Fabiola soltó una carcajada y le levantó el pulgar a Griselda.
Karla se enfureció, pero no se atrevió a hacer nada porque ya había visto lo ruda que podía ser Griselda. Ni de chiste podía ganarle en una pelea.
Griselda era como una guerrera. Karla no podía ganarle ni con insultos ni a golpes, así que no le quedó de otra más que aguantarse y tragar su coraje.
—Te invito a la fiesta de cumpleaños de la señorita Barrera, espero que puedas acompañarnos —Fabián Gallegos miró a Fabiola y habló con un tono que dejaba intenciones en el aire.
Fabiola ni le prestó atención.
—No pienso ir.
—Agustín va a estar ahí —Fabián la soltó como quien no quiere la cosa.
Eso sí le picó a Fabiola. Lo miró, molesta, intentando descifrar si estaba de parte de Karla, quería obligarla con amenazas o tenía algún otro plan.
—El viejo también irá. Ese día habrá mucho movimiento, señorita Fabiola, sería bueno que fuera a ver qué pasa —Fabián sonrió de forma misteriosa, aunque sus ojos no mostraban señales de querer pelea.
Fabiola, que al principio estaba a la defensiva, notó que Fabián parecía ir en serio, al menos en ese momento. Al final, asintió.
—Si mi esposo va, yo también voy.
Fabián alzó la comisura de los labios y se dio media vuelta para subirse al carro y marcharse.
Karla seguía tan insoportable como siempre. Estaba convencida de que Roberto había organizado esa fiesta de cumpleaños para anunciar su identidad ante todos.
—¿De verdad vas a ir al cumpleaños de Karla? Seguro va a querer hacerte pasar un mal rato, a ti y a Agustín —Griselda frunció el ceño, preocupada—. Mejor te acompaño, así, si hay bronca, yo te cuido.
Fabiola soltó otra carcajada.
—Griselda, eres la mejor.
Griselda levantó la barbilla, orgullosa, y le dedicó una mirada cariñosa a Fabiola.
—Para eso estamos las amigas, ¿no?
Fabiola sintió que el corazón se le llenaba de calidez. Tener amigas así, era lo más bonito del mundo.
...
Casa de Karla.


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