Florecer en Cenizas romance Capítulo 311

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Por Fabiola, Fabián ya había decidido empezar a ajustarle cuentas a Paulina y Héctor antes de tiempo. Hasta que no terminara de resolver de una vez por todas el asunto con esos dos, no podía llevar de regreso a Fabiola.

Fabiola asintió en silencio y subió al carro de Fabián.

—¿Te puedo llamar Fabiola? —preguntó Fabián, con voz tranquila.

Fabiola asintió de nuevo.

—¿Tú quieres a Agustín? —soltó Fabián, sin rodeos.

Fabiola se quedó sorprendida un instante, pero no dudó. Asintió directamente.

Querer...

En los ojos de Fabián se asomó un dejo de desilusión. Que tantos quisieran a Agustín no era lo que él hubiera preferido.

—Si Agustín lo perdiera todo, si todos lo pisotearan, si ya no tuviera ese brillo de ser el “príncipe” de la Jet Set de Ciudad de la Luna Creciente... ¿tú aún lo querrías? —insistió Fabián, mirando de frente a Fabiola.

—Lo que yo quiero de él nunca ha sido ese brillo —respondió Fabiola, confundida por qué todos le hacían siempre esa misma pregunta.

Cuando quiso a Sebastián, tampoco fue por el aura de heredero del Grupo Benítez.

Lo que le atraía de Sebastián era esa sensación de seguridad que le ofrecía.

Pero Agustín... Agustín era ahora todo su sostén, el pilar de su vida, su único refugio y la fuente de su valor.

—Cuando me metí en problemas y la policía me llevó, fue él quien fue por mí a la comisaría. Cuando mis compañeros me hicieron la vida imposible, él fue quien me sacó del apuro. Cada vez que necesité a alguien, él estuvo ahí, siempre detrás de mí. Me dio toda la seguridad que necesitaba, me permitió soñar con una vida diferente...

Fabián la observó con una expresión pensativa.

Entendía perfectamente cómo Fabiola había pasado de depender de Agustín a enamorarse de él.

Fabiola era de esas personas que arrastraban una carencia brutal de seguridad; personas así suelen enamorarse fácilmente. Pero Agustín llegó a su vida demasiado temprano, y prácticamente ocupó todo el espacio en su corazón, haciendo que sacar a Agustín de ahí fuera casi imposible para cualquier otro.