Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 7

TRES AÑOS DESPUÉS.

Seattle, Washington.

—Permítame explicarle —el médico se aclaró la voz, al escuchar a Alexander hablar con molestia.

—No es posible que después de tanto tiempo, no puedan encontrar un vientre subrogado para darme un hijo —bramó agitado.

—No ha sido sencillo —refirió—, de la lista de mujeres que teníamos, hemos tenido que ir descartando candidatas. No todas aprueban la valoración psicológica, además que tampoco han salido bien en los exámenes médicos, considere que si consumen sustancias prohibidas, tampoco pueden ser candidatas. La mujer que creímos era la indicada, sufrió un aborto espontaneo a las pocas semanas.

Se llevó las manos a la cabeza y tiró de su cabello, sintiendo gran decepción.

—¿Son todas las mujeres que hay en la lista del hospital? —cuestionó agitado.

—No, pero al ser un caso especial, hemos ido con tiento para ofrecerle un hijo en perfectas condiciones de salud. —Se aclaró la garganta—. Tenemos que ser cuidadosos.

— ¿Qué es lo que necesitan para asegurar que podré ser padre este año? —cuestionó—, no puede esperarlos más tiempo —gruñó.

—Vamos a llamar a citar a dos candidatas más, no pierda la esperanza —el médico intentó darle ánimo.

—Pagaré lo que me pidan, pero deme la seguridad que podrán.

El hombre pasó saliva con dificultad.

—Lo mantendré informado —contestó.

—Esperaré a que me informe. —Salió del consultorio y se dirigió hacia el ascensor—. Tengo que lograrlo. —Sujetó la barandilla del elevador con fuerza al darse cuenta que ni el médico le podía garantizar lo que buscaba.

****

Nueva York.

A la mañana siguiente.

Hanna llegó con una bandeja y la colocó sobre la mesa de la sala, sonrió al observar a su amiga sentada en el suelo, rodeada por juguetes.

—¿Quién quiere un jugo? —cuestionó la chica.

—Yo —uno de los pequeños dijo.

—Primero vamos a guardar las cosas —Madison intervino—, y después pueden beber el jugo.

Las pequeñas manitas de los niños levantaron las piezas que había regadas y luego se sentaron a lado de su mamá para tomar los jugo.

—Muchas gracias por cuidar esta tarde de mis pequeños —expresó.

—Sabes que lo hago con gusto, adoro a mis sobrinos —mencionó con sinceridad.

—¿Qué van a hacer? —cuestionó Madison.

—Voy a hacer una visita, no demoraremos mucho tiempo y luego los traeré a tomar una ducha y cuando llegues estarán dormidos como buenos angelitos. —Hizo morritos con los dedos y sonrió.

Madison soltó una risotada al escucharla.

—Espero que no vayan a ocasionarte muchos problemas. —Presionó su labio inferior.

Hanna frunció el ceño y la miró.

—Como la vez que entraron a mi habitación y rayaron las paredes, o cuando derramaron mi maquillaje sobre mi edredón, o cuando embarraron yogurt en mis zapatillas más costosas. —Inhaló profundo—, tranquila que ya lo superé, cuando crezcan les haré llegar la factura de los gastos —bromeó.

—En mi defensa tengo que decir, que estaban bajo tu cuidado, cuando ocurrieron todas esas desgracias. —Abrazó a su amiga y sonrió—, tengo que irme. —Se acercó a los pequeños y les dio un beso en la mejilla—, portense bien con la tía Hanna —suplicó.

—Te amo mamá —el pequeño Noah dijo.

CAPÍTULO 7. ¿QUIÉN ES LA MADRE? 1

CAPÍTULO 7. ¿QUIÉN ES LA MADRE? 2

Verify captcha to read the content.Verifica el captcha para leer el contenido

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Herederos para el Enfermo CEO