Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 52

—Noah, Liam —Madison se movilizaba lo más rápido que podía buscando a sus pequeños, sintiendo que su corazón dolía al no verlos.

—Vamos niños, no jueguen con mis emociones, la tía Hanna se muere si no aparecen ya —refirió con voz fragmentada.

—Vamos a dividirnos —Alexander se detuvo—. Los encontraremos, lo prometo —manifestó, tomó con sus grandes manos las mejillas de Madison. Su corazón dolió al ver en sus orbes una gran carga de aflicción. —Mírame —suplicó.

Madison enfocó su cristalina mirada en sus verdosos ojos, y se reflejó en ellos.

—Los vamos a encontrar. —Besó el dorso de su mano—, estén pendientes de sus teléfonos —dijo y cada uno tomó un camino diferente para ir a buscarlos.

Mientras Alexander se movilizaba entre el césped y corría hacia los frondosos árboles, tomó su móvil y se comunicó con el encargado de su seguridad.

— ¿En dónde están? —cuestionó.

****

Hanna se detuvo unos segundos para tomar aire, se recargó en una banca, sintiendo como su cuerpo temblaba.

—Es mi culpa, es mi culpa —se recriminó, al tiempo que limpiaba las lágrimas de sus ojos.

— ¡Hanna! —Luke exclamó sintiendo que le faltaba el aire al haber llegado corriendo.

La chica volvió a limpiar su acuosa mirada.

—Todo esto es por mi culpa —expresó envuelta en llanto—, no debí descuidarlos, no debí responder esa llamada —sollozó.

Luke la estrechó entre sus brazos.

—Los vamos a encontrar, para eso estoy aquí, para ayudarlos —indicó, limpiando sus lágrimas con la yema de sus dedos—, tranquila —solicitó.

***

—Noah, Liam —Madison se acercaba a cada niño que veía caminando por el parque, al darse cuenta que no eran proseguía mostrando fotos a las personas que se encontraban ahí.

La joven continuó al ver que cerca de ahí se encontraba el lago, por lo que corrió hacia alla y luego llamó a Alexander.

— ¿Los encontraste? —cuestionó.

—No, pero estuvieron en el carrusel con Hanna, quizás estén por allá, voy hacia el lago.

—Enviaré al personal hacia allá —indicó.

Madison se detuvo unos segundos antes, se flexionó colocando sus manos sobre sus rodillas, intentando jalar más aire, entonces su afligido corazón, se agitó lleno de emoción al verlos correr.

—¡Liam!, ¡Noah! —gritó y corrió hacia ellos.

Ambos niños giraron al escuchar su voz.

—Mira mamá, un perrito —indicó lleno de emoción Noah.

—Se metió al agua —dijo Liam señalando hacia el lago.

La joven se acercó hacia ellos y los abrazó, liberando un par de lágrimas.

— ¿Nos podemos llevar al perrito a la casa?

Madison buscó hacia donde señalaban y comenzó a reír.

—Ese no es un perrito, es un pato —explicó sintiendo que el alma le volvía al cuerpo.

—¿Un pato? —ambos niños fruncieron el ceño sorprendido.

—Con razón no decía gua, gua —mencionó Liam.

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