—Buenos días —saludó Alice al ingresar a la residencia de su hijo.
—Hola, señora —respondió Madison. — ¿Le ofrezco algo de tomar? —señaló hacia la sala para que tomaran asiento.
—No gracias —contestó Alice presionando la mano del señor Adam, entonces comenzaron a escuchar las risas de los pequeños y de Alexander.
El señor Adam no pudo evitar dibujar una sonrisa al escuchar a su hijo tan feliz.
—Esos pequeños llegaron a cambiarle la vida.
Madison sonrió.
—Se esfuerza mucho por ser un buen hombre.
—Va a sufrir mucho cuando ese hombre ejerza sus derechos.
Madison presionó sus puños y observó con desagrado a Alice.
—Liam y Noah, son mis hijos —intervino Alexander sosteniendo a ambos pequeños.
—Pero los resultados dicen otra cosas —Alice expresó con nerviosismo.
—Son idénticos a mí, ¿no te basta con eso para creer en nosotros? —cuestionó a su madre.
—Ese hombre dice que Madison fue su amante y que esos niños son suyos. Su esposa lo confirmó.
—Ellos mienten —Madison hizo hincapié.
— ¿Los dos? —cuestionó Alice.
—Sí —Madison respondió sin titubear.
—Ojalá puedas reconsiderar tu postura con mi esposa, porque no me gustaría tener que elegir entre alguna de las dos. —Colocó a los pequeños en el suelo y abrazó a Madison—, siempre has sido una mujer sensata, desearía que vieras crecer a los niños y estuvieras cerca de mi familia. ¿Qué piensas mamá?
Alice inclinó la cabeza, se estremeció por completo al comprender las palabras de su hijo. «¿Sería capaz de alejarse de su vida?», la pregunta taladró su cabeza, se llevó las manos a su rostro, entonces sollozó.
—No llores —Alexander se acercó a ella, acarició su mejilla con ternura—. Estoy haciendo un esfuerzo muy grande por cambiar, me comporté como un miserable con Madison y no volveré a hacerlo, voy a cuidar de ella y a defenderla de quien sea, por favor recapacita.
Alice se abrazó con fuerza a su hijo.
—Lo único que deseo es que no vuelvas a sufrir, no deseo que te vuelvan a romper el corazón.
—Lo sé —Alexander respondió con cariño.
—Perdóname Madison, no volveré a entrometerme, si ustedes dicen que eso es mentira, les creeré.
Madison sonrió al escucharla y sonrió.
***
Luke sonrió después de que parte de su equipo logró hacer que pudieran rastrear las cuentas bancarias de algunos de los empleados que trabajan en los laboratorios en donde se hicieron aquellas pruebas.
—Ya los tenemos. —Sonrió ladeando los labios.
— ¿Qué procede? —una de las abogadas a su cargo, cuestionó.
—En cuanto lleguen los resultados, vamos a levantar una denuncia y se abrirá la investigación, contra quien resulte responsable —manifestó.
—Vaya que ese hombre no tiene escrúpulos —refirió la abogada.
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