— ¡No puedo creerlo! —Hanna se llevó las manos a los labios, y los cubrió al ver la forma en la que se besaban.
— ¡Qué alegría me da! —Alice refirió y limpió las lágrimas que le escurrieron—, mis nietos tendrán una familia.
Adam ladeó los labios y frunció el ceño.
— ¿Es verdad? —cuestionó dubitativo—, hace tanto que deseaba que me dieran nietos y de pronto no solo me dan uno, sino son por partida doble. —Sonrió con emoción—. Muchas sorpresas en tan poco tiempo.
Alexander entrelazó los dedos a los de la chica, y giró para poder interactuar con sus invitados.
— ¿Cuándo será la boda? —cuestionó Luke.
—En tres semanas —Alexander contestó—. Estoy esperando a que me entreguen nuestra casa —comentó.
Madison sintió un escalofrío recorrerla al pensar que viviría bajo el yugo de aquel hombre que tenía por corazón un témpano de hielo.
****
Días después.
Alexander revisaba en su computadora, el diseño de interior de uno de los apartamentos que estaban remodelando en compañía de Luke.
—Wow —dijo su amigo—, Madison hizo muy buen trabajo —refirió.
— ¿Te parece? —cuestionó Alexander, mientras jugaba con su bolígrafo.
— ¿A ti no? —preguntó Luke.
—Sí, claro —contestó—, solo deseaba tu opinión.
— Dime una cosa, ¿qué te hizo tomar la decisión de convertirla en tu esposa? —lo miró fijamente a los ojos.
—A todo hombre le llega la hora de querer sentar cabeza —explicó con simpleza—, sabes muy bien que desde hace tiempo he buscado convertirme en padre.
—Eso lo sé muy bien, pero solo buscabas un vientre subrogado y no una esposa con la que convivirás por el resto de tu vida. Eso nunca ha entrado en tu vocabulario. Ni cuando Olivia era tu pareja y te engañó, nunca le pediste matrimonio, ¿Por qué con Madison sí?
—Desde que conocí a los pequeños me robaron el corazón, deseo darles estabilidad, no solo económica, quiero que mis hijos crezcan teniendo a su padre y su madre juntos.
Luke se quedó pensativo y no se atrevió a decir nada.
— ¿Qué estás pensando? —Alexander preguntó—, nunca has sido de los que sueles quedarse callados.
—Para que un matrimonio funcione se necesita un ingrediente primordial, eso es lo que he oído, no es algo que me conste, pero hasta donde tengo entendido lo que se requiere es amor… Y tú mi querido amigo, no lo has mencionado para nada.
Alexander rondó los ojos.
—El amor, solo hace a las personas vulnerables, los hace cometer los actos más ridículos que te puedas imaginar, te hace un ser débil y yo, no necesito eso en mi vida —gruñó—, mi prioridad es buscar el bienestar en los gemelos, me esforzaré por darles lo mejor.
—Dime una cosa, ¿hay algo que me estés ocultando? —cuestionó.
Alexander tomó un vaso con agua y bebió de golpe, estaba por responder, cuando Hanna ingresó sin tocar a la puerta, además de que la asistente estaba detrás de ella.
—Lo lamento, señor, no quiso que la anunciara.
—No te preocupes, conozco de sobra los buenos modales de mi hermana —resopló—, déjanos solos.
Alexander enfundado en un smoking esperaba a la novia en compañía de su padre, en cuanto la chica se acercó las notas de «Canon by Pachelbel», comenzaron a sonar. Los labios del joven se separaron al distinguir lo bien que se veía Madison.
De inmediato la recorrió con su mirada y apreciando lo bien que se veía con aquel vestido blanco,corte en sirena y cuello de tortuga, sin manga, enmarcando sus sensuales atributos.
En cuanto la joven llegó hacia él, comenzó la ceremonia. Las manos de Madison temblaron, al tener que firmar el acta de matrimonio frente al juez, y la familia Walton, para su fortuna fue una recepción muy íntima, a la que solo asistieron un par de socios de la empresa con sus esposas y nadie más.
Después de la recepción, los abuelos se quedaron con los pequeños, para que el nuevo matrimonio pudiera tener privacidad, por lo que Alexander se llevó a Madison a la que sería su nuevo hogar.
Durante el camino, ninguno cruzó palabra alguna, el flamante audi de Alexander se estacionó en estacionamiento de la residencia en la que vivirían, antes de que él pudiera llegar a la puerta del copiloto, Madison la abrió y descendió sin su ayuda, acomodó un par de mechones de su rizada cabellera y lo siguió para ingresar.
—No es necesario tener ninguna clase de atenciones entre nosotros, ambos sabemos que esta es una farsa y no es necesario fingir nada.
Alexander frunció el ceño y la fulminó con la mirada.
—Lo haría por cualquier persona —contestó molesto.
—No es necesario. —Caminó hacia la entrada de la puerta y esperó a que abriera con la llave.
—Bienvenida a tu nuevo hogar —refirió Alexander intentando sonar amable.
—O a mi nuevo infierno —chistó.
—Solo serán dos años —refirió lanzando las llaves sobre la mesa—, vamos arriba para que conozcas la que será tu habitación.
Madison abrió los ojos de par en par y se quedó paralizada, al imaginar que pasaría la noche con él.

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