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Florecer en Cenizas romance Capítulo 90

—Fabiola, ¿estás bien? —preguntó Agustín desde la sala, después de haberla esperado más de una hora. Fabiola no salía del baño.

—Ya… ya terminé… —respondió ella, abriendo la puerta con torpeza. El vapor salió disparado, llenando el pasillo de calor.

Llevaba puesta una bata, el cabello goteando y el rostro un poco tenso. Se notaba nerviosa.

Agustín la miró de arriba abajo. Fabiola, la neta, tenía un encanto difícil de ignorar. Era dulce, pero había algo en ella que la hacía ver muy atractiva, superando incluso a muchas actrices famosas que él había visto en revistas.

—¿Por qué no secaste tu cabello? —le preguntó Agustín, sin darse cuenta de que su voz sonaba mucho más suave de lo habitual.

—Ya casi se seca… —Fabiola intentó justificarse, aunque había usado la toalla lo mejor que pudo.

Agustín no dijo nada más. Tomó la mano de Fabiola y la llevó de vuelta al baño. Él mismo agarró el secador y comenzó a secarle el cabello con movimientos cuidadosos.

El aire caliente le rozaba la cabeza y Fabiola sentía el corazón brincando. No era una niña ingenua, ya había estado con Sebastián antes, pero ni entonces había sentido este tipo de nerviosismo.

Fabiola lo observó a través del espejo. Agustín cuidaba de ella con una naturalidad que parecía muy familiar, como si lo hubiera hecho muchas veces antes.

Tal vez era porque tenía experiencia cuidando a la mamá de Vanessa, ¿no?

—Agustín… —murmuró de repente, justo cuando él apagó el secador—. ¿Tú… has estado con alguien antes?

Agustín no contestó de inmediato. Solo revolvió el cabello de Fabiola con la mano, como intentando esconder algo.

Fabiola se quedó pensando. Vanessa le había dicho que Agustín nunca dejaba que una mujer se le acercara. Entonces… ¿había tenido algo con la mamá de Vanessa o no?

Parpadeó con curiosidad. Era imposible que con veintinueve años, Agustín nunca hubiera tocado a una mujer. No tenía sentido.

—¿Te mueres de la curiosidad? —preguntó Agustín, sonriendo al ver la cara de Fabiola.

—Sí —asintió ella, chismosa.

—No… —respondió Agustín tras aclararse la garganta, y la tomó de la mano para sacarla del baño.

Fabiola se quedó paralizada. ¿El gran jefe a los veintinueve nunca había estado con una mujer? ¿Tan inocente era? ¿O había algo que no podía contar?

Mientras le daba vueltas al asunto, recordó la vez que Agustín le propuso lo del bebé de probeta en el carro. ¿Será que… en serio tenía un problema?

Para no herir su orgullo, Fabiola se atrevió a decirle en voz baja:

—Agustín, si te cuesta… podemos intentar lo del bebé de probeta.

No era fácil, implicaba inyecciones y medicinas todos los días, pero estaba dispuesta a intentarlo.

Agustín la miró de frente.

Capítulo 90 1

Capítulo 90 2

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