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Florecer en Cenizas romance Capítulo 454

La actitud de Gastón claramente complació a Violeta y Cristóbal.

Ambos empezaron a moverse con todas sus fuerzas para ayudar a Gastón a tomar el control de la empresa.

Gastón tampoco se quedó atrás. Apenas tuvo un poco de poder, se deshizo de varios de los mandos medios más importantes que Agustín había dejado en puestos clave, despidiéndolos sin titubear.

—Gastón es apenas un mocoso, no sabe ni por dónde le da el aire. Si le dejan el Grupo Lucero, tarde o temprano lo va a llevar a la ruina —soltó uno de los directivos durante una reunión de alto nivel.

La inestabilidad en el Grupo Lucero era evidente; cada vez más empleados sentían que cualquier día podían perder su trabajo.

—Gastón fue el sucesor nombrado por César, ¿qué, ya se les olvidó? ¿O es que están pensando en rebelarse?

—¿Así le van a pagar al viejo todo lo que hizo por ustedes?

La cúpula estaba dividida en dos bandos: unos defendían a Gastón, otros aseguraban que no estaba hecho para el cargo.

—Cuando el señor Agustín estaba aquí, decía que Gastón podía hacerse cargo del Grupo Lucero, pero sólo cuando de verdad estuviera preparado —alguien puso el dedo en la llaga.

—¡Agustín ya está muerto! Y aunque estuviera vivo, igual ya lo habrían hecho a un lado. ¿Por qué tenemos que seguir escuchando sus órdenes? —interrumpió Violeta entrando al recinto, con un tono firme y seguro—. Gastón es el único heredero. Así no quieran soltar el poder, se acabó: van a tener que hacerlo.

Violeta, con esa voz cortante que no aceptaba discusión, le indicó a Gastón que ocupara la silla principal.

Gastón se sentó y no dijo ni una palabra, dejando que Violeta hablara por él durante toda la reunión.

—Durante los años que Gastón estuvo estudiando, la que estuvo al pendiente de la empresa fui yo —dijo Violeta, mirando a su alrededor.

Al escuchar eso, los que habían sido leales a Agustín casi explotaron.

Que la hija de un mayordomo fuera parte de la directiva era algo que nunca se había visto.

—El viejo los formó a ustedes para ayudar a la dirección, ¡no para que ustedes se adueñaran de todo! —reclamó uno de los presentes, poniéndose de pie furioso—. Esto es una locura. Si el señor Gastón de verdad quería esto, entonces no me queda más que renunciar.

—¿Nos vas a amenazar con tu renuncia? Pues adelante, vete si quieres. Y que Recursos Humanos le pague a don Gerardo seis meses de sueldo extra —dijo Gastón, poniéndose de pie para respaldar a Violeta.

A ojos de todos, Gastón ya no era más que un inútil sin remedio.

Apenas dijo eso, varios de los altos mandos salieron del lugar dando portazos, indignados.

Cuando sólo quedaron los leales a Violeta, se miraron entre sí y sonrieron, dándole su apoyo a Gastón.

—Así se hace, Gastón. Nuevo jefe, nueva mano. Ahora que ya se fueron esos, por fin vamos a tener paz aquí.

Gastón asintió con desánimo.

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