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¡CÁSATE CONMIGO! Tendrás a mi bebé. romance Capítulo 50

Capítulo cincuenta: No soy la mayoría de las mujeres

"Narra Sofía Galanis"

—¡Tienes mejor aspecto! —dijo Apolo al verme abrir la puerta del dormitorio. Apagó el interfono y salió de detrás del escritorio para unirse a mí.

—Me siento mejor —confirmé, y decía la verdad. Tras una hora tumbada en la oscuridad y tras refrescarme la cara, estaba ansiosa por salir de la cama—. Tanto que creo que voy a tomar tu consejo y a salir a tomar el aire.

—Buena idea —dijo Apolo, sacó su cartera y extrajo una tarjeta de crédito—. Me encantaría ir, pero la verdad es que tengo que reunirme con esa gente. Sólo durante un rato. Tú podrías hacer algunas compras mientras yo estoy ocupado. Puedo encontrar a alguien para que vaya contigo.

—¿Alguien que vaya conmigo? —pregunté sorprendida.

—Mi asistente puede llevarte a las tiendas de Oxford. Las mejores casas de moda están allí, pero como no te conocen puede que sea complicado que te reciban sin una cita previa. Maritza puede encargarse de todo eso. Te los presentará y les dirá que eres mi mujer. Puede ayudarte a organizar tu armario.

—Pero si ya tengo un armario —repliqué indignada—. ¿No te gusta mi manera de vestir, Apolo? ¿Tratas de decirme que te avergüenzo?

—Por supuesto que no —contestó él irritado—. Pero tú vientre crece y me parece que nunca tendrás suficiente ropa de pre mamá. Acéptala —dijo poniéndome la tarjeta en la mano—. ¿Qué es eso que dicen las mujeres? Ve y compra sin pausa.

—Compra sin parar, mejor dicho —suspiré—. Mira, Apolo, lo último que me apetece ahora es comprar. Y cuando decida que necesito un abrigo o unas botas, los compraré yo misma, gracias. No necesito un estilista que me diga qué colores me sientan bien. Eso ya lo descubrí yo hace tiempo.

—¿Por qué tienes que ser siempre tan cabezota? —preguntó Apolo—. Eres la única mujer que conozco que discute porque le digo que se vaya de compras. La mayoría de las mujeres...

—Yo no soy la mayoría de las mujeres, Apolo —lo interrumpí poniéndole la tarjeta en uno de sus bolsillos—. No te confundas. Sin embargo, gracias por la oferta.

—Supongo que también insistirás en pagar la comida a medias.

—Deja de gruñir, Apolo. Mira, de verdad deberías comer con esa gente. Lo sabes tan bien como yo. Dejar plantada a ese tipo de clientela no es un acto nada sabio. Y eso es lo que ibas a hacer —dije rápidamente cuando él se dispuso a protestar—. Un rápido café por la mañana no es una manera de hacer negocios.

Lo besé ligeramente en la mejilla y me dirigí hacia la puerta.

Hice una pequeña mueca de dolor al salir, y deseé haber aceptado la oferta de Apolo de tomar su tarjeta de crédito.

—No —dije con firmeza mientras caminaba lentamente por las calles, sorprendiéndome al ver a las hermosas mujeres con sus apuestos novios, con sus abrigos y sus coloridas bufandas, con sus inmaculados zapatos hablando en su exuberante lenguaje, bebiendo café caliente o gritando por sus teléfonos móviles.

¿Cuándo había sido la última vez que había paseado por la ciudad? Me parecía que nunca. Porque cuando yo andaba por las calles siempre caminaba apresura, siempre tenía algo que hace e iba tarde.

A la vuelta de cada esquina aparecía un edificio plagado de historia, cientos de iglesias que merecían mucho más que la mirada que yo les dirigía mientras caminaba, sintiendo que mis tacones no estaban hechos para el suelo de adoquines.

Apolo, por muy insensible que hubiera sido en sus sugerencias, tenía algo de razón. Mi abdomen parecía crecer por día. Pasé de largo algunas de las tiendas más elegantes, con sólo un par de artículos en el escaparate y ni rastro de las etiquetas del precio, y me dirigí en busca de algunas boutiques menos imponentes. Puede que para Apolo no fuera lo más apropiado, pero a mí me parecía como entrar en el paraíso. Fue muy fácil pasar el día, yendo de tienda en tienda, y después de estar largo rato pasando la mano por prendas preciosas, decidí sacar mi propia tarjeta de crédito y dejarla temblando. Al fin y al cabo iba a necesitar la ropa pronto. Una vez que acabara el curso de artes plásticas y diseño de interiores sería yo la que saldría a comer con los clientes.

Si me concentraba y conseguía poner algo de atención en el asunto.

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