El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 61

ALDRIC

No pensaré en cosas más complicadas que no me llevarán por un buen camino, creeré que Valeria confundió el hechizo con su celo.

Porque sí, aun si su loba interior presente, esta Omega está bien cachonda por su celo que no parece ni reconocer y debió desencadenar el beber mi sangre.

Se estremece, restregándose contra mi cuerpo.

Ya el deseo sobrepasó el miedo, porque su pequeña mano atrevida está manoseando de nuevo descaradamente mi miembro y su caliente coño se menea adelante y atrás sobre mi eje, mojándolo por completo y provocando mi locura.

— Ssshhh… Ggrr vamos Valeria, toma lo que pides a gritos…

— ¿No más trucos? – voltea un poco su cabeza para preguntarme en un susurro cargado de lujuria, sus ojos azules nublados y seductores.

Diosa, como me encanta esta hembra que has creado para mí, nunca me he puesto así de excitado, ni siquiera con ella.

— No más trucos, nena, soy todo tuyo, Valeria… Mmmnnn… Ssshshh… aah joder contigo mujer calenturienta…

Ni siquiera me deja terminar de hablar y se inclina hacia delante apoyando una mano en la estatua, de rodillas y lleva mi glande a sumergirse al fin en esa deliciosa funda que enseguida me traga palpitando alrededor de mi hombría.

— Ssshhh es tan gruesa… Aaahhh que rico mi Rey… tan dura… Aaahhhh – gime alto volviéndome loco y arquea su espalda cuando empujo mis caderas y me empalo más de la mitad dentro de su excitado coño que se dilata como si estuviese hecho solo para mi polla.

— Joder Vale… Mmmm … eres mi maldit4 perdición mujer - gruño, sin aguantarme más, sin contener mis primitivos deseos.

Agarro su cabello negro como la noche sobre nosotros y hundo mis dedos en su cadera para impulsarme hacia delante y cogérmela bien profundo, mis bolas chocan con su clítoris al sumergirme hasta la base.

Aprieto los dientes para resistir las oleadas de placer que recorren mi espina dorsal.

Todos mis músculos se tensan y contraen con el vaivén de mi pelvis y el pa pa pa de mis muslos contra sus nalgas.

Veo mi eje entrar y salir blanquecino por entre sus hinchados labios vaginales, lleno de todos sus jugos y los míos que chapotean y escurren hasta el Altar de la Diosa mientras devoro al fin a mi amada mate.

Valeria grita excitada, impulsándose hacia atrás, resistiendo mis embestidas y pidiendo por más abuso, aferrada a los pies de la Madre como el más pecaminoso y delicioso tributo.

El cambio recorre mis extremidades, me subo sobre el borde de la plataforma, arrodillado detrás de ella, cubriéndola por completo con mi pesado cuerpo, pegándola a la lisa piedra mientras le hago el amor como la bestia que ha sacado por completo de mi interior.