Alexander retiró una de las piernas de Liam, que tenía sobre su cara, giró su rostro para observar el reloj que tenía sobre la mesa de noche.
—Las 5:30 am —murmuró, se puso de pie al caminar hacia la ducha, hizo un par de movimientos para relajar su dolorido cuello—, que mal dormí —refirió.
Al regresar hacia la cama, se dio cuenta que Madison también estaba mal acomodada sobre la cama, se dirigió hacia ella y le dio un beso sobre su cuello—, despierta dormilona —murmuró cerca de su oído.
Madison abrió los ojos y se encontró con su verdosa mirada.
—Shh —Alexander colocó su dedo índice sobre sus labios, para evitar que hiciera ruido. Con cuidado la ayudó a ponerse de pie, colocó un par de almohadas a los costados de los pequeños y los cubrió.
Madison entrelazó los dedos a los de él y caminaron juntos hacia la alcoba de visitas. Al llegar cerró la puerta con pestillo.
—Vamos a terminar lo que iniciamos anoche. —Ladeó los labios y sonrió.
Sus dedos se acercaron hacia sus acremados hombros, deslizaron los finos tirantes de espagueti del pijama dejando su torso desnudo.
—Que buena forma de empezar el día —refirió Madison y acercó sus labios a los de su esposo.
—Te dije que concluiríamos con lo que iniciamos ayer —sonrió—, aprovechemos que ese par, despertará en un par de horas —sugirió.
—Entonces menos plática y más acción —balbuceó sintiendo una fuerte agitación ante las aplastantes caricias que le proporcionaba Alexander—. Apaguemos la hoguera, que desde ayer nos está enardeciendo —solicitó con voz jadeante.
—Tus deseos son órdenes —La tomó entre sus fuertes brazos y la recostó en el lecho donde se entregarían al amor que sentían, el uno por el otro.
***
Tiempo más tarde.
Liam abrió los ojos y los frotó, luego de un par de minutos en lo que tardó en despabilarse, se sentó sobre la cama, recordando que se encontraba en la cama de sus papás.
—Despierta —dijo a Noah—, vamos a jugar —expresó mientras daba un largo bostezo.
—Déjame dormir más —su hermano dijo.
—Tenemos que pedirle a mis papás que nos dejen ir al lago por el pato, se quedó muy solito —Liam hizo un puchero.
Noah se sentó y juntó sus labios en una fina línea.
—Ya me pusiste triste —refirió con nostalgia.
—Yo también estoy muy triste, casi no dormí de pensar en el frío que debió pasar cuando lo dejamos en el agua. —Comenzó a llorar.
***
Madison y Alexander permanecían viendo una película en su SmartTV, los dedos de él acariciaban las sedosas hebras de su rizada y larga cabellera.
—Me está dando sueño —Madison confesó cerrando sus ojos.
—Tuvimos una incómoda noche —dio un largo bostezó él y frotó su dolorido cuello.
—Es cierto, varias veces tuve que mover a Noah. —Ella inhaló profundo y giró su rostro para mirarlo. Están llorando.
Alexander estiró sus brazos.
—Veamos qué les sucede a ese par. —Alexander se puso de pie y dio un tirón sobre la mano de ella y fueron a verlos.
***
Mike cerró la puerta de su pequeño apartamento e ingresó completamente exhausto, después de haber llegado del gimnasio. Con rapidez se dirigió a ducharse y se fue a la cocina para preparar avena instantánea con fruta.
Se dirigió a su comedor y empezó a desayunar para luego acudir al centro comunitario. Miró su reloj y se apresuró al saber que tenía el tiempo justo para que el autobús no lo fuera a dejar.
Cerró las persianas de las dos pequeñas ventanas que tenía en el comedor y fue con rapidez a cepillarse su blanquecina dentadura. Caminó a grandes zancadas, hacia la parada del bús, tomó su móvil al recibir una llamada.
— ¿El señor Mike? —preguntaron.
—Sí, soy yo —refirió él.—¿Quién habla?
—Soy la mamá de María —explicó con voz afligida la mujer—, perdón que le llame, tomé su número del comedor —explicó—, no sabía a quién más hablarle.
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