Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 41

—No caigas en sus provocaciones —Luke intervino—, es lo que está buscando —indicó con seguridad.

Alexander presionó con fuerza sus puños, estando a punto de golpearlo.

—No vales la pena —expresó intentando controlarse.

—Justo como lo pensé —murmuró—, no eres un rival para mí. —Elevó su mentón con altivez. —¿Cuándo estarán los resultados listos?

—En una semana —indicó el abogado.

—Nos veremos la cara pronto —manifestó con resentimiento—. Me comunicaré con Madi para preguntarle de qué color desea la habitación de nuestros hijos.

Luke se interpuso entre ambos.

—Mantenga a su cliente lejos del mío, o nos veremos en los tribunales —refirió—, no tiene porque estar aquí —mencionó.

—Será mejor que nos vayamos —refirió el abogado—, evitemos complicaciones. — Lo tomó por el brazo y se encaminó hacia otra sala.

— ¡Madi! —refunfuñó Alexander con molestia—,odio que la nombren con diminutivos —gruñó.

Luke ladeó los labios y sonrió.

—Voy a tomarte una foto para enviarsela a Madison —bromeó.

—No vas a pensar que estoy celoso y menos de ese tipejo —dijo.

—Por supuesto que no, solo deseaba que rieras un poco, para que se te pasara el enfado.

—Gracias —expresó y caminó hacia Madison quien salió con los pequeños—. Vámonos de aquí, James se encuentra aquí —solicitó.

—Infeliz —la joven expresó.

Luke tomó a uno de los pequeños y Alexander al otro, mientras Madison les colocaba una manta a cada uno para protegerlos de los periodistas que estaban por todos lados.

***

Por la noche.

Hanna se encontraba en una de sus cafeterías favoritas, trabajando en uno de sus manuscritos, plasmándoles delicadas ilustraciones. Un par de lágrimas cayeron sobre sus mejillas luego de que le rechazaron el libro en el que había trabajado durante mucho tiempo.

—No me voy a dar por vencida, te voy a demostrar que puedo —expresó pensando en la discusión que tuvo con su madre.

Al ver su reloj se dio cuenta que ya era tarde, cerró su libro y lo guardó en su bolso. Caminó entre la iluminación hacia su vehículo, justo cuando estaba por abrirlo, su corazón se agitó al sentir la presencia de alguien.

— ¡Quiero tu bolso! —indicó un hombre.

La chica pasó saliva con dificultad, giró con lentitud en su eje, entonces identificó al sujeto que sostenía un arma y le apuntaba.

Por instinto levantó sus brazos sintiendo que temblaba.

—Mira que bonita princesa me encontré —Sonrió ladeando los labios.

La chica abrió su bolso y sacó su manuscrito.

—Lleveselo —dijo con voz temblorosa.

El hombre agarró el bolso y haló con fuerza haciendo que se acercaran a él.

—No me haga daño —suplicó.

El sujeto carcajeó.

—Aquí las órdenes las doy yo —susurró.

Hanna palideció al sentir como la sujetó con fuerza de los brazos, sin pensarlo flexionó su pierna y está golpeó su entrepierna.

En cuanto el tipejo se dobló por el dolor, se giró dispuesta a correr, entonces chocó con el fornido torso de un hombre. Su cuerpo tembló al imaginar que se trataba de algún cómplice de aquel maleante.

***

Las grandes carcajadas de los pequeños inundaban la bañera, al estar sumergidos en sus tinas de baño.

CAPÍTULO 41. UN MAL PRESENTIMIENTO 1

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