Madison tomó su móvil, llena de rabia.
—Maldito infeliz —bramó—, no voy a permitir que te acerques a lo que más amo en el mundo —indicó—, antes de que intentes cualquier cosa, voy a acabar contigo —gritó mientras sus dedos temblaban al buscar el número al que le había llamado días atrás.
Elevó su cristalina mirada al sentir como los dedos de Alexander le retiraron el teléfono.
—No tienes porque rebajarte al llamarlo, todo lo haremos a través de los abogados de la familia —indicó—, ya no estás sola, Madi. Me tienes a mí para pelear a tu lado por nuestros hijos.
La chica parpadeó dejando liberar las lágrimas que contenía.
—No permitas que los separen de mí, te lo ruego, son todo lo que tengo en la vida.
—Te doy mi palabra que no lo hará. —Retiró las pocas lágrimas que escurrieron con la yema de sus dedos. —Voy a llamar para solicitar que tengan listo lo antes posible el avión para regresar cuanto antes.
—Me parece bien. —Se dirigió al armario para comenzar a guardar las pertenencias de ambos en las maletas, mientras él hacía un par de llamadas en la sala.
—En un par de horas estará listo el avión —explicó y se fue a ayudarla, entonces la llamada del señor Adam hizo que imaginara que ya se habían enterado de los sucesos. — ¿Cómo estás papá? —intentó escucharse tranquilo.
—Estamos preocupados por los niños—refirió. — ¿Estás seguro que las pruebas de paternidad que te hiciste son confiables?
Alexander miró a Madi y frunció el ceño con extrañeza.
— ¿Por qué lo dices? —preguntó.
—Esto no es posible, otro escándalo.
Escucharon decir a Alice a lo lejos.
— ¿Qué ocurre mujer? —indagó el señor Adam.
—Está dando una conferencia a los medios de comunicación ese hombre, el amante de Madison, dice que los niños son de él —chilló—, esto es una tragedia, nunca nos hemos envuelto en escándalos—. Nunca debiste traer a la familia a esa desvergonzada —gritó.
—Déjame hablar a solas con mi hijo —se escuchó como el señor Adam forcejeó con Alice y cerró la puerta. —¿Dónde hiciste los estudios? —cuestionó
—Los hice en la clínica donde siempre nos atendemos —respondió.
—Entonces no tendremos de qué preocuparnos —expresó Adam.
Madison colocó su mano en su estomago al sentir una desagradable sensación de que las cosas no iban a ser nada sencillas. Era obvio que ese hombre estaba dispuesto a perjudicarla como sea.
Alexander comenzó a buscar aquella conferencia una vez que cortó la llamada, tomaron asiento al encontrarla.
***
James se presentó ante los medios de comunicación en las instalaciones de un lujoso hotel de la ciudad.
—Lo he convocado porque quiero que estén enterados de que estoy solicitando una prueba de paternidad sobre los niños Liam y Noah Walton Davis —explicó—, deseo que la verdad salga a la luz —habló con fuerza.
— ¿Está hablando de los pequeños que reconoció hace poco como sus hijos el famoso magnate Alexander Walton? —una reportera cuestionó.
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