Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 38

Toronto Canadá.

Madison sintió los rayos del sol sobre su rostro, abrió los ojos con pesadez, percibiendo la calidez de su pecho. Con cuidado tomó asiento y colocó sus dedos sobre su frente.

—No tienes fiebre —resopló con alivio.

—Buenos tardes —saludó el doctor William, bajito. — ¿Qué tal ha dormido? —cuestionó.

—Bien, se quejó, pero hasta ahí —expresó mirándolo con ternura.

—Me alegra escucharlo, tuvimos que bajarle la fiebre ingresándolo a una tina con agua helada.

Su mirada se cristalizó.

—Ayúdelo por favor —suplicó—, me duele mucho que tenga que pasar por esto, pero si usted nos asegura que tiene esperanza, nos aferraremos a ella, hasta el último momento —su voz se fragmentó.

El médico colocó su mano sobre su hombro.

—La hay, no pierdas la esperanza, el apoyo de la familia es vital. Lo vamos a monitorear y si no hay fiebre, podrás llevarlo a casa por la mañana. En una semana volverá a internarse, para la siguiente fase, será necesario que descanse y se alimente bien.

—Seguiré sus indicaciones al pie de la letra, lo prometo. Yo lo cuidaré muy bien —mencionó.

—No lo dudo —contestó el médico—. Voy a preguntar por qué no le han traído la comida. —Salió del lugar.

— ¿Qué harás para cuidarme? —cuestionó Alexander con pesadez. — ¿Vas a usar ese sexy vestido? —preguntó intentando sonreír.

—Si prometes ser obediente, quizás te complazca —mencionó emotiva. —¿Cómo te sientes?

—Un poco mareado —refirió.

Madison presionó el timbre para llamar a una enfermera, en eso ingresó una doctora.

— ¿Sucede algo? —cuestionó.

—Mi esposo se siente mareado —comunicó la joven.

Aquella mujer se acercó para revisarlo.

—¡Tú! —exclamó Alexander con sorpresa.

***

Nueva York.

Hanna caminó a grandes pasos por los pasillos de Walton company, su corazón latía agitado, ignoró por completo lo que le decía la mujer que fungía como asistente de presidencia.

—Señorita, no puede pasar, el doctor se encuentra en una importante reunión —expresó la chica.

—¿Dime que esto no es verdad? —mostró con la mirada llena de lágrimas una nota del periodico que llevaba.

Por la forma en la que ingresó la chica, llamó la atención de todos los socios, con los que estaba reunido Luke, en la sala de juntas. Sin poder evitarlo contuvo el aire al verla.

Se puso de pie acomodó su saco, y de inmediato se acercó a ella.

—Hablemos en privado. —La tomó con delicadez de su brazo y la guió hasta su oficina—. No quiero interrupciones —solicitó.

Al cerrar la puerta ambos se dirigieron a uno de los sillones y tomaron asiento.

—Lamento que te enteres de esta forma, pero es verdad —se aclaró la garganta—. Miró la nota: «El poderoso CEO, Alexander Walton, sale del país para someterse a tratamiento para intentar salvar su vida, ¿logrará hacerlo?».

Madison estalló en llanto ante la intempestiva noticia que recibió, cubrió sus labios con sus manos, su corazón ardía de dolor.

Luke tomó un pañuelo desechable y limpió sus mejillas.

—Siento mucho que te hayas enterado de esta manera —refirió.

— ¿Se va a morir? —preguntó con mortificación.

—Tenemos la esperanza de que no, por eso se está sometiendo a un tratamiento nuevo —explicó.

Hanna cerró los ojos y volvió a llorar.

— ¿Por qué no nos dijo nada? —cuestionó.

—Tampoco lo sabía. —El joven se acercó y la abrazó sintiendo una agradable sensación al reconfortarla.

—Tengo que irme. —Se puso de pie con rapidez.

— ¿Qué ocurre? —preguntó Luke.

—Mis papás deben haberse enterado de la misma forma que yo. —Sus ojos se abrieron de par en par—. Afuera está lleno de reporteros —mencionó.

CAPÍTULO 38. NOTICIAS EN VOZ DE TODOS 1

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