Karla apretó los puños, llena de rabia. Era obvio que las palabras de Griselda le dieron justo donde más le dolía. Y sí… ya llevaba bastante tiempo de regreso en la familia Barrera, pero el abuelo seguía delicado de salud y nunca había hecho una fiesta de bienvenida oficial, ni tampoco había anunciado públicamente ante los medios y el círculo empresarial que ella era Karla, la heredera de los Barrera…
Así, no era más que una “heredera” de nombre, sin poder real.
Mientras más lo pensaba, más sentía que debía hablarlo con Paulina. Tenían que presionar al abuelo para que la reconociera oficialmente cuanto antes.
Cuando Griselda llamó a la policía, Karla empezó a asustarse de verdad. Pensó que Griselda y Fabiola solo la estaban amenazando, pero en menos de lo que imaginó, unos policías del sector de la universidad llegaron y se la llevaron.
Karla seguía gritando, exigiendo que le dejaran llamar a Fabián, pero Fabián ni siquiera le contestaba.
Desesperada, no le quedó más que marcarle a Paulina.
—Hermana, Fabiola llamó a la policía. Dice que la difamé, ¿qué hago?
Karla ya tenía el llanto atorado en la garganta.
—¿Y Fabián? Que él lo arregle —resopló Paulina, visiblemente fastidiada. Tenía mil pendientes en Ciudad de la Luna Creciente y no estaba para estos líos.
—Fabián no me contesta. Me están subiendo a la patrulla…
—Déjalo en mis manos, voy a llamarle.
Paulina colgó y enseguida intentó contactar a Fabián, pero no obtuvo respuesta.
Fabián ya sabía que Karla se había metido en problemas, así que se hizo el desentendido y ni miró las llamadas.
Ya inventaría que en la noche estuvo en junta y el celular en silencio.
A Karla le hacía falta una lección.
...
Hospital Costa Esmeralda.
Ese día, Gastón había pedido permiso en el trabajo para acompañar a Elvira al médico.

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