—Aló, aló —volvió a repetir Alexander, ¿sigues ahí? —gruñó lleno de rabia—, se cortó la llamada o me colgó.
—No puede ser —Luke bufó.
—Me siento impotente, ese hombre está dispuesto a dar información, ¿por qué demoni0s me colgó?
—Quizás tuvo un contratiempo, recuerda que están en manos de ese desgraciado.
—Tienes razón, hay que ser prudentes y esperar a que ese hombre vuelva a llamar.
Ingresaron a la habitación, tomaron asiento, Alexander recargó la cabeza sobre el respaldo del sillón.
— ¿Qué ocurre? —Hanna cuestionó.
—Seguimos sin noticias de ellos —Luke se acercó a su cama y besó su frente, sintiéndose agotado.
—Me preocupa que nadie se pueda hacer cargo del… funeral de mamá. —Su mirada se cristalizó—, no hemos tenido cabeza ni para eso. —Cubrió sus labios.
Alexander cerró sus ojos sintiendo náuseas.
—Yo puedo ayudarlos —Alison dijo de inmediato y miró a Mike. — ¿Me ayudarías? —preguntó.
Mike sonrió con ternura.
—Sí, con todo gusto —respondió de inmediato.
—No deseo abrumarlos, ¿a quién puedo preguntarle sobre lo que le gustaba a su mamá? —Alison cuestionó bajito.
—Te voy a dar el número de teléfono de una de sus mejores amigas —Hanna dijo—, estoy segura que ella te va a ayudar, gracias —su voz se fragmentó.
—Nosotros nos vamos —manifestó Alison—, no deseamos abrumarlos más —la chica mencionó.
—No lo haces —Alexander refirió dándose cuenta que era distinta a lo que había visto en redes sociales.
—Espero que recuperes pronto a tu familia —mencionó—, me hubiera gustado poder ayudarles más. —Se encogió de hombros.
—A menos que supieras en dónde tiene una propiedad en Long Island, me temo que nada más podrías hacer, ni tú, ni nadie. —Inclinó su rostro con pesadumbre.
—¿Long Island? —indagó con asombro, y se quedó pensativa.
***
Madison corrió con rapidez hacia la habitación, y el hombre que llamó apagó el móvil con el que le llamó a Alexander, y se sentó en el sillón, después de que James regresó en compañía de otros de sus hombres.
—Ya te puedes largar —ordenó.
—Sí, señor —respondió y salió del lugar.
James abrió la puerta de la recamara de Liam y se acercó a Madison.
—Traje algunos víveres, deseo que cocinemos juntos. —La tomó por la cintura y la besó.
Madison retrocedió.
—No tengo mucho apetito, me duele el estómago.
—Acompáñame a cenar y luego nos vamos a acostar un rato, te prometo que yo te voy a cuidar. —Colocó su mano en su vientre—. Tienes que ver las cosas que les conseguí. —Sonrió con orgullo—, les traje algunos cambios de ropa.
Entrelazó los dedos con los de ella y comenzó a tirar de ella, la joven observó que Liam dormía tranquilo, por lo que salió de ahí sintiendo tranquilidad.
James colocó unas charolas de queso, galletas y un vino tinto.
—No me creas tan tonto como para creer que te sientes mal. —Ladeó los labios divertido, y tiró de ella para que se sentara sobre su regazo—, recuerda que estás aquí para obedecerme, y complacerme, no creo que quieras que te separe de nuestro hijo —manifestó con voz gruesa.
La chica se estremeció por completo.
—No te atrevas a separarme de mi hijo —se sobresaltó—, eres un monstruo —dijo con resentimiento.
—Soy un hombre enamorado, que hizo todo para recuperar a su mujer. —Presionó con fuerza de su barbilla, dejando sus dedos marcados en su delicada piel.
Alison se abrochó la cremallera de su chamarra y salió con Mike.
— ¿Te sientes más tranquila? —cuestionó él.
—No, aún no, hasta no saber que recuperaron a la señora Walton y su hijo.
—Espermos que lo hagan pronto —mencionó Mike y miró su reloj—. Necesito pasar a comprar algunas cosas, quedé en llevarle algo rico para cenar a María.
La joven inhaló profundo y negó con su cabeza.
—Será mejor que te des prisa, tus invitadas deben estar hambrientas. —Se giró en su eje y comenzó a avanzar sola.
Mike frunció el ceño y la alcanzó.
— ¿Por qué te molestas? —preguntó.
—No estoy molesta, estoy cansada, necesito llegar a mi casa.
—Me parece que desde que te comenté que Isabella y María están como mis invitadas, no te agradó, ¿Por qué?, hasta donde vi, tienes mucha simpatía por la niña.
Ladeó los labios y chistó.
—No estoy molesta, no tendría porqué estarlo, son figuraciones tuyas. —Le dio un beso en la mejilla y se alejó. — ¿Por qué siento esta rabia recorrerme? —susurró mientras tomaba un taxi.
***
Desde lo lejos el oficial encargado del caso, vigilaba con su equipo los movimientos que había en aquella casa, a la que Alison había dicho.
— ¿Cree que están ahí? —cuestionó Alexander.
—Hay probabilidades —respondió el hombre—, captamos personas armadas en el exterior—, es evidente que están protegiendo a alguien.
—Tiene que ser ese criminal, acabe con esta pesadilla para nosotros —solicitó lleno de incertidumbre, zozobra y temor de que si estaba ahí su familia, fueran a salir lastimados.

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