. Acelero más mi andar y, disimuladamente, volteo a ver hacia atrás. Al hacerlo, mi mirada se cruza con la de un hombre y, en ese instante, empiezo a correr.
Valentina llora mucho más fuerte, pero yo sigo corriendo. De pronto, siento cómo me empujan y caigo sobre el pavimento, pero lo importante es que protejo a mi hija de cualquier golpe.
—Por favor, por favor, llévese lo que quiera, pero no le haga nada a mi hija —suplico al levantar mi cabeza para verlo; y me llevo una sorpresa cuando veo que no era un solo hombre, sino 3.
—Pero mira nada más… Qué bonita —habla uno al acercarse a mí acuclillarse.
—Por favor, llévense lo que quieran. Hay dinero en el maletín; es todo lo que tengo, pero no le hagan nada a mi hija
—Shhhh… tranquila, preciosa —susurra el hombre cuando ha comenzado a acariciar una de mis piernas.
—No…, no me toque, aléjese. Ahí tiene el dinero —le tiro el maletín.
—Dinero… sí —sonríe divertido—. Me gusta el dinero, pero…, en este momento, hay otra cosa que me gusta más —señala al tiempo en que comienza a quitarse el cinturón y bajar el cierre de su bragueta.
—NO, NO POR FAVOR —pido al tratar de ponerme de pie
—Pero a dónde crees que vas —me detiene
—Mi hija, por favor, no nos haga nada
—Entiendo, entiendo, tu hija… TÚ —mira a otro hombre— ¡Llévate a la niña!
—¡NO! ¡NO! ¡POR FAVOR! ¡NO! ¡MI HIJA! —me aferro a ella, pero igual el otro tipo me la quita—- ¡NO! ¡MI HIJA NO! ¡NO ME LA QUITEN!
—¡VEN AQUÍ! ¡DEJA DE HACERTE LA DIFÍCIL! —grita el tipo que ya no tenía pantalones al tirarme sobre el piso.
—¡NO! ¡SUÉLTEME! ¡NO! ¡NOOOO! ¡SUÉLTEMEEEE! —grito al patearlo
—¡MIERDA! ¡HIJA DE PU…. —lo araño; y se queja.
Trato de escapar para ir hacia Valentina, pero ste me vuelve a atrapar y jala mi vestido para volver a tirarme, esta vez, contra la nieve.
—¡TE VOY A ENSEÑAR A RESPETAR HIJA DE PER…
—¡INTENTA HACERLE ALGO A ESA MUJER Y ROGARÁS NO ESTAR VIVO! —grita alguien; y cuando lo miro, me doy cuenta de que es él…, él…
¿Qué hacía él aquí?
No lo sabía, pero agradecía infinitamente que estuviera presente.
—¡¿QUIÉN M****A ERES TÚ?!
—ALÉJATE DE ELLA —articula amenazante; y el hombre que había intentado abusar De mí, se ríe.
—Si no quiero… ¿qué? —se mofa y, en ese instante, uno de los tres delincuentes es herido y cae al piso—. Pe…, pe ¡PERO QUÉ HICISTE HIJO DE PER…
—CÁLLATE… ¿O QUIERES QUE TERMINE CON EL TRABAJO? —pregunta él… Hills, al apuntar la cabeza del herido—. O lo que es mejor aún, empezar contigo —agrega al apuntar a quien pretendía abusar de mí.
—NO, no por favor —suplica al arrodillarse y empezar a llorar.
—¿Lloras? —se burla
—Por favor, por favor, se lo suplico, no me mate. Tengo mi familia, mi mamá…
—¡CÁLLATE! —ordena Hills; y el hombre obedece—. Señorita Varksov, póngase de pie, tome a su hija y suba al auto. Mi hombre la guiará hasta donde está —señala; y yo atino a obedecer.
—Señora, sígame por favor…
—¿Qué pasará con esos hombres? Ellos intentaron hacernos daño, pero no mere…
—Tranquila, señorita. El señor Hills ha llamado a la policía…
—Bien…
—Por favor, suba al auto. La llevaré de regreso a la mansión.
—Gracias, se lo agradezco mucho.
—Por favor, señora, suba —menciona al haber vierto la puerta.
—Tranquila —es lo único que se limita a responder mientras lleva una de sus manos a mi mejilla y limpia mis lágrimas—. Tranquila…
—Perdón, he mojado su traje con mis lágrimas…
—Descuide… ¿Cómo está su hija?
—Tiene fiebre y me siento preocupada por eso, la mucama dijo que era lo normal, pero
—Mandaré a llamar al médico
—Ella dijo que lo llamaría y también a la enfermera.
—Entonces le pediré que se apresure
—Le agradezco
—No tien nada que agradecer. Ahora, yo me retiro. La dejo a solas con su hija. Imagino que es lo que desea.
—Sí…, se lo agradezco.
—Cualquier cosa que necesite, puede decírselo al personal. Ellos le darán todo lo necesario.
—Bien… —sonrío más aliviada.
—Que descanse, señorita Varksov
—Noel…, puede llamarme Noel
—Noel… —pronuncia; y yo sonrío.
—Buena noche, señor Hills
—Buena noche —contesta serio; y se marcha.
A los minutos de que se fuera, llega el médico y revisa a mi hija. Me dijo que no había mucho de qué preocuparse y que lo más seguro era que Valentina estuviese bien en la mañana. Eso me tranquilizó muchísimo, ya que me sentía muy preocupada por la salud de mi bebé. Luego de que el doctor se fuera, yo me bañé mientras la enfermera cuidaba de mi bebé y, finalmente, ya con mi pijama. Le pedí a la mujer que se fuera y que me dejara a solas con mi hija, puesto que tal y como se prometí, la iba a acurrucar toda la noche.
—Te amo, Valentina —sonrío y derramo algunas lágrimas mientras la observo con amor—. Te prometo que no volveré a ponerte en peligro. Seguiré con el trato que me ofreció el señor Hills —concreto muy firme y la beso.
«Solo espero que él aún quiera seguir con aquel», deseo; y después, solo me limito a admirar a mi bebé.
POV DEMETRIUS
Llego a mi habitación, me quito la corbata, desabotono mi camisa, me sirvo una copa de whiskey, tomo el retrato de mi esposa y me acuesto en nuestra cama.
—Hola, Sophia —sonrío; y bebo de mi copa—. Después de lo de esta noche, estoy seguro de que esa mujer ya confía en mí —le comento—. No creas que no me molesta que esté aquí, en la casa que compartimos con nuestros hijos, pero te prometo que solo es por nuestra venganza, mi amor. Yadiel Varksov se arrepentirá de todo y pagará por habernos separado. Haré sufrir a su hija de toda forma; te prometo que no me tentaré el corazón para hacerlo…, te lo prometo…, TE LO PROMETO —concluyo firme; y beso su retrato una vez más para depsués terminar de beber toda mi copa de un solo trago—. Creo que hoy necesitaré de toda la botella —agrego al ponerme de pie para tomar aquella

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