Justo cuando estaba por dejar el celular para dormirse, Fabiola vio de pronto un tema que estaba explotando en redes.
[El heredero de la Jet Set de Ciudad de la Luna Creciente, Agustín, anuncia su boda.]
Una noticia que, en cuestión de diez minutos, ya había escalado directo al primer lugar de las tendencias.
Fabiola, nerviosa, tocó el enlace para ver de qué se trataba. La primera publicación era del propio Agustín en Twitter: había subido una foto mostrando la portada de su acta de matrimonio, acompañada de unas palabras: [Promesa cumplida, te doy un hogar.]
Fabiola no entendía del todo el sentido de esa frase, pero publicar su acta de matrimonio era, sin duda, una advertencia directa para Sebastián.
Ella se sorprendió. Agustín la estaba protegiendo mucho más de lo que imaginaba.
Sintió cómo el corazón le latía más rápido. Dejó el celular a un lado y se acurrucó bajo las cobijas.
No sabía por qué, pero ver ese tuit le dio una tranquilidad extraña, como si de pronto sintiera que Agustín podría ayudarla a superar cualquier tormenta que viniera.
Perdida en ese pensamiento, no supo cuánto tiempo pasó dormida. En algún momento, sintió que alguien entraba en su cuarto, pero el sueño era tan profundo que ni siquiera logró abrir los ojos. Simplemente siguió durmiendo.
A la orilla de la cama, Agustín le acomodó de nuevo las cobijas, se quedó parado un rato mirándola y, finalmente, salió del cuarto.
...
A la mañana siguiente, Fabiola despertó y Agustín ya no estaba en la casa.
Tal y como habían planeado, él debía irse temprano a un viaje de trabajo; solo se había adelantado para poder casarse con ella primero en Costa Esmeralda, así que ahora tenía prisa por atender sus compromisos.
[Regreso pasado mañana, te llevo al orfanato.]
Agustín no había olvidado su promesa de llevarla de vuelta, así que le dejó un mensaje por WhatsApp.
Fabiola sonrió al leerlo y se estiró en la cama.
—De verdad que Agustín es una gran persona —murmuró para sí.
No podía evitar sentir un poco de envidia por la mamá de Vanessa, por haber tenido a alguien como Agustín a su lado. Pero aun así, no entendía por qué esa mujer habría decidido quitarse la vida.
—Señora, ¿tiene algún plan para hoy? Le aviso al chofer —preguntó Sofía, sonriente, después de preparar el desayuno.
Fabiola asintió.


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