Florecer en Cenizas romance Capítulo 377

Frida jamás le había mencionado ese asunto a Tomás. Primero, porque en el fondo no le quitaba el sueño la idea de que alguien pudiera “robarle” a Tomás; después de todo, los hombres no eran lo más importante en su vida. Segundo, confiaba plenamente en él.

—Entonces busco a otra persona —comentó Tomás, sin querer que Frida se preocupara.

—No hace falta —replicó ella, mirándolo de frente—. Tú eres quien hace la evaluación de riesgos. Si crees que no hay problema con ella, úsala.

—Frida, ¿sabes qué es lo que más me saca de quicio de ti? —soltó Tomás, con una mezcla de resignación y risa.

Frida rodó los ojos con descaro. Toda ella era una rebelde, así que, ¿cómo iba a saber exactamente qué parte de su personalidad molestaba más?

—Nunca te pones celosa por mí —dijo Tomás, algo molesto—. Si desde antes sabías que ella tenía interés, ¿por qué apenas lo mencionas ahora?

—Que otras se mueran por ti es asunto de ellas. Si tú caes o no, depende de ti. Si tan fácil te dejas atrapar, ¿para qué quiero un repollo marchito como tú? —Frida lo tomó por la corbata y lo acercó hacia sí, sentándose en sus piernas—. Amigo, en el planeta hay más de tres mil quinientos millones de hombres, yo puedo conseguir otro cuando se me antoje.

Tomás la miró con intensidad y, de repente, la jaló con fuerza, mordiéndole los labios a modo de venganza.

—Atrévete a buscar a otro y verás…

...

Mansión de la familia Barrera.

Roberto había regresado a casa hacía apenas unos días cuando enfermó gravemente. Esta vez, su salud estaba tan delicada que toda la familia Barrera y el Grupo Barrera entraron en alerta máxima.

El señor tenía muy claro el estado de su salud, y por eso se había apresurado a declarar que Karla era una impostora y a reforzar su testamento. Solo quería asegurarle el futuro a su verdadera nieta, temiendo morir de repente y dejarla desprotegida.

—Señor Roberto, ya despertó —dijo Fabiola, que llevaba todo el tiempo junto a la cama.

Ella no sabía exactamente por qué Agustín le había pedido que se quedara ahí, pero si Agustín lo decía, ella obedecía.

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