Florecer en Cenizas romance Capítulo 89

—¡Ay, este bolso! Lo había visto desde hace tiempo, pero mi esposo nunca quiso comprármelo —dijo la tía, radiante de alegría, y de pronto ya no le caía tan mal Fabiola—. Oye, Fabiola, ¿te vas a quedar varios días en Ciudad de la Luna Creciente? Si tienes tiempo, te llevo de compras.

Fabiola se quedó con la boca abierta, anonadada por la velocidad con la que todos cambiaban de actitud.

Cuando por fin se retiraron los tíos y los primos, Fabiola bajó la voz.

—Agustín, ¿cuándo preparaste esos regalos?

Agustín sonrió.

—Temía que te pusieran en aprietos, así que pedí que los tuvieran listos antes.

A Fabiola le latía el corazón con fuerza.

Un hombre así de bueno… ¿al final con quién terminaría?

No te hagas ilusiones, que no serás tú... —se recordó a sí misma en silencio.

...

Mientras tanto, César jaló a Roberto hacia el patio trasero.

—Roberto, ¿Karla sigue sin dar señales?

Pero la mirada de Roberto seguía fija en Fabiola. Desde que ella llegara, no le había quitado los ojos de encima.

—César, ¿no te parece que Fabiola... se parece mucho a Valeria? —le susurró Roberto.

César se detuvo, echó un vistazo hacia donde Fabiola platicaba con Agustín y asintió.

—Sí, tienes razón, se parecen.

Roberto bajó la voz, rasposa y cargada de emociones.

—En toda mi vida jamás le he fallado a nadie, excepto a Valeria. Si no me hubiera casado con ella, nunca habría tenido el respaldo de la familia Barrera, ni habría llegado a donde estoy... —le temblaba la voz—. Pero no supe cuidar bien a su hijo, ni proteger a su nieta. Por eso Karla sigue allá afuera, perdida.

César soltó un suspiro.

—Mira, mientras siga con vida, hay esperanza. Karla sigue viva, así que no todo está perdido.

Roberto se enjugó las lágrimas y asintió con fuerza.

—Claro, claro, mientras viva, todo puede mejorar. Cuando la encontremos, voy a darle el doble de cariño. Todo va a estar bien.

...

Después de la cena en la casa Lucero, Agustín llevó a Fabiola a recorrer el lugar.

VERIFYCAPTCHA_LABELVerificar