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Florecer en Cenizas romance Capítulo 271

—No tengas miedo, aquí estoy —susurró Agustín mientras la apretaba fuerte contra su pecho, tratando de tranquilizarla.

Fabiola percibió de inmediato el olor metálico de la sangre y el fuerte aroma a licor en él. Encendió la luz casi corriendo, y al ver las manchas rojas en la camisa blanca de Agustín, sus manos temblaron mientras lo revisaba de arriba abajo. En sus dedos quedaron rastros de las marcas que él mismo se había hecho.

—¿Fuiste a la casa? —preguntó Fabiola en voz baja, dándose la vuelta enseguida para buscar el botiquín y curarle las heridas.

Agustín no contestó. Permaneció en silencio, sentado, con la mirada fija en ella.

Cuando Fabiola terminó de limpiar y vendar sus heridas, lo miró a los ojos.

—¿Es cierto que Gastón vino a Ciudad de la Luna Creciente? —preguntó.

Agustín no respondió. Solo la atrajo hacia él, sentándola en sus piernas.

—Fabiola…

El olor a alcohol era tan intenso que era obvio cuánto había bebido. Fabiola, con el corazón estrujado, lo abrazó con fuerza.

—Aquí estoy, Agustín.

—Eres lo único que tengo…

La voz de Agustín salió ronca, casi ahogada, mientras escondía la cara en el cuello de Fabiola.

A ella se le humedecieron los ojos. Esta vez, el viejo Lucero sí había herido de verdad a Agustín.

—Pero… ni siquiera puedo protegerte…

Lo que le dolía a Agustín no era lo que le habían hecho a él, sino darse cuenta de que, tras tantos años de planear y luchar, seguía permitiendo que Fabiola resultara lastimada una y otra vez.

Nadie sabía lo feliz que se había sentido con la llegada de su primer bebé. Había soñado que, en poco tiempo, por fin podría tener una familia completa con Fabiola.

Se prometió a sí mismo que sería un buen padre. Aunque nadie le enseñó cómo, aunque no sabía por dónde empezar, se esforzó en buscar información, en ver videos, en tratar de aprender cómo otros hombres cuidaban a sus hijos.

Pero a ese hijo no pudo protegerlo.

Y ahí estaba él, un fracaso total: como hijo, nunca fue esperado; como padre, tampoco logró salvar esa vida tan frágil…

—Agustín, gracias por aparecer en mi vida… —susurró Fabiola, recostada en su hombro—. Porque llegaste cuando más lo necesitaba, me sacaste del abismo. Si no fuera por ti, no sé si seguiría aquí. Yo también solo te tengo a ti…

Eran dos almas heridas, salvándose mutuamente.

...

Capítulo 271 1

Capítulo 271 2

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