El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 4

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VALERIA

Su actitud gritaba soy el puto amo de todo aquí, el dueño absoluto.

Enseguida bajé la cabeza temblando, no importaba que no tuviese loba interior, el poder que emanaba de ese hombre parecía asfixiarte, estrangularte el alma y estaba incluso un poco distante de mí.

Era un Lycan, la especie superior de los hombres lobos, la mayor evolución y estaba casi segura de que se trataba del más poderoso de todos, Aldric Thorne, el Rey Lycan.

— Sasha, encárgate de sacar la basura y asegúrate de que mi próxima doncella personal no sea una zorra intrigosa o perderá más que la cabeza – su voz ronca, intimidante, fría, se escuchó y luego pasos alejándose.

— Esto es un desastre, ya es la quinta en dos meses, no sé qué tienen estas niñas en la cabeza, mira que se los advierto.

La Gobernanta, que es la señora que administra el castillo, se acerca y saca un pequeño frasco de entre las manos de víctima.

— Otra que intenta darle un afrodisiaco al Rey, mujer idiota. Llamaré a un sirviente para que se la lleve y tu primera tarea, comienza por limpiar este desastre.

Así, fregando la sangre fresca del suelo, comencé mi trabajo en el castillo del Rey Lycan.

La primera lección que aprendí, nunca jamás intentes jugar con ese hombre peligroso o terminarás sin cabeza.

Lamentablemente, muy pronto me tocó de nuevo estar al filo de la navaja.

*****

Sasha me presentó al servicio, un grupo de lobas y lobos que trabajaban en el castillo y se encargaban de atender a Los Guardianes.

Todos me miraron como quienes conocen a un monstruo, pero no me importaba, solo quería seguir existiendo y pasar por invisible.

“Los Guardianes”, así les llamaban a los cinco Lycans que habitaban en este castillo antiguo y oscuro.

Ellos cuidaban de las leyes de nuestro mundo, al menos de la parte que les tocaba a los hombres lobos y mantenían el equilibrio con las demás criaturas sobrenaturales.

Impartían justicia, protección y castigo, de las maneras más crueles y extremas, sobre todo el Rey Lycan.

Eso es lo que siempre había escuchado.

Tenía prohibido subir las escaleras o husmear más allá del área de servicio y ciertamente, tampoco pensaba intentarlo.

Me concentraba en trabajar y curarme con una medicina que me dio la Gobernanta. La comida aquí también era buena.

A excepción del primer día, había pasado como 3 días y no había conocido a ninguno de los otros miembros de Los Guardianes.

Eso, hasta esta mañana.

*****

— Oye, escuché a la Gobernanta decir que no había encontrado a ninguna candidata útil para ser la doncella del Rey, quizás se anime y nos dé una oportunidad.

Limpiaba el suelo de rodillas mientras escuchaba los murmullos en la enorme cocina del castillo.

Mi cabeza abajo y mi largo flequillo negro, casi sobre mis ojos, me ayudaban a tapar un poco la desfiguración en mi rostro.

Mis manos no dejaban de mover el estropajo sobre la baldosa, pero era imposible ignorar el cotilleo.

De repente, el ambiente se congeló, unos tacones se escucharon en el pasillo y todos se pusieron tensos, era la Gobernanta.

— Dejen lo que estén haciendo, las quiero a todas en una fila – ordenó de repente con ímpetu y todas las cocineras, doncellas del servicio y hasta yo, que era de la limpieza, nos paramos como prisioneras, una al lado de la otra.

Entonces comenzó la inspección, una a una la Gobernanta pasaba por delante de los cuerpos temblorosos y con las cabezas abajo.

Cuando la sombra pasó por delante de mí, pensé que seguiría de largo, sin embargo, no fue así.

— ¿Cómo era que te llamabas? – me preguntó

— Valeria, señora – respondí en voz baja.

Su dedo frío se clavó debajo de mi barbilla y me hizo levantar la cabeza.

Mis ojos azules se cruzaron con los suyos verdes intimidantes.

— Bien, creo que probaré una estrategia diferente esta vez, ven conmigo – me ordenó y tuve una mala premonición al instante.

Al observar de reojo a las demás mujeres en la fila, todo tipo de miradas mezquinas caían sobre mí, celos, enojo, envidia, nada bueno, eso era seguro.

— Escúchame bien Valeria, serás la doncella privada del Rey Aldric – me soltó esa bomba como si nada caminando hacia un lado de la cocina

— ¿Sabes cocinar, planchar, organizar las cosas de un hombre, ropa y demás?

— Ssi lo sé, pero señora, yo… no creo ser la candidata para ese puesto, quizás debería escoger a alguien más…

— No es opcional – me dice girándose de repente

— O lo aceptas o te marchas, porque no necesito ahora mismo a una limpia piso, sino a una doncella para el Rey, ¿entiendes?

Y no me queda otra opción que asentir, a veces se me olvida que esta mujer tan dura me salvó la vida.

La verdad, aún no sé ni para qué, si ahora me manda directo a la boca del Lycan.

— Memoriza todo lo que te voy diciendo. El señor se despierta a las… no le gusta… prefiere así… y así… su comida solo la prepara una cocinera, asegúrate de que siempre sea la de este recibidor… además, debes probarla antes de llevársela…

Va caminando por toda la cocina, la zona de lavandería y prácticamente toda el área de servicio, enumerándome las preferencias y disgustos de su majestad.

La sigo con mi cerebro echando chispas de tanta información a la vez, ¡debo anotarlo todo después!

— Bien, llevarás tu primer desayuno y haz lo que te indiqué – me pone una bandeja de plata en las manos, llena de comida tapada con charolas metálicas.

— Y Valeria, recuerda, cabeza siempre abajo y pasando por invisible, eres como un mueble más.

— Además, espero que recuerdes muy bien la escena del primer día cuando llegaste, tramas algo contra el Rey y créeme, que fue benevolente con esa mujer.

Me advierte y asiento tragando un nudo en mi garganta.

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