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Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 66

—El sonido del móvil del hombre que llamó a Alexander timbró, frunció el ceño con extrañeza y se movió de la puerta, el lugar que se había asignado para vigilar.

— ¿Quién habla? —preguntó con voz áspera.

—Soy Alexander Walton —manifestó.

Abrió los ojos de par en par, entonces volteó hacia los lados para asegurarse no tener a nadie cerca.

— ¿Cómo averigüo mi número? —indagó agitado.

— ¿No adivinas? —preguntó.

—Le dio aviso a la policía —susurró aterrado.

—Bingo —contestó él—, quiero hacerte una pregunta, de eso depende tu futuro —indicó enérgico.

— ¿Qué quiere saber? —pasó saliva con dificultad.

—Dime… ¿De qué lado estás?

— ¿Por qué me está haciendo esa pregunta? —indagó sin dejar de vigilar que nadie se acercara.

—Por casualidad, vine de visita a Long Island. —Alexander inhaló profundo, deseando tener alguna respuesta certera. Sus manos sudaban frío.

— ¿Están aquí? —preguntó agitado.

Alexander ladeó los labios y sonrió, dirigió su verdosa mirada hacia el oficial de la policía, quien escuchaba desde el interior de una camioneta completamente equipada, la conversación.

— ¿De qué lado estás? —averigüo.

—Yo no quería involucrarme en esto —chilló el hombre—, pero mi muchacho se metió en malos pasos y necesito el dinero para sacarlo del lío en el que está —explicó.

—Esperamos que elijas correctamente de qué lado estás, estoy dispuesto a ayudarte, si cooperas con nosotros —Alexander enfatizó.

El hombre inhaló profundo.

— ¿Qué me garantiza que lo que me está diciendo es verdad? —preguntó dubitativo.

—Eso lo tendrás que averiguar, después de que colabores con nosotros… —Pausó unos segundos—, de padre a padre, te lo pido, mi hijo es muy pequeño, y está viviendo un infierno a lado de ese enfermo.

— ¿Qué es lo que tengo que hacer? —cuestionó con nerviosismo.

Cerró su palma con fuerza, y la agitó celebrando que tenían un aliado y podría ser sus ojos.

— ¿Cuántos hombres hay afuera? —cuestionó. — ¿Y cuántas personas en el interior?

El hombre comenzó a rememorar cómo estaban distribuidos y empezó a responder sus preguntas.

—En el interior solo están la señora, James y el pequeño.

—Muy bien, te vamos a necesitar, recuerda que tenemos un trato. —Finalizó la llamada.

De inmediato comenzaron a planear cómo se iban a arreglar para el rescate.

—Estamos listos —el oficial encargado del caso dijo, hizo un movimiento con su cabeza y acomodó una pequeña arma en su tobillo—. Es hora —indicó.

***

Madison salió de la ducha, sujetando con fuerza las cinta de la bata, para cubrir las prendas en color negr0, que James le indicó que quería que se pusiera, observó su demacrado rostro frente al espejo, y su mirada se nubló al ver los cardenales que había sobre su cuello, y en sus brazos.

Colocó ambas manos sobre el mueble de madera que sostenía el lavamanos, e inclinó su rostro, entonces su respiración se comenzó a entrecortar al intentar controlarse para no llorar y que James no la pudiera escuchar.

—Tienes que ser fuerte —se repitió bajito—, un hombre como ese, no te puede doblegar, no le permitas que acabe contigo, no se lo permitas —se dijo así mismo.

El equipo encargado del rescate caminó con pasos seguros sobre algunos de los lugares en los que, les fue indicado que había sujetos armados, poco a poco, fueron sorprendidos, luego de forcejear, fueron emboscados entre tres miembros, logrando no hacer ruido, para sorprender a James.

Hasta que caminaron hacia el portón de la puerta sosteniendo un ariete, para derribar la puerta, bastó dos golpes para que cayera.

—Emboscada —gritó un hombre y abrió fuego.

***

Alexander y Luke, desde la camioneta donde se encontraban, esperaban con impaciencia, que les avisaran a ellos y al grupo de policías que lo custodiaban, que ya los habían rescatado. Ambos estaban en completo silencio, con los nervios de punta.

El ruido de un impacto, los hizo estremecerse.

Su corazón latía agitado con gran fiereza.

—Van a estar bien —Luke tocó su hombro.

Alexander volteó a verlo e inhaló profundo.

—Daría mi vida por la de ellos —dijo con dificultad—, no merecen esto, pensar que hace un tiempo me comporté como un miserable con Madison.

—Lo importante es que rectificaste el camino, y volviste a darte una oportunidad para confiar y te abriste al amor de nuevo.

—Lo intenté desde que hablamos aquella vez, ¿recuerdas?

—Por supuesto, era muy bueno dando consejos, sin llevarlos a cabo, hasta que… Hanna comenzó a clavarse aquí. —Dio un largo suspiro y luego ambos escucharon que el radio de la camioneta se escuchaba.

—Logramos entrar —refirió el hombre y luego escucharon. — ¡Oficial caído! —escucharon decir.

El corazón de Alexander se estremeció, al seguir escuchando claros impactos.

— ¡Protegelos, mamá! —suplicó con la voz pasmosa, percibiendo que el pecho estaba a punto de explotarle, ante la tensión que estaban pasando.

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