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Florecer en Cenizas romance Capítulo 64

El semblante de Martina era todo menos agradable; su mirada fulminó a Agustín, cargada de rabia.

—Soy la hija mayor de la familia Gallegos, mi futuro esposo es Sebastián. Ella, sin ti, ¿qué crees que sería?

Martina no se daba por vencida. Sin Agustín, Fabiola no sería más que una huérfana, alguien a quien cualquiera podría pisotear.

—Ja… —Agustín giró su atención hacia Sebastián—. No termino de entender qué le gusta al señor Sebastián. Que una mujer tenga que conseguir un marido para obtener beneficios empresariales y aun así se sienta superior… qué ironía.

Luego, sus ojos volvieron a clavarse en Martina.

—Si fueras una huérfana sin respaldo de familia, no le llegarías ni a los talones a Fabiola.

Algunas personas necesitan pisotear a quienes les falta lo que ellas presumen tener.

—Agustín, ya bájale —soltó Sebastián, sintiendo cómo se le iba el color del rostro; después de todo, Martina era su amiga de toda la vida, la mujer que siempre había amado.

—¿Eso te parece pasarse? Tú sabes bien que ella se casó con William, el director regional de Finanza Rey en Latinoamérica, y que gracias a ese matrimonio la familia Gallegos obtuvo grandes ventajas. Y también sabes que William ya tenía esposa antes, y que tu ‘amor de toda la vida’ se metió de amante para que la familia se beneficiara. —Agustín no le daba a Martina ni una pizca de dignidad.

La cara de Sebastián se desfiguraba con cada palabra.

Martina siempre había manipulado a Sebastián usando su culpa por no haberla protegido antes, pero si él supiera que fue la propia Martina quien buscó esa relación, seguramente se decepcionaría de ella.

Ahora Martina empezó a ponerse nerviosa.

Con el rostro desencajado, se aferró al brazo de Sebastián.

—Sebastián… lo del matrimonio fue cosa de la familia, me obligaron…

—Qué absurdo —retrucó Agustín, tomando la mano de Fabiola antes de mirar a su asistente—. Lo del acoso escolar, que se investigue a fondo y se sancione a quien sea responsable, sin excepciones.

Esa frase iba dirigida especialmente a Sebastián.

Renata, él no pensaba dejarla pasar.

Y también quería que Sebastián entendiera que el responsable de exigir justicia era él, Agustín, no Fabiola. Así que insistir con Fabiola no serviría de nada; mejor dejara de buscarla.

Renata ya estaba llorando, aterrorizada, buscando a Sebastián con la mirada.

—Hermano… por favor, ayúdame, ¡no quiero ir a la cárcel!

Sebastián se veía cada vez peor, con la cabeza a punto de estallar.

No iba a permitir que Renata acabara en prisión, pero al tener a Agustín enfrente, sabía que el precio sería alto.

Se frotó el entrecejo, luego encaró a Agustín.

—Señor Agustín, ¿de verdad tenemos que terminar como enemigos?

Podrían sacar provecho ambos, si tan solo se lo propusieran.

Capítulo 64 1

Capítulo 64 2

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