Das histórias de Internet que li, talvez a mais impressionante seja El Rey Lycan y su Oscura Tentación. A história é boa demais, me deixando com muitas expectativas. Atualmente, o mangá foi traduzido para 068. LA CURA PARA MI MAL. Vamos agora ler a história El Rey Lycan y su Oscura Tentación do autor Internet aqui.
CELINE
Pensé que había llegado mi momento de morir, la verdad nunca creí terminar de esta manera.
Un dolor agonizante atravesó el lomo de mi loba y me convertí enseguida en mi forma de híbrida, con algunos rasgos de vampiro, siseando amenazante en una esquina rodeada por crueles enemigos.
Me llevé la mano a la profunda herida que me atravesaba desde la espalda hasta el estómago, resistía como podía, pero no lo iba a lograr si me volvían a atacar.
De repente, un rugido que helaba la sangre hizo eco retumbando en todas las viejas paredes.
Al igual que yo, todos miraron al unísono para ver algo increíble.
Valeria se estaba levantando de su esquina oscura, el cuerpo rígido de ese niño descansaba en el suelo y ella avanzó paso a paso con un siseo parecido a una bestia depredadora a punto de atacar.
— Se… Señor… ¿Qué es eso?…
— Solo es una pulgosa tratándonos de intimidar, ¡deja de jugar a la valiente conmigo o asesinaré a esta mujer peor de lo que hice con el mocoso! – el vampiro a cargo le gritó, pero podía sentir el miedo flotando en el aire.
— ¡Aaahhhh! – el primer grito de ellos resonó cuando “Valeria” salió de entre las tinieblas y le arrancó la cabeza de cuajo, con afiladas y largas garras negras que habían crecido a partir de sus uñas.
En un segundo se armó el pandemónium dentro del santuario a la Diosa.
Me arrinconé en una esquina observándola con miedo, ¿qué era exactamente esa mujer?
Su aura cambió por completo, era opresiva y asfixiante, te hacía temblar del puro terror, solo mirar a sus orbes rojos como dos gotas de sangre, etéreos, llenos de odio y oscuridad.
Venas negras abultadas alrededor de sus ojos, que bajaban por su piel extremadamente pálida hasta su cuello.
Valeria se movía como las mismas sombras, el ambiente se llenó de una niebla oscura que cubría su cuerpo entero como un manto negro, era su aliada, los gritos de esos vampiros llenaron la instancia y la sangre salpicaba las paredes y el suelo.
Para mí habían sido imposible de vencer y ella los rebanaba como mantequilla, les sacaba el corazón y los apretaba en un puño.
Se movía a una velocidad imposible de seguirla en ocasiones y pronto no quedaba casi nadie.
Mi visión se fijó por un segundo en el vampiro a cargo que se escondió entre sus hombres y corría hacia el cuerpo del niño, ¿qué pretendía ese hombre?
Un destello en plata llegó hasta mis ojos cuando lo vi desde el otro extremo del salón sacarle la reliquia que estaba encajada aún en el hombro de Edward.
¡Pensaba escapar con ella!
Me incorporé para gritarle a Valeria, pero me congelé cuando la vi aparecerse como una mensajera de la muerte detrás del hombre.
Él también la sintió y se giró con rapidez para atacarla con esa espada de energía oscura que convocaba y con la cual me había herido.
Valeria se la detuvo con una mano, sus largas uñas negras parecían sacar chispas con la energía del vampiro.
Él intentaba amenazarla, le gritaba insultos nerviosos a la vez que se veía sus dos brazos temblar del esfuerzo que estaba haciendo y Valeria estaba como si nada.
Ella solo lo miraba y de repente le dio una sonrisa siniestra con afilados caninos saliendo de sus encías, la espada afilada y peligrosa comenzó a disolverse entre sus dedos, a desaparecer como si su oscuridad fuese absorbida por Valeria.
El hombre se quedó como yo, con el rostro asombrado, incrédulo.
— No puede ser… no puede ser que tú seas su… su hija… — tartamudeó y el terror era evidente en sus ojos.
— No me mates… seré tu sirviente… yo te ayudaré a tomar el trono… ¡Seré tu esclavo! – le gritó cambiando a una postura sumisa, incluso hizo por arrodillarse, pero Valeria lo tomó a la velocidad de la luz por el cuello y lo estrelló contra la pared estrangulándolo.
Los pies del vampiro se sacudían y sus manos intentaban quitarse de arriba las garras que se hundían en su garganta.
Ella hizo un chillido agudo que me hizo estremecer y todos los cabellos de mi cuerpo se erizaron, de las sombras pululando en su espalda salieron dos enormes alas llenas de plumas negras como las de los cuervos.
Cada una de ellas tenía en las puntas afilados punzones como una garra.
— Te maldigo, para que la Diosa no te reciba en su seno y vagues como alma en pena por los páramos de la oscuridad – escuché que le dijo con una voz extraña y ronca.
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