Después de tomar una ducha y arreglarse con uno de sus clásicos trajes que solía usar, James se dirigió al comedor y se sentó esperando a que la muchacha que contrató, para que le llevara el desayuno.
— ¿Necesita algo más? —la chica cuestionó mientras le servía el plato de fruta.
—Me hace falta una hermosa mujercita, que me acompañe a desayunar. —Guiñó un ojo y le sonrió con coquetería.
Las manos de la chica temblaron al escucharlo.
—Voy por su café —dijo con nerviosismo.
—Ya caerás —expresó divertido, tomó el tenedor y comenzó a engullir sus alimentos.
Justo cuando estaba por salir de su apartamento se encontró con Madison, abrió los ojos de par en par al tenerla frente a él, inclinó su mirada y la observó de pies a cabeza.
—Te ves hermosa —manifestó al verla usar una falda tipo lápiz en color negro y un blazer en color blanco con un discreto escote.
—Vine porque deseo saber ¿qué es lo que pretendes con todo el teatro que montaste? —lo miró con dureza.
James observó que la joven de limpieza salía de la cocina.
—Déjame a solas con la señora, por favor.
—Sí, señor. —La chica tomó las llaves y salió.
Madison ingresó.
— ¿De qué teatro estás hablando? —Jame preguntó y se acercó.
—De todo lo que has hecho, inventar que tienes hijos —respondió—, querer pelear por una patria potestad que no te corresponde.
— ¿Qué te hace estar tan segura? —cuestionó.
—Alexander se hizo la prueba y se reconoció su paternidad —alzó la voz—, es más que claro que tú tuviste que ver con este cambio en los resultados, ¿qué es lo que pretendes?
—Quiero tener la familia de la que siempre hablamos, deseo poder estar cerca de ti y de nuestros hijos.
—Tú no tienes hijos, no tienes nada —contestó—, aquí traigo las pruebas. —Sacó de su bolso los nuevos resultados.
James abrió los ojos de par en par y su barbilla se tensó.
—Esto no es verdad —resopló al leer que era Alexander el padre.
—Quiero que me digas en la cara que es lo que buscabas.
—Yo solo deseaba recuperarte, estoy seguro que siempre me has amado —mencionó—, recuerdas cuando prometiste que me amarías toda la vida, no pudiste olvidarte de todas esas promesas. —Su mirada se cristalizó.
Madison se echó a reír.
—Eres un cínico, ¿quién podría amar a un mentiroso como tú? —expresó con resentimiento—, a un falso poco hombre. —Se encaminó hacia la salida—. Lo que deseaba saber ya lo escuche.
James se acercó a la puerta y se interpuso.
— ¿Acaso crees que te voy a dejar ir así tan fácil? —ancló sus manos a su cintura—. Recordemos los viejos tiempos. —La empujó haciendo que cayera al piso.
Madison emitió un fuerte quejido al golpearse.
***
Alison descendió del autobús que tuvo que tomar para llegar al otro lado de la ciudad y poder servir en el comedor comunitario al que la corte la condenó. Frunció el ceño sin poder evitarlo al ver el mal estado en el que se encontraban los edificios con grafitis sobre los muros, además de haber basura por todos lados.
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