Hanna ingresó a su apartamento abrazada de Luke, caminó con ella hacia su habitación y la ayudó a recostarse.
—Voy a traerte un poco de agua —mencionó tomando la jarra que tenía sobre su mesa de noche.
—Necesito prepararme un té —expresó tomando asiento.
—Tranquila yo te lo voy a preparar.
—Espero no se te queme el agua —Hanna intentó sonreír.
Luke ladeó los labios.
—Eso solo le pasa a ustedes, los Walton —se defendió y comenzó a reír.
Hanna ladeó los labios.
—En eso tienes razón, no nacimos para cocinar.
—Déjalo todo en mis manos —solicitó y se acercó a ella, acarició con su mano una de sus mejillas con ternura.
Minutos más tarde, Luke ingresó con una charola.
—Preparé unas sincronizadas con jamón y queso, te traje una infusión de manzana con lavanda para que te relajes. —Se sentó a su lado.
—Gracias, ya me siento más tranquila —confesó—, saber que los niños están bien —es todo lo que necesitaba. —Suspiró profundo.
Instantes después su móvil timbró.
—Es Alexander —respondió a la video llamada.
—Hola, tía —ambos niños dijeron al mismo tiempo.
—Hola, ¿cómo están? —cuestionó con la mirada brillosa.
—Bien, estamos acostados en la cama de mis papás —explicó Liam riendo..
— ¿Con quién estás? —preguntó Noah al distinguir la sombra de alguien.
Hanna se aclaró la garganta, observó que Madison y Alexander se acercaron a la pantalla.
—¿Luke sigue contigo? —cuestionó su hermano con extrañeza.
La chica comenzó a toser un poco.
—¿Estás con el tío Luke? —indagó Liam.
— ¿Son novios? —preguntó en seguida Noah.
—Buenas noches —Luke se acercó y les sonrió con cariño—, su tía Hanna no se sentía bien después de que desaparecieron un par de traviesos.
—Explíquele a su tía Hanna, el motivo de su llamada —solicitó Madison, mientras daba un pequeño bostezo.
Ambos pequeños se miraron a los ojos.
—Perdón por habernos ido detrás de ese pato —dijo Noah.
—Creímos que era un perrito y nos lo queríamos llevar a la casa —explicó Liam.
—¿Nos perdonas? —preguntaron juntos.
La mirada de Hanna se cristalizó.
—Fue culpa mía, no debí descuidarlos.
—Tranquila, hermana —Alexander mencionó—, por fortuna los encontramos, sabemos que lo que sucedió fue un accidente. Te amo, no te sientas culpable.
—Gracias por su llamada. No se imaginan lo mucho que significa para mi —su voz se fragmentó.
—Te amamos, tía Hanna —Los pequeños le mandaron un beso con cariño y finalizaron la llamada.
Hanna inhaló profundo y dibujó una gran sonrisa.
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