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30 Días Antes del Divorcio: ¡Estoy Embarazada! romance Capítulo 8

JULIA RODRÍGUEZ

Saqué arrastrando mi maleta de la habitación. Matthew no había regresado en toda la noche y no tenía que ser muy inteligente para saber con quien la había pasado. Sentí un retortijón en el estómago de imaginármelo tocando a Shanon de la misma manera que me tocaba a mí, o peor aún, tocándola con el amor que nunca me tuvo.

Me quité el anillo del dedo, recordando brevemente ese momento en el altar, el primero y el último donde me sentí verdaderamente feliz al lado de él, donde creí que mi vida daría un giro para mejor. Qué equivocada estaba.

Dejé el anillo sobre su almohada. Había pensado dejar una nota de despedida, pero… ¿tenía sentido? De seguro ni siquiera la leería y terminaría en la basura.

Eché un último vistazo a la habitación que habíamos compartido por tantos años. No se veía diferente. Mi presencia no había dejado huella en su vida, mucho menos en su lecho. Si yo me iba o me quedaba, no había gran diferencia, por lo menos no para él.

Bajé las escaleras con melancolía y en completo silencio. No tuve intención de corresponder a las miradas curiosas de la servidumbre, solo quería irme, seguir con mi vida y dejar atrás todo lo que había vivido aquí.

—¿Señora Grayson? —preguntó una de las sirvientas, acercándose con mirada apenada y triste—. ¿A dónde va? ¿Quiere que el chofer la lleve a algún lado?

Negué con la cabeza y suspiré cansada.

—No será necesario… —Intenté sonreír, pero me dolió en el fondo del corazón.

Seguí mi camino hasta que de nuevo escuché otra voz, más firme que la anterior.

—Señora Grayson… ¿Se puede saber a dónde va con esa maleta? —preguntó el mayordomo, un hombre entrado en años con mirada pesada.

—Ya no soy la señora Grayson —contesté creyendo que sería suficiente para que me ignoraran.

—El señor Grayson no nos ha informado de ese cambio —agregó dando un paso hacia mí—. Por favor, manténgase en la sala mientras me comunico con él. ¿Desea que le preparemos un té para calmar los nervios?

—No necesito un té. —Giré hacia él y lo vi directamente a los ojos—. Necesito irme de aquí. Si vas a llamar a tu jefe, solo te pido que me des veinte minutos de ventaja, por los viejos tiempos. ¿Qué dices?

Tanto él como la sirvienta se vieron por un momento a los ojos, con duda. No esperé su respuesta, pero sí esa última cortesía.

Atravesé las puertas, lista para abandonar esa miserable vida y comenzar otra que parecía aún más miserable.

***

MATTHEW GRAYSON

Por mucho que quisiera concentrarme en el trabajo, no podía dejar de darle vueltas a la ausencia de Julia y el asunto del divorcio. Cuando llegara a casa me aseguraría de que entendiera que él único que decide si esto se acaba soy yo.

Capítulo 8: ¿Qué más quiere esa ingrata? 1

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