Dorian lleva el control de todo sujetando a la rubia de la cintura, impulsa su cuerpo de arriba hacia abajo con fuerza, consiguiendo que la unión de sus pelvis creen un sonido morboso y depravado.
La rubia estaba tan húmeda que no hizo falta lubricar su polla, ella estaba haciendo todo el trabajo y fue mucho mejor. El CEO baja la mirada y observa como su polla se mete por completo en el coño de la rubia, pudo percibir como los fluidos blanquecinos de ella bañaban su polla y hasta un poco su vientre.
El CEO inclina su cabeza hacia atrás mientras seguía llevando el cuerpo de la rubia a su ritmo. Ella se sujeta del espaldar de asiento mientras que su culo reposa sobre el volante. Ella comenzó a moverse con más insistencia, consiguiendo que el coche se estremeciera.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!, si, dame más duro —gime la rubia inclinando su cuerpo hacia atrás.
Dorian clava sus uñas en sus nalgas y la aprieta un poco más hacia su polla, ella intenta abrir un poco más las piernas, pero no lo consigue por lo estrecho del coche, pero Dorian la ayuda y comienza a frotar la protuberancia de su coño.
—¡Ahhh! Siii, asíííí…—grita moviendo el culo de manera sensual.
Unos pocos minutos más de masturbación, y la rubia estaba alcanzando el orgasmo. Dorian la acompaña segundos después, soltando los últimos espasmos dentro de ella. Cierra los ojos cuando se siente liberado.
—Dorian, cada vez que lo hacemos es más rico que la última vez —ella susurra en lo que hace amago de besarlo, pero él la esquiva.
—Sí, estuvo bastante bueno —sujeta por las caderas a la rubia para sacársela de encima—. Tengo que llevarte de vuelta —añade.
Acomoda su ropa sabiendo que ella lo estaba observando.
—¿Y eso es todo?
—Conoces las reglas —responde encendiendo el coche —. Nada de estar llamando la atención, lo mío no es salir en las cotillas.
—No tiene por qué ser así, podemos ir a…
—Te llevare a casa—pone en marcha el coche.
La rubia guarda silencio, siempre era lo mismo con ese hombre. Con él era sexo y nada más, jamás se le vería cenando en un restaurante o tomando un trago. Dorian era un hombre tan reservado, si no tenían sexo en su casa o el coche, aunque nunca la había llevado a su propia casa.
Pero esas eran las condiciones que él le impuso cuando le propuso que se acostaran, y como ella estaba colada por él acepto sin quejarse, pero a medida que pasaba el tiempo comenzaba a aburrirse de solo verlo para coger.
La rubia anhelaba más de un hombre, y con él no lo iba a conseguir… aunque follara muy rico.
Cuando la dejo en su casa, la rubia lo mira.
—No creo que quiera seguir como estamos, llevamos mucho tiempo saliendo Dorian. ¿No crees que deberíamos pensar en…?
—No, no deberíamos… si ya no te gusta como estamos, dejemos las cosas hasta aquí. Fue bueno estar contigo, pero sabes que no me interesa tener ningún tipo de relación con ninguna mujer.
—Bien—ella se baja y lanza la puerta de un portazo.
Dorian niega y pone el coche en marcha, siempre era lo mismo con todas. ¿Por qué tenían que buscar una relación? ¿No disfrutaban solo follar y ya? Las relaciones únicamente traían problemas, y él detestaba los malditos problemas.
[…]
—¿Quieres que tome tu puesto como secretaria? —Catrina mira a su hermana como si hubiera perdido un tornillo.
—Sí, solo será momentáneo. Hasta que el bebé pueda pasar el día sin mí, no quiero perder ese trabajo Catrina.
—Pero, ¿y qué piensa tu jefe de eso? Eliza, sabes que no sé nada de oficina —la castaña se pone en pie —. Voy hacer todo mal y tu jefe terminara por buscar a otra y perderás el empleo de todas formas.
—No, no, te iras conmigo todos estos días para que aprendas el oficio, te entrenare.
—Dudo mucho que tu jefe este de acuerdo con esto.
—ÉL me dijo que buscaría a otra secretaria, y yo le estoy dando la solución. Pero me beneficia porque no perderé mi empleo si eres tú la que ocupa mi lugar.
Catrina se le queda mirando a su hermana, su plan no le agradaba mucho que digamos, pero que otra opción tenia; debía ayudar a su hermana. Además ella la estaba alojando en su casa sin que pagara un centavo.
Era lo minino que podía hacer por ella, Catrina cierra los ojos. El problema de todo aquello era que ella no tenía idea que hacer como secretaria. Eliza llevaba años trabajando con esa profesión, pero ella no, lo de ella era la pintura.
—Eliza, sabes que yo solo se pintar ¿verdad? No sé cómo ser una secretaria.
—Vamos Catrina, has tenido montones de trabajo que nada tiene que ver con tu profesión.
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