Al bajar del avión, Catrina se engancha su bolso de mano y desciende por las escaleras. Luego mira la hora de su reloj y se da cuenta de que era muy tarde. Y todo por culpa del idiota de su ex novio.
Cuando se enteró de que se largaba de la ciudad no dejo de acosarla, esa mañana se encontraba en el corredor de su antiguo apartamento y no la dejaba salir del mismo. Él muy imbécil pretendía que perdiera su vuelo. Y eso que nunca lo veía, y ahora se le aparecía por todos lados.
Catrina tuvo que llamar a la policía para que fueran a ayudarla llevándose al bastardo de su ex, por esa razón llego tardísimo al aeropuerto, por suerte la aerolínea pudo subirla en otro vuelo dos horas después.
Y se sentía feliz de comenzar una nueva vida en los Ángeles, ya no deseaba tener que volver a Detroit.
Su hermana seguro que estaba muy preocupada porque no le había avisado nada, hace horas tenía que haber llegado. La castaña entra en el aeropuerto, pasa por el registro, recoge su equipaje y corre a la primera casilla de teléfono que vio.
Por la hora, asumió que estaba trabajando. Aun creía imposible que Eliza estuviera trabajando con 8 meses de embarazo. Eso era una locura… marca el número que le facilito y esta contesta al primer timbrado.
—¿Eliza?
—¿Catrina? Por dios, ¿Dónde estás?
—En el aeropuerto, no te preocupes, estoy bien.
—¿Por qué llegas tan tarde?
—Tuve problemas con mi ex, pero eso es un cuento largo. En la casa hablamos con más calma. Dime que hago, ¿me voy directo a tu casa?
—Sí, allá esta Jorge esperándote. Si puedes llegar allá primero sería bueno, me ha dicho que debe regresar a trabajar.
Su hermana se lo piensa, pero no le quedaba de otra.
—Está bien, tomare un taxi he iré para allá.
Con las indicaciones de su hermana, le suministro la información de la dirección al taxista quien la llevo directo hasta una impresionante casa. Catrina no tenía idea de que su hermana viviera en una casa tan lujosa.
Si sabía que Jorge era un hombre adinerado, sin embargo su hermana trabajaba como asistente para una gran empresa. A ella le gustaba ganarse su propio dinero, y eso estaba bien, no era bueno depender del dinero de un hombre.
Y era entendible, Jorge era un poco mayor que su hermana. Según ella lo conoció siendo su secretaria, pero después de casarse ella renuncio y consiguió otro trabajo. No obstante, a Catrina aquello no le agradaba mucho que digamos.
Ella niega, y avanza hasta la casa. Toca el timbre y de inmediato abre un hombre algo mayor, atractivo llevando un traje perfectamente hecho a la medida.
—¿Catrina? —la mira fijamente a la cara.
—Hola, disculpa que haya llegado tarde, es que surgieron problemas en mi antigua casa y bueno, perdí el vuelo.
—Entiendo, yo ya me tengo que ir —la hace pasar —. Sube al primer cuatro, tu hermana lo arreglo para ti, se me hace tarde ya, así que… quedas en tu casa.
Ella lo ve tomar un maletín, se sorprende porque no espero que Jorge se portara de esa manera. Había pensado mal de él, entonces, todo lo que su hermana decía de su esposo era cierto.
Ella imaginaba que era uno de esos sujetos todos pervertidos y depravados, y al tener a la hermana de su esposa se portaría de manera asquerosa, pero a duras penas y la miro. Eso la tranquilizaba, puesto que no tendría que salir corriendo de aquella casa.
—Un placer, dile a mi esposa que regresare un poco tarde.
—De acuerdo…
Era la primera vez que ellos se veían, y eso que su hermana llevaba casada 5 años. Por desgracia ella no pudo asistir a su boda por culpa de su maldito ex novio toxico.
Lo ve alejarse y subirse a un impresionante coche… la joven observa la casa de su hermana, era enorme y muy bonita.
[…]
Al terminar con la última reunión pendiente para ese día, Dorian recoge sus cosas. Al salir de su oficina, se topa con que Eliza también recogía sus pertenencias.
—¿Por qué no se ha ido?
—Adelantaba algunas cosas para el día de mañana señor,
—¿La vienen a buscar?
—No, tomare un taxi. No me he podido traer el coche.
—No sea tonta, yo la llevare.
Ambos salieron del edificio, y por todo el camino iban en silencio, excepto el móvil de Dorian cual sonaba a cada rato. Eliza miraba de reojo el aparato, pero luego regresaba la vista al frente.
—Señorita Hans he notado que cada vez se le hace engorroso hacer algunas cosas en la oficina —ella lo mira con miedo —. He pensado que es hora de conseguirle un reemplazo.
—¿Me está despidiendo? —Dorian guarda silencio, no quería hacerlo, pero en su estado que podía hacer.
—Escuche, cuando su bebé nazca tendrá que estar de reposo por mucho tiempo para atender a su hijo. No sé muy bien como es ese asunto de la maternidad, pero entienda que yo necesito a alguien que me ayude en la oficina, y usted no podrá hacerlo.
—Sí, yo entiendo eso—la joven regresa la vista al frente mientras frota su vientre.
—Sera bueno que organice entrevistas para una nueva secretaria, le prometo que la recompensare por su tiempo trabajando conmigo.
Eliza guarda silencio, y es cuando observa su casa desde lejos. Su jefe se detiene de inmediato puesto que él ya sabía dónde vivía, ella mira la ventana de su casa y ve una sombra femenina pasar de un lado a otro.
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