— ¿En donde colocamos las repisas, señor? —cuestionó el hombre que llevaba los muebles para las habitaciones de los gemelos.
—Las quiero arriba de la cómoda —ordenó.
—¿En dónde colocamos estos juguetes? —indagó la joven de la limpieza.
James la recorrió con su mirada y sin poder evitarlo recordó cuando Madison acudió a su apartamento para hacer la limpieza, para su buena suerte se encontraba de vacaciones, mientras Alison estaba en recuperación, después de haberse puesto implantes en los senos.
Ladeó los labios y sonrió de forma perversa al encontrar a la candidata idónea para cumplir una de sus mayores fantasías en la vida. Tuvo una aventura con una empleada doméstica, por lo que comenzó a planear cómo seducir a aquella humilde muchacha.
—Vaya que es mi día de suerte —murmuró, mientras la joven sacaba el jabón para lavar los trastes, el hombre la recorría con lentitud, sintiendo como se le secaba la boca, al ver sus firmes chamorros y luego se perdió en sus voluminosos glúteos—. Te voy a hacer gritar mi nombre sin parar cuando estés entre mi brazos —aseguró con firmeza.
*
—La prensa se encuentra aquí —indicó la joven que acomodaba los juguetes.
James inhaló profundo y sonrió.
—Diles que pasen, traelos a la habitación, quiero que vean como está quedando la habitación de mis hijos. —Ladeó los labios. Mientras la chica salía, James corrió a su habitación para arreglarse la camisa—. Juro que te volveré a hacer gritar mi nombre y no querrás estar con nadie de más.
***
Hanna ingresó a la residencia de sus padres, luego de que le llamó el señor Adam.
— ¿Cómo estás cariño? —preguntó.
—Bien, papá —intentó sonreír.
—Te conozco bien, ¿qué te ocurre? —la miró a los ojos.
—Estoy preocupada por la situación de los gemelos —contestó.
—No te creo, a ti te sucede algo más.
Hanna tomó asiento en uno de los sillones del jardín y suspiró profundo.
—No es algo grave —refirió y vio que su mamá se acercaba con ellos—, luego te cuento —susurró. — ¿Cómo estás mamá? —preguntó.
—Nada bien, tenemos que hablar con Alexander, ese hombre el tal James el amante de Madison, se ha encargado de desprestigiar la reputación de tu hermano.
—Ese hombre está loco —expresó Hanna—. Ahora soy yo la que te pregunta, ¿de qué lado estás? —cuestionó—. Confías en tu hijo o ¿vas a seguir poniéndote en su contra?, Alexander y su familia se han alejado de ti. ¿En dónde está esa mujer dulce de la que hablaba tu hijo?
La mirada de Alice se cristalizó. Se puso de pie y se alejó de ellos.
—Lamento mi crueldad, pero la reacción de mi mamá, los está alejando de todos.
El señor Adam inclinó su rostro.
—La desconozco —expresó con tristeza.
****
Días después.
Madison estaba cepillando su larga cabellera, después de haberse duchado.
—Señora —la mujer que limpiaba la casa ingresó.
— ¿Qué ocurre? —cuestionó Madison.
—La buscan —indicó.
— ¿Quién es? —cuestionó con extrañeza.
La mujer se aclaró la garganta.
—Es el hombre que dice que es el padre de los pequeños.
Un par de horas después.
Alexander ingresó corriendo a grandes zancadas hacia su habitación.
—Madison, ¿te encuentras bien? —preguntó con preocupación.
La joven se despertó al escuchar a Alexander.
—Estoy bien —respondió mirándolo a los ojos.
—¿Te hizo daño? —preguntó con la mirada ensombrecida.
—No —contestó—, me encuentro bien.
Las grandes manos de James, la tomaron por las mejillas y acercó su rostro al de ella uniendo su frente a la suya.
—Debí estar aquí para ponerlo en su lugar —advirtió.
—Lo mejor fue que no estuvieras —ella dijo—, no sería bueno que te denunciara por agresión, eso te haría ver como un hombre violento para la convivencia con nuestros hijos, basta con que seas algo primitivo —bromeó.
Alexander no pudo evitar reírse.
—No puedo mentirte, he tenido ganas de golpearlo —confesó—, pero no soy tonto, sé que pondría en riesgo la estabilidad de nuestra familia y que podría tener pruebas para que alejarme de Noah y Liam.
—Me alegra que piensen en ellos antes que nada.
—También pienso en ti. —Besó sus labios—, por lo pronto Luke ya sabe lo que ocurrió por lo que no se podrá acercar a ti, solicitaremos una orden de restricción —anunció—, para que se mantenga alejado de ti.
—Es hora que comencemos a darle guerra —Madison refirió—, se me está ocurriendo algo. —Elevó ambas cejas—. Ya es hora que sepa que no podrá con nosotros.

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