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Florecer en Cenizas romance Capítulo 227

Agustín había golpeado con tanta dureza que la empresa de Paulina y Héctor estaba al borde del colapso.

Aunque Paulina y Héctor no le tenían demasiado apego a esa compañía—su verdadero interés era quedarse con los negocios de la familia Barrera y el Grupo Barrera—, la aparición de Agustín, ese lunático, les complicaba el panorama. Tanto ella como Héctor temían que cualquier cosa se les saliera de control.

—Perfecto —dijo Sebastián, recargado en el sofá, levantando su copa de vino y clavando los ojos en Paulina—. Dime dónde está.

—En Costa Esmeralda, justo en la frontera con San Jerónimo del Lago. Es Aldea Horizonte Marino—respondió Paulina, escribiendo la dirección en el reverso de una foto y deslizándosela a Sebastián.

Sebastián se quedó un instante congelado. Ese lugar… era el mismo donde Fabiola tenía su orfanato.

Definitivamente era un sitio escondido, difícil de ubicar para cualquiera.

—Antes de que Agustín regrese al país, tienes la oportunidad de convencer a ese hermano tuyo, aunque sea sólo de padre, para que se ponga de tu lado —le recordó Paulina.

Sebastián tomó la fotografía, mostrando una sonrisa sarcástica.

¿Acaso Agustín no siempre se había creído hijo único, el heredero indiscutible de la familia Lucero? ¿Y si de pronto le salía un hermano dispuesto a pelearle la herencia? ¿Seguiría tan seguro de sí mismo y con ganas de burlarse de los demás?

En ese momento, Agustín hasta podría terminar peor parado que él mismo.

...

Maldivas.

Agustín y Fabiola llevaban todo el día brincando de una aventura a otra, como si quisieran exprimir cada rayo de sol. Al atardecer, Agustín fue a recoger a Regina, Frida y algunos amigos del círculo social.

—¡Hoy me divertí muchísimo! —exclamó Fabiola, abrazando el brazo de Agustín mientras iban en el carrito turístico.

Después de un día tan intenso, Fabiola había bajado la guardia. Ya no veía a Agustín sólo como el jefe al que debía servir; por fin empezaba a acercarse a él, aunque fuera un poquito.

Al notar que Fabiola se le acercaba sin reservas, Agustín no pudo evitar sonreír, sintiendo que valía la pena esforzarse tanto por ella.

Definitivamente tenía que sacarla más seguido.

Capítulo 227 1

Capítulo 227 2

Capítulo 227 3

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