—Señor Fabián, ¿cómo está el viejo señor? —Del otro lado del elevador, los altos mandos más importantes del Grupo Barrera también habían llegado apresurados, con el cansancio marcado en la cara.
Ellos necesitaban saber quién sería el próximo líder del Grupo Barrera.
Para todos ellos, Fabián era el candidato ideal. Sabían que él sí tenía la capacidad para el puesto.
—El jefe está delicado, sigue en observación. Es demasiado pronto para hablar de estas cosas —Fabián contestó, claramente disgustado.
—¿Pero no fue usted quien nos avisó...? —el vicepresidente, al frente del grupo, miró sorprendido a los demás directivos.
—Nos llegó un mensaje al grupo, decía que usted pidió que viniéramos al hospital, para acompañar al jefe... —otro director sacó el celular y mostró la pantalla.
Paulina sonrió levemente y se adelantó, quedando frente a todos los altos mandos.
—Yo fui la que mandó a dar el aviso. Hoy, aprovechando la situación, quiero que de una vez se aclare el tema de la sucesión del Grupo Barrera.
—¿Y tú qué derecho tienes para hablar de herencias? El jefe ya lo dejó claro hace tiempo: Héctor y tú no tienen ningún derecho de heredar nada, la familia Barrera no tiene nada que ver con ustedes —el vicepresidente Varela habló con enojo, señalando a Paulina.
Paulina apretó los labios, molesta, lista para responderle, pero Héctor se adelantó caminando hacia ellos.
Héctor soltó una risa confiada.
—Entre padre e hijo no hay pleito que dure toda la vida. Yo y mi papá siempre hemos tenido nuestras broncas, pero al final soy su único hijo, su única sangre. Aunque no haya testamento, la ley de herencia me da a mí todo el derecho.
—¿Dices que no hay testamento? —Fabián se volteó hacia Héctor, con una mirada cortante.
—El testamento del jefe ya se dio a conocer. Todo lo que tiene la familia Barrera, nadie más puede tocarlo. La única heredera es la señorita Karla —el vicepresidente Varela apuntó a Héctor—. Tú no tienes ningún derecho.
—¿Y si esa “querida sobrina” mía ni siquiera está viva? Alguien que lleva tantos años desaparecida… Si nunca aparece, el testamento no se puede hacer válido. Si declaran el testamento nulo, entonces, como hijo y como tío, tengo todo el derecho de quedarme con todo —Héctor se mostró completamente seguro.
Él y Paulina confiaban en que, mientras Karla no se presentara ese día, sus posibilidades de quedarse con la herencia serían altísimas.
Fabián no discutió. Solo bajó la cabeza y miró su reloj de pulsera.

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