El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 3

[Atualização] Leia o romance El Rey Lycan y su Oscura Tentación 003. EL DUEÑO DEL CASTILLO

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VALERIA

Escucho gritos estridentes, cristales que se rompen, un rugido animal, gruñidos de Alfa, forcejeo y pelea.

Algo caliente me salpica la cara y los brazos, mis garras destrozan y mis caninos desgarran.

No puedo detenerme, no puedo, la rabia me consume por dentro y grita liberación.

No sé qué hago, no tengo consciencia de mí misma, solo sé, que cuando recupero el control de mi cuerpo lo primero que miro son mis manos llenas de sangre.

Estoy de rodillas en el suelo, a mi alrededor todo se ve en rojo, destrozos y partes de lo que alguna vez fue un poderoso Alfa, de Dorian.

¿Qué hecho? ¡¿Qué he hecho por la Diosa?!

Miro la cabeza arrancada a un metro de mí.

Los ojos mieles aún me miran con pánico y siento como las arcadas suben por mi garganta.

Vomito a un lado sin poderlo evitar, asqueada por toda esta escena llena de muerte y violencia.

¿Yo hice todo esto? Aquí no hay nadie más.

Miro a mi alrededor, no sé a dónde fue Sophia, solo sé que alguien fue arrojado por la ventana de cristal que está hecha añicos y con sangre en los bordes afilados.

Me levanto con las piernas temblorosas, miro hacia abajo, pero solo veo el bosque detrás de la casa y unas manchas de sangre sobre la hierba.

— ¡¡No dejen que se escape!! ¡Sophia ya deja de llorar y háblame claro! – voces gritaban, pasos apresurados subiendo las escaleras.

Era mi suegra quien hablaba.

Tenía que irme de aquí, debía escapar, había asesinado al Alfa y solo me esperaría una dolorosa muerte.

Desesperada miré hacia abajo, parece que había arrojado a esa desgraciada de Sophia por la ventana, decidí arrojarme por aquí mismo desde el segundo piso.

¡BAM!

La puerta se abrió de repente durante mi vacilación y mis ojos se cruzaron con los de Anaís, mi suegra y la antigua Luna, la madre de Dorian.

Pude ver en ellos el asombro, el dolor y la ira, al mirar la escena.

— ¡¡Maldit4 desgraciada, asesinaste a mi hijo, asesinaste a mi Dorian, hija de puta, agárrenla, aprésenla, la voy a descuartizar con mis propias manos!!

Gritó y los guerreros detrás de ella se abalanzaron sobre mí.

Salté sin siquiera pensarlo más.

— Aaagghhh – gemí de dolor al caer revolcada en la hierba, pero obligué a mi cuerpo a transformarse en loba y corrí con todas mis fuerzas.

Escapé hacia el bosque lo más rápido que mis débiles patas me lo permitieron escapando de la muerte.

No sé si fue la adrenalina, las ganas de vivir, no sé, pero corrí como una demente a través de tierras desconocidas y de bosques intrincados.

Así me pasé días, donde solo me paraba a descansar por momentos al borde del desmayo, bebiendo agua de los riachuelos que bajaban de las montañas y comiendo presas que aparecían muertas delante de mí.

Sí, otra de las cosas raras de mi vida.

Las pocas veces que me atreví a pegar un ojo, siempre que me despertaba, tenía un pequeño animal asesinado delante de mi hocico.

Lo engullía sin saber si era venenoso o de donde provenía, necesitaba energía, solo pensaba en sobrevivir.

Una noche los sentí, pensé que se habían cansado de perseguir mi rastro, pero no fue el caso, pisadas de varios lobos se escuchaban no muy lejos.

Estaba desesperada y exhausta, no podía seguir escapando para siempre.

Bordeaba los territorios de las manadas para no ser capturada, pero esa no era la solución.

— ¡Está más adelante, la puedo oler, vamos, esa maldit4 pronto las pagará! – escuché un rugido y ya estaban sobre mis pisadas.

Casi podía sentir el peligro respirando en mi nuca mientras forzaba mis patas y pulmones a hacer lo imposible.

Estaba acabada, ellos me capturarían, después de tanto esfuerzo, entonces subí mis ojos azules y los vi, sobre mi cabeza, una bandada de cuervos.

Graznando y sobrevolando sobre mi forma de loba, era como si quisieran que los siguieran y por alguna razón, lo hice.

Seguí su señal y me interné en tierras desconocidas, en un bosque prohibido al que nadie se atrevía a entrar sin ser invitado, sin embargo, yo no tenía nada que perder.

Si moría al final, al menos que fuese rápido y sin tantas torturas.

Así fue como atravesé la niebla que me llevaba hasta la manada Golden Moon, la manada vigilada de Los Guardianes, la manada bajo los pies del Rey Lycan.

*****

Sentí que ya nadie me seguía, no sabía cuánto me había internado en el territorio de Golden Moon, solo sé que de un momento a otro, tuve a varios poderosos guerreros cortándome el camino y rodeándome.

“¿Quién eres y con qué objetivos te cuelas en nuestra manada?”, me pregunta fríamente un enorme lobo gris que se acerca, amenazante.

La loba en la que me transformo, por su pequeña apariencia de loba negra, es considerada una Omega, el último escalón de la manada, la más débil, casi siempre eran las esclavas y domésticas.

Por eso, al convertirme en su Luna, también me sentía ilusamente agradecida con Dorian.

“Yo solo estoy buscando un refugio para descansar, lo lamento por entrar a su bosque, solo unos días por favor, solo necesito unos días para descansar y seguir”

Les imploro rezando porque mis perseguidores no se atrevan a entrar aquí a buscarme.

“¿De dónde vienes? ¡Dime! ¿Por qué atravesaste el Bosque Prohibido? ¡Nadie viene aquí porque sí! ¡Di la verdad o te arranco la cabeza ahora mismo!”

Me ruge y me empuja por el costado, gruño bajo por el dolor, pero es imposible resistir.

Antes de que pueda tomar alguna represaría o de verdad cumplir sus amenazas, una oscuridad invade mis ojos y siento como caigo inerte en el suelo desmayada.

Bueno, quizás nunca despierte esta vez.

*****

La próxima vez que abro mis ojos, estoy en una celda, oscura y húmeda, con una ropa raída puesta por encima de mi maltrecho cuerpo humano.

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