Hanna tomó su móvil y observó la hora, se dio cuenta que Madison ya se había demorado más tiempo de lo normal. Se llevó a los niños a la sala y colocó algunos de los juguetes que Alexander les había llevado.
Mientras los niños tomaban las piezas de los coloridos objetos, ella tomó su móvil y comenzó a llamarla, sin tener respuesta alguna.
— ¿Dónde estás? —se preguntó sintiendo una gran preocupación por su amiga, al observar que el tiempo seguía transcurriendo y no había noticias.
Al recibir una llamada de inmediato respondió.
—¿Madison?
—Le llamamos de la Cruz Roja, buscando algún familiar de la señorita Madison Davis —la mujer que llamó dijo.
—Soy… su cuñada —mintió. — ¿Qué le ocurrió? —preguntó asustada.
—La señorita fue arrollada por un vehículo, le hablo desde Elmhurst Hospital Center.
—¡No puede ser! —Hanna exclamó—, en este momento voy para allá —dijo asustada. La chica corrió por su abrigo y cuando tomó las llaves de su SUV, se detuvo en seco—. No pueden ir a un hospital. —Presionó sus labios con preocupación, tomó su móvil y decidió solicitar apoyo.
***
Alexander desabotonó su camisa y la dejó caer sobre el cesto de la ropa sucia, se recostó sobre su cama y tomó la fotografía que tenía de sus hijos.
—Les prometo que su vida va a cambiar —mencionó con seguridad. Estaba por apagar la luz, cuando recibió una llamada—. Espero que no sea para cuestionar mi comportamiento o querer cuestionarme, Hanna.
—Necesito que me ayudes —la chica dijo con evidente preocupación.
— ¿Qué te ocurre? —indagó de inmediato.
—Se trata de Madison —expresó—, está hospitalizada, estoy a cargo de los gemelos, no puedo moverme de aquí.
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