Días después.
Madison esperaba en un importante restaurante, en el cual tenía una cita con uno de los socios de la compañía con la que estaban negociando la compra del complejo en el que ella participaba. Miró su reloj y frunció el ceño con extrañeza al darse cuenta que no llegaba aquel empresario.
— ¿Va a ordenar algo? —el mesero cuestionó.
—Traeme una limonada, por favor —solicitó.
Minutos después de que el mesero le llevó lo que pidió, un hombre ingresó y caminó a ella a grandes zancadas, plantándose frente a ella..
—Señorita Davis —pronunció y de inmediato la recorrió con su mirada, sintiendo como se le secaba la boca al ver lo bien que lucía con una blusa de seda en tono marfil, luciendo un discreto escote..
Al escuchar aquella voz, Madison abrió los ojos de par en par y se estremeció.
— ¿Qué estás haciendo aquí señor James? ¿En dónde se encuentra el doctor Smith? —indagó en tono duro.
James ladeó los labios y sonrió.
— ¿Acaso crees que iba a permitir que alguien más acudiera a nuestra reunión?
Madison se sorprendió al escucharlo hablar.
—Yo no tengo nada que tratar con usted, señor Moore.
—Lamento mucho decirle, arquitecta que me pasaron el proyecto de remodelación a mí, si quiere que sigan nuestras negociaciones, tendrá que verme… y muy seguido —se aclaró la garganta.
La joven arquitecta frunció el ceño.
—Me temo que vamos a tener que romper todas nuestras negociaciones con la empresa —inquirió con malestar.
—No creo que esté en condiciones de quedarse sin trabajo ¿o sí? —colocó sus dedos sobre los de ella, le vendría bien un ascenso y a mí lado puede tenerlo.
—No necesito nada que venga de un mentiroso como usted —dijo intentando no alterarse, para no armar un escándalo.
—Necesitamos hablar, Madi —James expresó mirándola a los ojos.
La joven negó con su cabeza.
— ¿Por qué me está acosando? —reclamó—. No tienes ningún derecho a acercarte a mí, después de lo que me hiciste —manifestó agitada.
—Lo sé y no imaginas lo mucho que estoy arrepentido. No he podido olvidarte, sin darme cuenta te volviste la persona más importante en mi vida —confesó—, dame una oportunidad en tu vida, deseo reparar el daño que ocasioné, por favor —suplicó.
Madison se puso de pie, tomó su bolso y salió del lugar.
James caminó detrás de ella, antes de que lograra salir del restaurante, la tomó por el brazo y dio un tirón para que la pudiera ver a la cara.
—Regresa conmigo —suplicó—, prometo que te haré la mujer más feliz de todo el mundo —indicó—, no tendrás queja alguna se mí.
—Dime una cosa, ¿acaso eres un hombre libre para pedir algo así?
—Eso no importa, mi vida, estoy seguro que podremos sortear juntos cualquier problema. —James se acercó con rapidez y sin pedir permiso, la besó.
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Dos horas más tarde.
Alison se acercó al gran espejo que había en la tienda departamental y recorrió con su azulada mirada el nuevo vestido que acababa de adquirir.
—También me lo voy a llevar —expresó satisfecha y sacó su tarjeta para liquidar las compras que realizó.
—¿Le agregamos los stilettos? —cuestionó la vendedora.
— ¿Y ese milagro que estás aquí? —Alexander preguntó a su hermana.
Hanna se encogió de hombros.
—Tenía ganas de comer la mejor lasaña del mundo. —Guiñó un ojo.
—Ya deberías enseñarle a cocinar —mencionó a su mamá riendo—, así la prepara en su propia casa.
—La cocina para los Walton es imposible —Hanna refirió y miró un mensaje que le llegó de una amiga que laboraba en la empresa: «Enciende la pantalla, están hablando de tu cuñada», la chica frunció el ceño, tomó el control y lo prendió.
— ¿Ocurre algo? —preguntó Alice.
—Eso es lo que deseo averiguar —indicó y lo puso en el canal que le indicó su amiga, comenzaron a indagar sin comprender.
Los presentes abrieron los ojos de par en par al ver que aparecía una fotografía de Madison y luego comenzaron a hablar sobre ella como una mujer que hacía lo que fuera para enredarse con empresarios importantes para poder salir de la miseria.
Alexander se puso de pie, sintiendo un fuerte corrientazo que lo recorrió cuando apareció un video de su esposa besándose con aquel hombre desconocido y luego comenzaron a hablar sobre el romance que había tenido años atrás con él, entonces empezaron a aparecer fotografías de ella con su viejo uniforme de limpieza, además que la relacionaron con más de un hombre importante que vivía en aquellas lujosas torres, hasta llegar a él.
— ¿Con quién te fuiste a enredar? —Alice se puso de pie, sintiendo su pecho agitado—, esto será un gran escándalo para nuestra familia.
Hanna separó los labios en una gran O.
—Debe haber una explicación de esto, mamá. No puedes juzgarla a simple vista.
— ¿De qué lado estás? —gritó Alice.
—Siempre hemos cuidado de nuestro buen nombre, como para que una muchachita venga a arruinar nuestra reputación —el señor Adam manifestó molesto.
—Necesito que cuiden de los niños. —Presionó los puños con fuerza y salió de ahí con la mirada ensombrecida, a su mente llegó aquel misterioso arregló de flores que le regalaron días atrás—. No tendré piedad de ti, si compruebo que me estás engañando —bufó.

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