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Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 31

Tres días después.

— ¿A dónde nos dirigimos? —cuestionó Madison a Hanna, quien llegó de improviso, sacó una maleta de su closet y empacó ropa de su amiga, para después subirla con los pequeños a su auto.

—Es una sorpresa —refirió la joven de forma misteriosa y continuó su trayecto. Luego de cuarenta minutos ingresó a un hangar privado en donde se encontraba un lujoso jet.

Madison miró con intriga a Hanna quien descendió corriendo para abrir el maletero, y sacar el equipaje de su amiga y luego una maleta mucho más grande que la anterior.

—Lleve esto al avión —ordenó al joven que se acercó.

— ¿Vamos a volar en eso? —lo señaló.

Hanna carcajeó al ver su cara apanicada.

—No, tú volarás en eso —expresó con emoción, le dio un beso en la mejilla y corrió hasta el auto, encendiéndolo de inmediato.

Madison giró su rostro para ver cómo agitaba su mano para despedirse llevándose a sus pequeños.

—Bienvenida señora Walton —mencionó la sobrecargo—, acompáñeme por favor.

Las piernas de la chica temblaron al ir subiendo por las escaleras hacia el avión.

— ¿Necesitas ayuda? —Alexander se asomó del avión y extendió su mano.

Las pupilas de Madison se dilataron al observar que llevaba luciendo un traje que le quedaba justo a la medida, además que su rostro enmarcaba una pequeña sonrisa, que lo hacían ver tan distinto.

—Gracias. —Se aclaró la garganta, en cuanto ambos entraron al jet, la joven se sorprendió al observar el interior del lugar, con amplios sillones de cuero que parecían estar comodísimos, con sus mesas al frente—, esto es muy ostentoso —refirió.

Alexander presionó sus labios para no reír.

—Acostúmbrate —manifestó y la llevó a tomar asiento.

— ¿Qué estás planeando? —inclinó un poco su rostro y lo miró con extrañeza.

—Daremos un paseo —manifestó con sencillez, se acercó a ella y le abrochó el cinturón, al observar que las puertas se cerraban.

El corazón de Madison se agitó al saber que estaban por despegar.

—Esto no estaba en mis planes —expresó en un hilo de voz y sus manos temblaron por lo que sujetó con fuerza sobre el reposabrazos y cerró sus ojos.

—No sabía que te asustaba volar. —Tomó la mano de Madison y entrelazó sus dedos a los de él.

Ella se estremeció al sentir la calidez de su piel, giró su rostro y enfocó su mirada al ver como sostenía su mano y no solo eso, le dejaba unas agradables caricias. En cuanto ya estaban a una altura adecuada, recibieron un par de bebidas.

— ¿Más relajada? —Alexander cuestionó.

—Sí, gracias. Sigo sin comprender nada.

—Ya lo harás —susurró en su oído.

De inmediato giró su cuello y sus miradas se reflejaron en la del otro.

—Últimamente pareces otra persona —dijo bajito—, preparas el desayuno, lavas los platos, no gritas, no estás malhumorado, ¿acaso te cambiaron en el hospital? —preguntó dubitativa.

Una sonora carcajada salió de los labios de él.

—Sigo siendo el mismo, disfruta de este hombre antes de que el encantamiento pase —bromeó.

—Ojalá nunca regrese aquel hombre —murmuró y dirigió su mirada hacia el azul del cielo y las nubes.

Alexander inhaló profundamente, al haber escuchado perfectamente su comentario.

***

Nueva York, Estados Unidos.

James ingresó a la reunión que tenía con su abogado y con Alison y su representante.

—Disculpen la demora. —Ladeó los labios.

—Siempre te ha gustado hacerte el importante —Alison bufó—, pero no eres más que un vividor igual que esa trepadora —gruñó.

—Cálmese señora —su abogado solicitó—, tenemos que ser más listos que ellos.

Alison inhaló profundo para contenerse al ver a James sonreír.

—Lo intentaré —expresó.

—Deseamos negociar los términos de la separación —expresó el abogado de James.

—Él ya es un adulto, no necesita que lo cuides de más.

—Estás insoportable —gruñó Alice—, quien se mete con alguien de mi familia, lo hace conmigo también. Dio un beso a los pequeños y salió—, deberías llevarlos a la casa, allá estarían mejor.

—No lo dudo, pero deseo estar en paz, mientras escribo mis cuentos baratos. —La miró con tristeza.

Alice giró en su eje para irse luego de escucharla, entonces chocó con un caballero.

—Luke, qué sorpresa —refirió Alice.

—Alexander me pidió que le ayudara a Hanna con los pequeños. —Miró a la chica y su corazón se estrujó luego de escuchar aquellas palabras.

—Adelante —Hanna refirió y ambos entraron.

***

París, Francia.

Después de descender del avión, le entregaron el poderoso Lamborghini en color blanco, que había alquilado, y llevó a dar un recorrido a Madison por las hermosas calles de la ciudad del amor.

El corazón de Madison se agitó lleno de emoción al ver desde los cielos a donde habían viajado.

—No puedo creer que estemos aquí —expresó sin ocultar su emoción.

—Me alegra que te guste —Alexander sonrió.

— ¿Por qué haces esto? —preguntó.

—Es mi forma de agradecer todo lo que has hecho por mí. —Presionó sus labios—, el doctor me dijo que a pesar que te pedí que te fueras, regresabas y te quedabas en la sala de espera, solo para saber mi estado de salud—, cuidaste de mí en casa. —Se encogió de hombros.

—Admítelo te sacaste la lotería conmigo. —Elevó una ceja y lo miró.

Alexander sonrió, estacionó el auto, en cuanto les abrieron las puertas, se dirigió hacia el lugar del copiloto para ayudarla. De inmediato señaló lo cerca que se hospedarían de la Torre Eiffel.

La mirada de Madison se iluminó.

—No puedo creerlo —expresó llena emoción, su mirada se cristalizó. De todos sus sueños este había quedado archivado en lo más profundo de su ser, ante la difícil vida que le tocó.

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