Herederos para el Enfermo CEO romance Capítulo 70

La tomó con delicadeza y la ayudó a recostarse a su lado, encendió su reproductor y buscó música para relajarse.

—Descansa, prometo que estaré pendiente de los niños y de ti —explicó. —Tomó el medicamento que tomaba y un vaso con agua.

En cuanto las suaves notas del piano se comenzaron a escuchar, acompañado de otros sonidos, Alexander encendió un viejo proyector que tenía guardado en la casa de sus padres, entonces un cielo estrellado en tonos azul celeste, negr0, acompañada de estrellas brillantes se reflejó.

Madison sonrió, sintiendo una gran tranquilidad, cerró sus ojos para intentar dormir, esperando poder conseguirlo.

—Gracias, siempre logras hacerme sentir mejor —mencionó bajito, hasta que logró quedarse dormida en profunda paz.

Sin embargo, para Alexander, no fue así, su mirada estaba perdida entre aquellas proyecciones, cada que parpadeaba escurrían gruesas lágrimas sobre sus mejillas, sin parece tener fin.

«Yo también hubiera hecho lo mismo», pensó para sí mismo. Se acercó a ella y besó con delicadeza su sien—. Tengo tanto que aprender de ti —murmuró con profundo dolor, como si de un agitado remolino en el interior de su pecho sucumbiera arrasando con todo,, haciendo que respirar se le dificultara.

Intentó respirar para disipar todo el dolor y malestar que lo avasallaba, ante la culpa de no haber estado con su familia para protegerlos, y evitar tantas desgracias.

—Perdóname mi amor —se acercó a ella y se rompió en llanto, intentando no hacer ruido, para no despertarla—. Te prometo que lo vamos a superar juntos, no te dejaré caer, de la misma forma en que tú no me dejaste hundirme más de lo que ya estaba, a pesar del mal hombre que era contigo.

De esa manera transcurrieron las horas, hasta que el cansancio y el sueño, lo venció.

***

A la mañana siguiente.

Isabella se levantó temprano, más de lo que Mike solía hacer, con tristeza observó que las cosas que había colocado en la pequeña mesa para cuatro personas, aún se encontraban justo como la habían dejado la noche anterior.

Suspiró profundo y se puso a levantar el desorden, luego de lavar las ollas y los platos que habían quedado, comenzó a preparar el desayuno.

—Buenos días —saludó Mike. — ¿Hace cuanto tiempo que te levantaste? —cuestionó y miró su reloj—. Son las 6:30 am —manifestó.

—Hace una hora, más o menos —dijo ella bajito, para que María no despertara. — ¿Te desperté? —preguntó avergonzada.

Mile ladeó los labios y sonrió.

—Fue el aroma tan delicioso proveniente de aquí —respondió y se acercó a la estufa. — ¿Qué estás preparando?

—No es nada complicado —respondió—, El aroma debe ser por el café de olla, tiene piloncillo y canela —mencionó con emoción—, además estoy preparando frijoles refritos, y unos huevos ahogados en salsa de tomate —dijo orgullosa—, no podía faltar

—Desde que comenzó a llegar el aroma a mi habitación, sentí mucha hambre. —Colocó las manos sobre su estómago.

Isabella inhaló profundo para contener la emoción que sintió al escucharlo, su mirada brilló.

—Ya casi está listo —mencionó—. Toma asiento en un momento te sirvo.

Mike frunció el ceño.

—No es necesario que me sirvas, yo puedo hacerlo solo —indicó—, creo que lo correcto es que tú te sientes y yo te atienda en agradecimiento por preparar la comida.

—No, de ninguna manera, tú eres el hombre de la casa, además que nos estás ayudando mucho, por favor siéntate.

Mike resopló.

—Todos alguna vez en la vida necesitamos que alguien nos impulse para poder salir adelante —manifestó.

—Te lo agradezco mucho —habló mientras le llevaba un plato generosamente servido y ella se sentaba a su lado—, necesito pedirte otro favor.

— ¿Qué deseas? —cuestionó tomando un trozo de pan para probar el caldillo de los huevos ahogados.

— ¿Crees que me podrían dar empleo en el comedor? —cuestionó—, soy muy buena cocinando, no deseo abusar de tu generosidad.

Mike ladeó los labios y colocó su mano sobre la de ella.

—Ya lo había pensado —mencionó—, cuenta con ello—, empezarás esta misma tarde, ¿qué te parece?

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