New York, Estados Unidos.
Horas más tarde.
Alexander caminó a grandes pasos por los pasillos del hospital, acompañado de Luke, su corazón latía agitado, abrió la puerta de la habitación de su hermana y observó que Hanna y Noah se encontraban dormidos juntos en la misma cama.
—El pequeño no se ha querido separar de su hermana —Ralph se puso de pie y se acercó a ellos.
La barbilla de Alexander tembló al escucharlo.
— ¿Cómo se encuentran mis papás? —cuestionó.
Ralph se aclaró la garganta.
— ¿No… han hablado con el médico? —indagó con la voz inestable.
—No, entramos directo a la habitación de Hanna —explicó Luke, sin poder dejar de ver aquella escena de Noah y Hanna, deseando poder despertarla y abrazarla con fuerza a él.
— ¿Sabes cómo se encuentran? —preguntó Alexander.
El hombre señaló hacia el pasillo, para que salieran y pudieran hablar afuera. Ralph caminó hacia la sala de espera y tomaron asiento los tres.
— ¿Qué ocurre? —cuestionó Alexander, con nerviosismo.
—No sé cómo decirle esto. —Se aclaró la garganta.
—Solo dilo y ya —solicitó con desesperación él.
Raph inclinó su rostro e inhaló profundamente aire.
—Me apena mucho tener que decirle que la señora Alice…, murió al instante, cuando le dispararon —comunicó con lágrimas en sus ojos—, sacrificó su vida, al intentar proteger la vida de la señorita Hanna y del pequeño Noah.
El rostro de Alexander palideció, su corazón dolió tanto, que pensó que se volvería loco.
— ¡No puede ser! —exclamó con voz ahogada—. Esto tiene que ser una pesadilla. —Parpadeó liberando gruesas lágrimas—, me resisto a creerlo —gruñó.
Luke colocó la mano sobre el hombro de su amigo, dejando correr las lágrimas que contuvo durante todo el viaje.
—Lo siento tanto, amigo.
Alexander se puso de pie, sintiendo como cada músculo de su cuerpo se tensaba, presionó con gran fuerza sus puños, entonces Luke se acercó a él y lo abrazó, logrando que se pudiera desahogar.
—Lo voy a matar —expresó lleno de rabia—, voy a destrozarlo en mil pedazos como lo hizo con mi familia, no va a quedarle ni una gota de aliento, para suplicar por su vida —sentenció con determinación, respirando agitado—, necesito buscar a mi esposa y mi hijo, corren peligro a lado de ese criminal.
—Como lo prometí, yo te voy a ayudar, pero tenemos que solicitar apoyo de la policía, no podemos dejar que ponga en riesgo la vida de tu familia —sugirió Luke.
—Cuenten conmigo —Ralph dijo.
Alexander sacudió su rostro.
— ¿Cómo está mi papá? —preguntó.
—Se encuentra grave —expresó—, está en terapia intensiva —El viejo Ralph informó.
Se llevó las manos a su frente sintiendo como cada fibra de su ser temblaba, no podía con la idea de saber que tenía en su poder a Madison y Liam, sabía que era capaz de cualquier cosa, era una tortura imaginar todo lo que podría hacerles.
— ¿Has hablado con la policía? —cuestionó a Ralph.
—La señorita Hanna alcanzó a dar su declaración, después de eso sufrió una crisis nerviosa, en cuanto se tranquilizó y Noah la vio se aferró a ella.
—Haré lo que tenga que hacer, pero no permitiré que los lastime. —Besó su frente y la de su hijo y se retiró, con la determinación de recuperarlos.
—Estaré pendiente de él, lo prometo. —Luke la estrechó, limpió su rostro y la besó en los labios—, lamento mucho lo de tu mamá —dijo con sinceridad, para después salir.
****
Madison abrió los ojos de golpe, al escuchar a Liam llorar con gran angustia, se enderezó sentándose con cuidado, su barbilla tembló al observar que estaba dormido a su lado James, percibió la mano de él sobre su pecho, tuvo que moverse con mucho cuidado, para no despertarlo.
Tomó una bata que había sobre la cama y se la colocó, se esperó unos minutos y contuvo el aire por unos segundos, para no romper en llanto y salir en busca del pequeño. Caminó percibiendo que le temblaban las piernas, se sentía completamente abatida, pero no tenía tiempo de pensar en ella, sino en la seguridad de su pequeño.
Al abrir la puerta lo encontró solo, sentado en el suelo.
—Mamá está aquí. —Se acercó a él y lo abrazó con fuerza—, cálmate cariño, yo voy a protegerte, haré lo que sea para que salgas sano y salvo de aquí.
«Así tenga que matarlo yo misma», pensó para sí misma.
Liam la estrechó con fuerza y luego de unos minutos, al sentir el calor del pecho de su mamá, se comenzó a relajar.
— ¿Dónde está Noah? —cuestionó con sentimiento—, quiero irme con él —solicitó, sin soltar a su mamá.
—Te prometo que pronto estarán juntos. —Madison deslizó las yemas de sus dedos sobre sus húmedas mejillas—, tenemos que ser pacientes, y obedientes, por favor —susurró intentando no desmoronarse—, papá pronto nos va a encontrar, estoy segura.
—Buenos días —James ingresó a la habitación y tomó asiento sobre la cama—, me alegra que se haya calmado, no me gustaría tener que disciplinarlo.
Madison elevó su rostro y lo miró con furia.
—No te atrevas a tocar a mi hijo. —Se puso de pie sosteniéndolo.
—Si te sigues portando bien conmigo, todo irá de maravilla. —Deslizó la bata de uno de sus hombros y le dio un beso.

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