—Tenemos que trasladarlos a un hospital —indicó uno de los paramédicos, interrumpiendo aquel encuentro.
—Iré con ellos —Alexander se aclaró la garganta. Dirigió una cálida mirada hacia su esposa y caminaron hacia el interior de la ambulancia.
—Necesitamos revisar al pequeño, que no se encuentre herido —refirió aquella mujer.
Alexander afirmó con la cabeza, ayudando a recostar a Madison, entonces se dio cuenta que iba descalza, además que la cobija apenas cubría la mitad de sus muslos. Inhaló profundo al ver lo demacrada que se encontraba, además de que su cabello estaba húmedo y lucía algunos cardenales sobre su cuello, sintiendo un desgarrador dolor que tuvo que tragarse.
Cuando la paramédico intentó retirar la cobija que le habían proporcionado, ella opuso resistencia.
—Tengo mucho frío —justificó su resistencia a que la descobijaran—, estoy bien, no tengo ningún hueso roto. —Liberó algunas lágrimas.
—Permítame uno de sus brazos, por favor, tengo que tomarles la temperatura, signos vitales —explicó y le entregó otra cobija para cubrir la desnudez de sus piernas.
Desde dónde se encontraba Alexander sentado, la joven se acercó a Liam para comenzar a revisarlo, cuando iba a colocar el termómetro sobre su frente, estiró su mano y la golpeó en el rostro.
—No hagas eso —Alexander acarició su rostro—, solo desea saber que te encuentras bien —mencionó con cariño.
Instantes después las puertas de la ambulancia se cerraron y comenzó a moverse en dirección hacia el hospital.
***
Hanna encendió la pantalla al no poder conciliar el sueño, después de enterarse que ya los habían encontrado, cambió un par de veces el canal, sin poder encontrar que algo le llamara la atención.
—Déjale ahí —indicó hacia el canal de caricaturas—. Paw Patrol —dijo y ladeó los labios con una pequeña sonrisa.
Escuchó la vocecita de Noah.
—Te desperté. —Dirigió sus verdosos ojos hacia el pequeño—. Lo lamento. —Acarició su rizada cabellera.
—Tengo hambre —expresó el pequeño.
El viejo Ralph se puso de pie del sillón donde estaba recostado, dormitando.
—Tengo unas galletas y una leche con chocolate, ¿las quieres?
Noah movió la cabeza y afirmó.
— ¿Cuándo van a venir mi mamá y Liam?
—Pronto —Hanna respondió sintiendo un nudo en su interior. «¿Estarán bien?», se preguntó con nerviosismo.
—Anda come tus galletas —intervino Ralph al ver la preocupación en la señorita Hanna.
Liam tomó una galleta y la mordió.
— ¿Cuándo nos vamos a ir de aquí? Quiero ver a mis abuelos —dijo mientras comía.
Hanna presionó sus párpados para no llorar, al saber que su papá seguía debatiéndose entre la vida y la muerte. Desvió su mirada al ver que ingresaba alguien.
— ¡Luke! —su mirada brilló al verlo llegar y su corazón se agitó con fuerza. — ¿Los rescataron? —indagó con voz agitada.
Luke saludó a Ralph y luego se acercó a la cama y sonrió con ternura.
—Todo está bien? —contestó de inmediato.
— ¿En serio? —cuestionó dubitativa.
—Sí, confía en mí —solicitó y con cuidado fue deslizando las yemas de sus dedos sobre una de sus mejillas, al ver que corrieron un par de lágrimas.
—Vine a avisarles que Alexander está con Madison y Liam en el piso de abajo, acaban de trasladarlos.
—Gracias a Dios —dijo Ralph. — ¿Se encuentran bien? —cuestionó.
—Hay que tenerles un poco de paciencia —mencionó—, no debió ser fácil para ellos lo que ocurrió —susurró bajito.
Noah dejó caer el envase de leche al suelo y frotó sus ojitos.
—Quiero ver a mi mami y a mi hermanito —manifestó a punto del llanto.
Luke sonrió y estiró sus manos.
—Por eso estoy aquí, ellos también desean verte —contestó.
Noah estiró sus brazos y enseguida lo cargó Luke, tomó una cobija y lo cubrió.
—Los extrañé mucho —Noah presionó sus labios en una fina línea e hizo un puchero.
Madison lo rodeó con sus brazos y Liam se acercó a ellos.
—Ya estamos juntos, no volveremos a separarnos —pronunció con seguridad. — ¿Estás bien? —cuestionó examinándolo con su mirada.
—Sí —respondió moviendo su cabeza—, estaba en una habitación como esta con la tía Hanna y Raph.
Madison frunció el ceño, entonces recordó lo ocurrido con Alice y Adam.
— ¿Cómo están tus papás? —cuestionó con preocupación.
Alexander se aclaró la garganta.
—Más tarde te hablaré de ellos —refirió conteniendo la respiración—, ahora lo único importante es que descansen.
—Yo me despido, Ralph debe estar agotado, no se ha movido del hospital, necesito apoyarlo —refirió Luke—, que te mejores Madison —pronunció con sinceridad.
—Te mueres por ser el enfermero personal de mi hermanita —bromeó Alexander para romper la seriedad que se sentía.
Madison ladeó los labios.
—Hanna merece que la amen mucho, es una gran persona. Eres un buen hombre, cuídala no hay muchas mujeres como ella.
Luke se sonrojó.
—Gracias tu apreciación hacia mi persona, significa mucho. —Agitó su mano, y se despidió—, descansen.
Alexander se acercó a ellos.
—Vamos a descansar —refirió, sacó un par de cobijas y una almohada del guardarropa, luego de acabar de acomodar el sillón donde pasaría la noche, se dirigió a apagar la luz.
— ¡No la apagues! —solicitó en coro Madison y Liam.
Alexander se estremeció al escucharlos afligidos.

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