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Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 48

Aurora, condado de Cayuga, Nueva York.

Luego de conducir por más de cuatro horas, James estacionó su auto y se dirigió hacia la casa de su único hermano. Se retiró sus gafas de sol sin poder dejar de admirar el lugar en el que vivía Oliver, rodeado de frondosos árboles, todo era verde por donde veía.

— ¿En qué lío te metiste? —preguntó Oliver al salir a recibirlo.

James se aclaró la garganta.

—Lo voy a solucionar —mencionó—, necesito quedarme un par de días.

Oliver tensó su mandíbula.

—No quiero problemas, no voy a arriesgar a mi mujer y a mis hijos, por tus estupideces.

—No me puedes dar la espalda, soy tu única familia —James refunfuñó.

—Claro que puedo —señaló—, me ha costado mucho trabajo formar mi patrimonio, como para que llegues tú y me pongas en riesgo, de que me acusen de ser tu cómplice.

—Eres un mal hermano, parece que ya se te olvido quien te ayudó a pagar tus estudios.

Oliver movió la cabeza.

—Te voy a dar alojamiento solo por hoy, lo más que puedo hacer es darte las llaves de la casa de nuestra madre para que te quedes allá, te proporcionare víveres, pero no me mezcles en las bajezas que haces, porque no somos iguales.

—Mañana por la mañana me iré —refirió y tomó su móvil, esperando tener respuesta por Alison, presionó con fuerza sus puños al ver que aún no leía sus mensajes.

***

Nueva York.

Las manos de Alison temblaron al desbloquear su móvil, para leer aquellos mensajes:

—Hola, Ali. Necesito verte, quiero que hablemos, nena.

Alison mordió su labio inferior, inhaló un par de veces y continuó leyendo.

—Respóndeme por favor, te necesito, no me abandones.

Su corazón se agitó aún más al ver que llegaba otro.

—¿Qué te parece si nos vemos mañana, en casa de mi madre?, ¿recuerdas cómo llegar? —cuestionó.

Los dedos de la chica temblaron al comenzar a responder.

—Estaré ahí.

—Bien, te espero a las 2:30 para comer juntos. Prometo que compensaré cada lágrimas que derramaste por mi culpa, nena. No te volveré a fallar, lo juro.

Alison decidió apagar su móvil, tomó el antifaz y se recostó, entonces recordó que tenía que ir al comedor comunitario.

***

James se recostó sobre la cama y ladeó los labios.

—Aún te tengo comiendo de mi mano —refirió sonriente—, haga lo que haga, siempre vuelves a mí. Soy el hombre de tu vida, no puedes vivir sin mí. —Tomó el control y encendió la pantalla—, es una lástima que yo no pueda decir lo mismo de ti. Eres una rubia demasiado insípida para mi gusto. —Dio un largo bostezo y se acomodó para dormir.

***

Madison iba en el auto charlando con Ralph, y con sus pequeños, cuando de pronto un vehículo los golpeó, haciendo que chocaran contra uno de los muros de contención de un puente, quedando la mitad del coche a punto de caer hacia un abismo.

Con dificultad logró retirarse el cinturón de seguridad, observó hacia donde se encontraba Ralph y lo observó lleno de sangre.

—Abra los ojos, por favor —solicitó—, necesitamos salir de aquí —suplicó movilizándose para sacar a los niños. Justo cuando tenía a uno de ellos, abrió la puerta, y lo sacó. Al volver para ayudar a Liam, el auto comenzó a tambalearse, antes de que pudiera ayudarlo, cayó en picada.

*

— ¡No! —Madison gritó al despertar cubierta de una capa fina de sudor.

— ¡Madison! —Alexander abrió los ojos de golpe sintiendo su corazón agitarse—, tranquila, amor. —La estrechó con fuerza.

—Te volviste un hombre cursi. —Suspiró profundo al imaginar la sorpresa que le daría a la chica.

Al llegar al vecindario donde vivía salió de su auto y caminó hacia la puerta del apartamento de Hanna, su corazón latía acelerado luego de que tocó.

***

Hanna sonreía con ternura, luego de haber finalizado un proyecto nuevo, suspiró profundo al ver en su nueva portada a un par de gemelos que le habían robado el corazón, sonrió a leer el título con el que había nombrado el cuento: Las travesuras de los pequeños Walton.

Colocó una de sus manos sobre su hombro y lo frotó al sentirse cansada, y de pronto el fuerte crujido de su estómago la hizo darse cuenta que se había saltado una comida, se dirigió a la cocina con rapidez, dispuesta a prepararse un sándwich de carnes frías con queso.

Estaba por abrir la nevera, cuando escuchó que tocaban a la puerta.

—No puede ser, justo cuando me disponía a comer —expresó con frustración y se dirigió a abrir.

—Buenas noches —Luke mencionó con emoción.

—Hola —las pupilas de la chica se dilataron al verlo sosteniendo un ramo de rosas y una bolsa de regalo.

—Espero no ser inoportuno, perdona por no haberte avisado que venía hacia acá.

Sin que lo pudiera evitar el estómago de Hanna volvió a gruñir con mayor fuerza, entonces sus mejillas se tornaron color carmín.

Luke presionó sus labios lo más fuerte que pudo para no carcajearse.

—¿Puedo pasar? —cuestionó haciendo un gran esfuerzo por contenerse.

Hanna afirmó con la cabeza, sintiendo que sus mejillas ardían de la vergüenza, y volvió a ocurrir una vez más aquel crujido.

Luke no pudo evitar contenerse y estalló en una gran risotada, le entregó los obsequios que llevaba y se encaminó a la cocina.

—Te voy a preparar el sándwich más delicioso que jamás has probado en tu vida —mencionó con seguridad.

El corazón de Hanna se agitó al ver como se doblaba las mangas de su pulcra camisa y se dirigió a lavarse las manos, para luego explorar en su nevera y sacar los ingrediente que necesitaba.

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