Florecer en Cenizas romance Capítulo 403

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Violeta entrecerró los ojos, observando la espalda de Fabiola mientras se alejaba.

—Je… ¿Una huérfana creyéndose la dueña de la familia Lucero? Todavía no está decidido en manos de quién va a terminar la familia Lucero —murmuró para sí, con un tono cargado de veneno.

En el fondo, Violeta ya daba por hecho que su plan funcionaría. Solo necesitaba que Gastón se contagiara de alguna enfermedad, conseguir una prueba en su contra, y así podría manipularlo a placer, convirtiendo a Gastón en un simple títere bajo su control, y con eso, tomar las riendas de la familia Lucero desde las sombras.

Soltó un bufido despectivo antes de encaminarse hacia la salida de la escuela.

—¿A dónde vas, Violeta? ¿No vas a entrar a clase? —preguntó una chica que caminaba junto a ella.

—Tengo que salir un momento —contestó Violeta, decidiendo buscar personalmente a Agustín.

Sí, era malintencionada y calculadora, pero su mayor defecto era lo engreída que podía ser. Siempre pensaba que sus planes eran infalibles y que, con Agustín hundido en la miseria, tenía derecho de sobra para ir a verlo y hablarle con aires de superioridad.

Además, Paulina se lo había dejado claro: el jefe detrás del telón había dicho que, en cuanto Agustín perdiera su dinero a manos del Grupo Benítez, lo eliminarían sin demora. Agustín no tenía mucho tiempo de vida.

Por otro lado, si Agustín se mantenía alerta y no caía en la trampa, quienes movían los hilos pondrían en marcha el plan B, y aun así lo borrarían del mapa.

O sea, no había escapatoria: el destino de Agustín estaba sellado.

Violeta esbozó una sonrisa torcida, convencida de que el éxito era suyo, y se fue directo al Grupo Benítez a buscar a Agustín.

...

Grupo Benítez.

Sebastián recibió personalmente a Agustín. Por petición de Julián, todo el personal del Grupo Benítez se desvivía en atenciones con Agustín, tratándolo con el máximo respeto.

Al fin y al cabo, mientras el dinero no estuviera en sus manos, todos debían seguir con la farsa.

—Cuando Agustín suba, pórtense como debe ser —advirtió Julián, frunciendo el ceño mientras miraba a Lucas Benítez, quien aún tenía clavada la espina de la vez que Agustín le había dado una paliza.

—Le sugiero que haga que Lucas salga del grupo por ahora, no vaya a ser que Agustín lo vea y se moleste —dijo Sebastián, con voz baja pero firme.

—Sebastián, deja de meter cizaña. Lo que quieres es aprovechar para quedarte con todas las acciones y el control del Grupo Benítez, sacarme de la jugada, ¿o no? Si de verdad puedes cerrar el trato, entonces hablamos —replicó Lucas, rechinando los dientes.