Entrar Via

Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 40

Semanas después.

En cuanto Alexander fue dado de alta, volvieron a su residencia, tal y como prometió a Madison, desde que se encontraban en Canadá comenzó a tomar terapia, y a enfocarse en el aquí y el ahora, empezando a limpiar aquella heridas que permearon en su ser y no lo dejaban vivir con plenitud.

Aprovechando que Madison y los pequeños no se encontraban, se dispuso a hacer algo diferente para agradecerles sus cuidados.

Eran cerca de las 7:00 pm cuando la chica regresó con sus hijos de hacer algunas compras, y comerse un helado.

—Alexander ya llegamos —Madison anunció.

—Llegamos —repitió uno de los gemelos.

—¡Papá! —exclamó otro de los niños.

En ese momento Madison recibió un mensaje de su móvil.

—Estoy en el jardín, esperándolos —comunicó.

Madison frunció el ceño con extrañeza, tomó de las manos a sus pequeños y salieron, se sorprendió al observar un camino de velas cubiertos con bombillas.

—Wow —los gemelos expresaron con sorpresa.

El corazón de Madison se sacudió, caminaron por aquella senda, hasta que se encontraron con una mesa de altura pequeña rodeada con varias almohadas para picnic, con un bonito mantel, el cual tenía charolas de sushi, una tabla de quesos y botanas con galletas, copas y una botella de vino blanco. Además que había una guía de guirnaldas con luces cálidas colgando sobre aquel espacio.

— ¿Les gusta? —cuestionó él.

—Es… hermoso —Madison dijo sin poder dejar de ver las hermosas flores blancas que los rodeaban.

En ese instante los niños corrieron hacia un brincolín que había colocado pensando en ellos.

—Esto es para agradecer todo lo que has hecho por mí. —Se acercó a ella y estiró su mano para que se sentara sobre aquellas almohadas.

—No tienes nada que agradecer —Madison refirió—, lo hice con gusto.

Alexander retiró un mechón que revoloteaba sobre el rostro de Madi y lo colocó detrás de su oreja.

—Espero que te guste el sushi —mencionó tomando un par de palitos.

Madison mordió su labio inferior y frunció el ceño.

— ¿Ocurre algo? —cuestionó él.

—Yo… no sé usar los palitos —expresó riendo.

—Soy muy torpe con ellos —intentó sujetar un rollo y este resbaló.

Alexander carcajeó sin poder evitarlo, entonces tomó un rollo de sushi y lo llevó hasta los labios de ella.

—Yo te voy a enseñar a utilizarlos —mencionó sin poder dejar de mirarla.

Madison sostuvo los palillos y en ese instante sintió la mano de él sobre la suya para guiarla.

—Gracias —Sostuvo los palillos en ese instante sintió la mano de él sobre la suya para guiarla.

Mientras comía aquel bocado sintió como sus mejillas se tornaban color carmesí al seguir intentando poder tomar los rollos con los palitos.

Alexander carcajeó al ver que se le caían.

—Practicaremos en otro momento. —Volvió a ayudarla.

—Tengo que irme. —Se arregló el moño de su rubia cabellera y salió de ahí con la respiración agitada al saber que tenía que dirigirse a uno de los centros de apoyo con mayor carencia de la ciudad. Recordó las palabras que le dijo su padre cuando despertó del coma inducido «Es hora de que madures».

***

Alexander y Luke esperaban afuera de los laboratorios a que saliera Madison con los pequeños, luego de que les tomaran las muestras para hacer las pruebas de paternidad.

— ¿Qué sabes de ese hombre? —le preguntó Alexander a su amigo.

Luke se aclaró la garganta.

—Parece que la suerte llegó a él cuando conoció a la hija del señor Smith, se hizo rico, hombre de negocios. Recientemente se divorció.

Alexander resopló.

—Intento ser un hombre diferente, pero con ese hijo de p… —una palabrota salió de sus labios—, no voy a poder, se burló de Madi y ahora desea hacernos la vida miserable.

—Hablando del rey de Roma —señaló con su mirada hacia donde Jame Moore estaba ingresando acompañado de su abogado.

— ¿Ya les están haciendo la prueba a mis hijos? —preguntó arrastrando la voz..

De inmediato Alexander se puso de pie, irguiendo su cuerpo, mostrando su imponente altura de un metro con ochenta y dos centímetros.

—Aquí no hay más padre que yo —espetó con su gruesa voz, enfocando su gélida mirada en sus ojos— . Hagas lo que hagas, no vas a apartarme de mi familia —aseguró con firmeza.

James inhaló profundo y tensó su mandíbula.

—Yo no estaría tan seguro. —Ladeó los labios y bufó—. Dicen que donde había fuego, cenizas quedan y yo te aseguro que Madison Davis, ardía entre mis brazos —se mofó.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Herederos para el Enfermo CEO