Fabiola, con los ojos enrojecidos, asintió en silencio.
Frida permanecía sentada, observando a Fabiola y Alejandra, sumida en sus pensamientos durante un largo rato.
En ese momento, Frida se sentía perdida, como una mosca sin cabeza. No había logrado encontrar a la persona responsable de la muerte de su hermana y su cuñado, y no tenía ni una sola pista. Por eso, había decidido probar cualquier cosa, aferrándose a la esperanza: si encontraba a alguien que se pareciera mucho a su hermana y tuviera una edad cercana a la de Karla, intentaba hacer una prueba de parentesco.
—Abuelo, yo creo que ya no vale la pena esperar los resultados de la prueba de sangre. Vámonos, no hay por qué perder el tiempo aquí —dijo Karla, ayudando al anciano a levantarse.
El abuelo resopló y, poniéndose de pie, miró fijamente a Fabiola.
—Más te vale tener cuidado con tus decisiones.
Fabiola se había buscado problemas con la familia Lucero, la familia Barrera, la familia Benítez y la familia Gallegos. Ya era todo un logro haber molestado a los clanes más poderosos de Costa Esmeralda y Ciudad de la Luna Creciente.
Ahora que estaba por divorciarse de Agustín, la vida de Fabiola no pintaba nada bien.
Por eso, el abuelo no pensaba hacerle nada por ahora. Una vez que se divorciara, habría muchos dispuestos a hacerle pagar.
Después de todo, la chica se lo había buscado sola.
Fabiola mantenía la cabeza agachada, sin pronunciar palabra.
El abuelo y Karla estaban a punto de salir cuando el director del hospital apareció, trayendo en la mano los resultados de los exámenes.
Fabiola no levantó la mirada. Ya ni le interesaba escuchar el resultado.
El director se acercó sonriente al abuelo.
—Ya tenemos los resultados de la prueba de sangre.
El abuelo bufó.
—No veo para qué molestarse en mirar eso.
—El embarazo está comenzando, los niveles de HCG están duplicándose bien. Hay que seguir observando —dijo el director, entregándole el papel.
El abuelo se detuvo en seco, sin entender. Miró al director, confundido.
—¿Y eso qué significa?
El director se apresuró a explicar, sonriendo.
—Sí, está embarazada. Es el inicio del embarazo, aunque todavía está un poco inestable.
Fabiola se levantó de golpe, mirando al director con los ojos abiertos de par en par. ¿No podía ser un error? ¿De verdad estaba embarazada?
La señora Alejandra también se puso de pie, tan sorprendida como ella.


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